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La puerta por fin se abrió justo cuando las llamas volvían a apagarse, se escondió instintivamente entre los estantes y esperó, no sabía quién podría haber entrado pero nadie que estuviera en esa casa podría tener buenas intenciones, los pasos se acercaban mucho más así que decidió que lo mejor era actuar como si él sólo estuviera buscando una lectura para pasar el rato, tomó el primer libro que tuvo a la mano y caminó con tranquilidad hacia la salida mientras hojeaba distraídamente el libro que tomó "La importancia de la pureza de la sangre"; a punto de salir una mano se posó sobre su hombro, volteó a ver a la persona con su mejor expresión de aburrimiento, quien había entrado era Narcissa que tenía una expresión muy ambigua de leer, no pensó que tuviera nada que decir así que sólo salió por fin de la biblioteca; ahora todo estaba resuelto, Sirius por fin podría estar a salvo y eso era todo lo que importaba.

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No sabía por que había recordado específicamente ese año (en realidad sí sabía, pero como muchas otras cosas no lo iba a admitir) en ese frío barranco parecía que ese recuerdo le brindaba algo de calor en su pecho. Habían pasado casi cuatro años desde que Sirius había sido repudiado de la casa Black, casi cuatro años de que él se había asumido como heredero de la familia y muchas cosas habían pasado desde entonces: después de que Sirius fuera con los Potter, el padre del James le había comenzado a enviar lechuzas con actualizaciones de cómo le iba a su hermano, no las rechazaba, de hecho le gustaba y le agradecía que lo mantuviera al tanto; en Hogwarts había tenido escasas pláticas con Sirius, la última, sin duda fue la más dolorosa, Regulus lo había estado siguiendo por toda la escuela, después de verlo en tal estado por una maldición imperdonable no se podía sacar de la cabeza la imagen de Sirius en el suelo con signos de la tortura por la que tuvo que pasar, necesitaba verlo bien, necesitaba verlo, pero la terquedad de Sirius al quererlo sacar de casa había puesto en riesgo todo lo que había hecho, así que le había dicho la verdad de la forma más cruel que había encontrado, incluso se burló de él con tal de que lo dejara, "odiame, es más fácil hacer todo si me odias"; esa había sido la última vez que tuvo una conversación de más de cinco minutos con él y después de tomar la marca sabía que todo había terminado; al terminar Hogwarts ,también por esas lechuzas pudo saber que Sirius se había ido a vivir con Remus Lupin a un departamento en una zona muggle, no fue hasta que supo eso que todas las piezas cayeron en su lugar, Sirius y Remus eran pareja, en las pocas veces que los había visto juntos no había notado nada inusual, tal vez que eran más cercanos que los demás y parecían más unidos pero sólo eso, nunca pensó que Sirius fuera... bueno, eso, incluso el señor Potter le había enviado casi 18 pulgadas de pergamino intentado explicarle que el amor era amor no importaba como fuera ni con quien y en realidad él no tenía problema con nada de eso, pero al estar tantos años con su famila tenía que reconocer que le habían jodido la cabeza, a veces le costaba trabajo distinguir las cosas que él pensaba y las cosas que le habían enseñado a repetir y eso de verdad le jodía bastante tanto en su cabeza como en su físico.

En los años venideros trató de mantenerse alejado de todos, y después de haber sido iniciado como mortifago se había hundido más en su propia cabeza, cuando recién se unían te obligaban a cumplir una especie de misión en donde tenías que torturar y matar para probar su convicción, cuando fue su turno de hacerlo todo en él se empezó a desmoronar, aún después de más de un año de haberlo hecho todavía podía ver los ojos de la persona que tuvo que asesinar, se dijo a sí mismo que aún podía, aún podía seguir con su farsa, necesitaba más tiempo pero estaba consiente que estar con ellos sólo era una salida temporal, ellos ganaron mucho poder e influencia en los pocos años que transcurrieron y sabía que todavía faltaba lo peor.

El momento de probarse llegó unos meses después de haber terminado su estadía en Hogwarts (le llegó a gustar más su estar ahí que en casa y por un buen tiempo deseó que nunca acabara, pero la incesante voz de Remus Lupin lo invadía cuando pensaba en simplemente no hacer nada, lo había maldecido más veces de las que podía contar desde ese altercado que tuvieron, pero tenía razón, ahora lo comprendía y no dejaría que las personas que más quería tuvieran que vivir en un mundo como lo planteaban los ideales de todos ellos); el Señor Oscuro había pedido a algún elfo doméstico que pudiera cumplir con una sencilla tarea y por consejo de Madre ofreció a Kreacher sin pensarlo, ¿qué podría hacer con un elfo doméstico que no le pertenecía? seguramente algo de menor importancia, pensó, pero nunca era seguro, no con ellos, así que tomó precauciones; en ese momento ese elfo doméstico significaba más para él que toda su familia (salvo con dos excepciones, Sirius y Narcissa, la última fue una sorpresa pero después de sólo tenerse a ellos mismos la compañía de alguien más "cuerdo" había sido un gran alivio y si bien no era como Sirius aún la tenía un una muy alta estima).

Kreacher no regresó pasado más de un día, la ansiedad lo empezó a carcomer a grandes pasos y cuando finalmente llegó estaba en un estado muy deteriorado al borde de la muerte pero ya no era el Regulus de catorce años, se había preparado para esto, se prometió a sí mismo que no pasaría lo mismo que con Sirius; con esto Regulus pensó que era por fin el momento de soltar todo lo que estaba guardando.

Gracias a su apellido y conexiones había podido descubrir algunas cosas que casi nadie sabía, una de ellas es por lo que él estaba en ese acantilado ahora mismo, el más profundo secreto de el Señor Oscuro, las demás cosas que descubrió decidió que las podía compartir con las únicas personas con las que sabía que podía confiar. Justo antes de salir le envió al señor Potter una carta con la mayoría de las cosas que había descubierto, nombres e incluso algunas ubicaciones de los principales puntos de reunión, si les contaba lo que él sabía los expondría demasiado y con todo lo que el señor Potter había hecho por él no se atrevió, en un momento de debilidad y pensando en que tal vez no regresaría escribió dos cartas más, una a Narcissa y otra a Sirius, la primera era fácil de hacerla llegar, pero con Sirius no tenía la suficiente valentía para mandarla directamente y después de su última plática sabía que su hermano ahora lo odiaba así que pensó en mandarla con el señor Potter, él podría hacerla llegar, agregó una rápida nota de sólo entregarla en caso de que no tuvieran más noticias de él y partió.

Desde que entró a la cueva supo que nada podía salir bien y aún así entró, cumplió su objetivo pero después de eso todo salió de la peor manera posible; en la situación en la que estaba seguía pensando en los hubieras, si se hubiera ido con los Potter, si le hubiera dicho toda la verdad a Sirius, si hubiera sido honesto consigo mismo, habían muchas preguntas en su cabeza de las cuales ninguna tenía una respuesta clara y por cada segundo que estaba pensando sentía como su cuerpo iba siendo jalado cada vez más a las profundidades, había perdido su varita en algún momento de la conmoción así que no valía la pena pelear. El oxígeno le empezaba a faltar en sus pulmones, con ello los pensamientos coherentes se fueron y en su lugar los recuerdos de su infancia se arremolinaron en su cabeza: él y Sirius, Sirius y él; cuando el mundo le parecía la cosa más grandiosa y no había nada que pareciera detenerlos; la brisa del jardín donde salían jugar a escondidas de Madre, su risa, la risa de Sirius, sus juegos absurdos, los partidos de Quidditch que escuchaban escondidos...; a punto de perder la conciencia exhaló las únicas palabras que nunca pudo pronunciar en voz alta "Lo siento".

1975.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora