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Las cosas seguían normal en casa, las reuniones a las que asistían Padre y Madre eran cada vez más frecuentes pero no era nada fuera de los normal, al menos hasta donde a él le concernía, la palabrería era lo mismo de siempre: la pureza de la sangre, la inferioridad de los nacidos muggles, la política en el ministerio. En todas las reuniones que había asistido era de todo lo que hablaban e incluso la mayoría de los discursos que se daban le parecían repetitivos aunque hubo un cambio, sólo uno: Sirius. En todo el tiempo que Regulus llevaba asistiendo a esas reuniones de superioridad sangre pura, nunca habían invitado a Sirius, e incluso se había estado esparciendo el rumor que él estaba a un paso de ser repudiado de la familia, nadie lo mencionaba abiertamente, pero se escuchaban los susurros por los pasillos e incluso sabía que muchos de sus compañeros de Slytherin lo trataban con más precaución por esos rumores, no lo disfrutaba, la mayoría del tiempo lo sobrepasaba tanto como ser el reemplazo de Sirius así que por lo general lo ignoraba, "Sólo son piezas, piezas de un partido de Ajedrez, piensa en ellos como tal" con todos los que le rodeaban aplicaba este pensamiento, pero con Sirius no, por más que lo intentaba no podía tratarlo como un peón o como un alfil, él siempre sería su hermano y le dolía la forma en que priorizaba a sus amigos en vez de él, su propio hermano de sangre, pero en el fondo sabía que a él lo tenía en algún lugar diferente de sus amigos, esperaba que así fuera, de verdad quería que así fuera.

Otra cosa inusual pasó en vísperas de navidad, por primera vez desde la selección de Sirius en Hogwarts su padre le había hablado con verdadero interés, Regulus había escuchado a sus padres hablar, susurraban desde la biblioteca sobre volver a evaluar a su primogénito antes de tomar cualquier decisión en contra de las tradiciones de la familia Black, sabía lo que significaba, era la última oportunidad de Sirius para probar ser lo que la familia necesitaba: un impecable heredero, si no, sabía lo que significaba para él mismo.

— Si Sirius no está listo para asumir su deber no podemos seguir retrasando las cosas Orion, Regulus deberá tomar el papel, él está mejor calificado, no podemos arriesgarnos a que todo lo que hemos hecho sea un desprecio por un crío––

— Debemos observarlo cuidadosamente, puede que el muchacho aún no esté tan perdido como creemos, puede que tenga salvación—

Eso es lo que era esa platica, una última prueba para Sirius y para él.

°°°

Con su reciente distanciamiento con Sirius, Regulus no tenía una compañía, le escribía a sus amigos con cierta frecuencia e incluso estaban invitados a la cena de navidad de su familia, pero algo en ellos no era humano, incluso decirlo en voz alta le parecía algo ridículo de admitir, pero con ellos aún necesitaba mantener ciertas restricciones, nunca hablaba más de lo necesario, y nunca revelaba sus verdaderos pensamientos a ninguno de ellos, era parte de la familia Black, debía actuar como tal con ellos y con todos los demás; en ese juego era bastante bueno, era un intérprete magnífico para las expectativas de todos.

Extrañamente dentro de esa casa había encontrado una inesperada compañía, Kreacher, el viejo elfo doméstico que había habitado en la casa mucho antes de que si quiera él o incluso sus padres hubieran nacido, nunca la hubiera visto como alguien con quien hablar e incluso con quien pasar tan siquiera un momento de su tiempo, pero resultó ser un buen alivio para su soledad, Kreacher no hablaba mucho, pero en cambio era un gran escucha, siempre estaba dispuesto a escucharlo incluso en sus más grandes delirios y en la mayoría de las ocasiones ofrecía una buena conclusión a todos ellos, no era una gran amigo, pero era lo que había y estaba agradecido por eso, al fin tenía una compañía a la que no tenía por que mentirle ni jugar su papel de heredero, sólo tenía que ser él, de algún modo sabía que kreacher era una de las mejores compañía que había encontrado en su hoyo de soledad y fue de las primeras veces en donde cuestionarse a sí mismo por los ideales de su familia estaban permitidos; en la teoría Kreacher no podía ni dirigirle la palabra, es más, ni siquiera tenía por que hablar directamente con él, sin embargo, se dio cuenta que incluso los que su familia veía con desprecio podían ser más que él mismo; sus interesantes lecturas extras le había informado que los elfos domésticos eran de los seres mágicos más poderosos, incluso eran más poderosos que los magos mismos, pero curiosamente eran esclavos de los más débiles.

Nunca había cuestionado tan a fondo los ideales de su familia y en cierto modo lo compartía, no llegaba al extremo de odiar a los nacidos de muggles, es sólo que no tenían el mismo valor dentro de el sistema de la comunidad mágica actual, lo mismo con más cosas, no odiaba a nadie, sólo que él sabía que las cosas no tenía el mismo valor, haber nacido con sangre limpia sólo era una ventaja en el juego; pero que debía hacer cuando su única y probablemente más preciada compañía (después de su hermano) eran de las criaturas que debía aborrecer, la respuesta fue sencilla, nada, todo lo mantendría en lo privado, aún si quisiera sabía que no podía desafiar a Madre y todo se perdía más si Sirius fuera repudiado, todo el peso de la casa Black ahora sería de él, los ideales que defendía los tendría que llevar él y la guerra no lo hacía más sencillo; el reciente asenso de Lord Voldemort hacía que las cosas en el mundo de la política fueran más inestables y hacía que las ideologías fueran extremistas en sí mismas, nadie hablaba de tolerancia todos querían el exterminio del otro bando, sabía que incluso los que se hacía llamar los "buenos" no lo eran, ambos bandos tenían sus reyes y sabía que los dos, fuera quien fuera, sacrificaría peones no importaba quienes fueran, siempre que consiguieran lo que quisieran, cerró con fuerza su mano, el peón que levaba con él en todo momento se clavaba con furía en su mano, peones contra peones, reyes contra reyes, no había nada más propio.

1975.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora