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En la cena de navidad todo era como debía ser, como se suponía que debía ser e incluso Sirius se había estado comportando, desde que Padre le habló en la cena había cesado con sus travesuras e incluso Madre había estado extrañamente tranquila durante todas las vacaciones de invierno; todos habían llegado, las familias pertenecientes a los sagrados veintiocho, menos los catalogados como traidores por supuesto. La velada pasó rápido y sin contratiempos, Regulus pensó que por fin su hermano había decidido mantener la cabeza abajo, por un momento pensó que podría ser libre de todo lo que se supone debía hacer, con la misma velocidad con la que llegó el pensamiento fue que desapareció de su mente.

Lo había visto escabullirse del salón principal, no era raro, desde que llegaron lo había escuchado hablar con James Potter, no sabía exactamente como, pero como Madre no lo había notado lo dejó pasar, una vez más que lo hiciera no haría daño y por como iban las cosas podía ignorarlo; vio de reojo que Bella había visto a Sirius salir del salón, ella puso una sonrisa espeluznante en su rostro y lo siguió, no pasará nada, probablemente sólo lo molestará un momento y luego volverá a al salón para burlarse de él, sí, eso tiene que ser pensó en un intentó de calmarse ¿qué más podría hacerle Bella a Sirius?, nada, no puede hacerle nada que no le hayan hecho ya Madre, decidió dejarlo e irse con Barty que había llegado para las fiestas, no es mi asunto, se repitió durante todo ese rato, pero algo en él no lo dejaba en paz, era como si tuviera que ir con Sirius, tenía que estar con él; sólo iré ver si ya terminó de hablar con Bella, lo iré a traer de vuelta par que Madre y Padre no sospechen de él, fue hacia el pasillo por donde habían desaparecido su prima y Sirius, entonces lo oyó.

—¡Eres una maldita perra tan insoportable!— la voz de Sirius gritando hacía eco en toda la casa, aún con la puerta cerrada había logrado sonar por todo el pasillo —¡Tía Walburga!— la voz chillante de Bellatrix sonó sólo unos segundos después que la de Sirius, oyó inmediatamente los pasos apresurados hacía su dirección, no se le ocurrió nada mejor que pegarse a la pared y seguir a Madre y Padre que iban a toda prisa, Barty los había seguido estuvo a nada de decirle que se perdiera que aquello eran asuntos familiares, pero la fría mirada que le dedicó su madre lo hizo callar y todas las palabras que podía formular se le había borrado de la cabeza; todos entraron a la biblioteca e instintivamente se pegó al marco de la puerta.

No podía pensar claramente, todo lo que había en su cabeza era Sirius, ¿qué le pasaría a Sirius?, no se habría preocupado tanto si sólo fuera Madre, pero Padre e incluso Bella estaban ahí. Padre era quien realmente le aterraba, nunca se entrometía en asuntos que no le correspondían directamente, incluso en su disciplina era Madre quien se encargaba de ello, Padre era realmente impredecible; no sabía cuanto tiempo había pasado exactamente, fue al voz de Padre lo que lo sacó de su trance.

—¡Por el amor de Merlín muchacho!— su padre ladró— Sólo por una vez en tu vida ¿no puedes hacerme sentir orgulloso?—

— Yo... lo siento, lo estoy intentando, yo...— la voz de Sirius, sonaba muy bajo, Regulus se sorprendió, en los años que habían pasado juntos su hermano siempre le había parecido la más fuerte de las protecciones, nunca se daba por vencido, nunca retrocedía y nunca lo había visto llorar, nunca, no podía creer que por primera vez lo veía de esta forma, los ojos de Sirius estaban rojos y se veían cristalinos, casi al borde del llanto que su hermano se aferraba por no soltar.

—Jura lealtad — Bellatrix se acercó a Sirius lentamente mientras levantaba su brazo hacia Sirius —¿Ves esto? he elegido mi lado, eres lo suficientemente mayor Sirius, es hora de elegir el tuyo —

Bellatrix mostraba con orgullo la tinta grabada en su antebrazo, la marca, la reconoció en ese mismo momento, pensó en todas las veces que sus familiares la mostraban con orgullo; tomar la marca significaba unirse permanentemente a Lord Voldemort, si Sirius tomaba eso quedaría atado de por vida a su familia y a todo lo que representaba, no no no, no podían hacerle eso; quería hacer algo por su hermano, al menos una vez, muévete maldito cobarde, haz algo por él, por todas las veces que Sirius te protegió, muévete; ¿pero qué hago?, ¿qué hago?, ¿qué hago?.

1975.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora