Capitulo.-6

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El desfile del martes fue todo un éxito y transcurrió sin un solo contratiempo aparente. Aunque en el vestuario no fue así. Hunter llegó tarde y con uno de sus peligrosos ataques de mal humor. Aquella vez se ensañó con uno de los jóvenes diseñadores y lo dejó convertido en un manojo de nervios. Ninguno de los atuendos que le habían asignado le parecía bien e insistía en hacer cambios de todo tipo, lo que presentaba una situación de tensión no sólo entre los diseñadores y sus ayudantes, sino en el resto de los modelos. No fue la peor situación que había presenciado Nunew, pero casi.

Tardó algún tiempo en elegir qué ponerse aquella noche. “¿Debería ir vestido con algo sencillo o sería mejor llevar algo sofisticado?”

Tenía un nudo en el estómago que estuvo a punto de llamar para cancelar la cita con Pruk, pero sabía que si lo hacía, él se presentaría en su casa. Tras grandes deliberaciones, eligió un pantalón gris bastante ceñido al cuerpo, una camisa de seda color mostaza y unas botas color camel.

A la hora que salió de su departamento no había demasiado tráfico así que llego a tiempo; el modelo aparco su auto frente a la puerta de la casa del empresario a las siete en punto. No se había sentido tan nervioso desde los primeros tiempos de su carrera como modelo. Tenía que calmarse, se decía a sí mismo mientras tocaba el timbre.

—Hola —dijo con su mejor sonrisa cuando Zee abrió la puerta. Vestido con unos pantalones vaqueros y una camisa polo roja parecía tan cómodo y relajado que el modelo estuvo a punto de lanzarse a sus brazos. Pero no lo hizo.

—¿Has tenido un mal día?

—Se puede decir que sí.

—¿Quieres contármelo?

—¿Por dónde quieres que empiece?

—Déjame adivinarlo. Uno de los modelos se puso histérico y el diseñador se enojo al grado de querer cancelar el desfile —sonrió Pruk.—Algo así ¿No?

—Mas o menos.

—¿Quieres beber algo? —sugirio el pelinegro, acompañando al modelo al salón.

—Un poco de vino, por favor.

Se sintió demasiado inquieto para sentarse y cruzó la habitación para examinar un pequeño cuadro que había llamado su atención. Era un paisaje precioso, en delicados tonos azules y lilas. Miró la esquina derecha para comprobar la firma y se quedó sin aliento. No había duda de que era un original.

—¿Te gusta Monet?

El empresario se había acercado a él por detrás sin hacer ruido y el modelo podía sentir el calor de su cuerpo.

—¿A quién no? —preguntó, dándose la vuelta lentamente.

—Salud —brindó cuando el pelinegro le dio su copa.

Más tarde, cenaron en la terraza y, como postre, Zee lo sorprendió con dos cupcakes, uno de chocolate y otro de red velvet, sus favoritos.

—Lo recordaste—sonrió Nunew.

—Espero que esta vez comas algo —dijo Zee devolviéndole la sonrisa.

—No te preocupes por eso—dijo el modelo con un guiño.

La vista de Central Park era magnífica a aquella hora, cuando el sol empezaba a ponerse en el horizonte y las sombras del atardecer parecían cubrirlo todo con su neblina dorada. Se habían encendido las luces de las farolas y sus luces blancas, perfectamente colocadas en una línea recta interminable, se extendían hasta donde llegaban sus ojos.

Al día siguiente, pensó suspirando, tendría que tomar un avión a las seis de la mañana para asistir a un desfile en el hotel Four Seasons de Miami, seguido de una sesión fotográfica y una recepción con la agencia que lo había contratado.

—¿Café?

—Sí, por favor —contestó el, acompañándolo a la cocina.

El modelo seguía todos sus movimientos como hipnotizado, observando sus hombros, su espalda perfecta confinada dentro de la camisa. Siguió hacia arriba, hacia su mentón, su boca sensual. Cuando lo miró a los ojos, se quedó sin aliento.

—Ven aquí —ordenó el pelinegro con suavidad.

Sin pensar, Nunew se apoyó en su pecho y los labios del pelinegro se cerraron sobre los suyos firmemente, delineando, explorando los suaves contornos y mordisqueando el carnoso labio inferior. El modelo aspiró su aliento, cálido y dulce y tuvo que ahogar un gemido cuando la ávida lengua del pelinegro invadió su boca. Lo apretó fuertemente contra su cuerpo, haciéndolo sentir su excitación.

Parecían estar hechos el uno para el otro. Nunew parecía estar hecho para él; lo único que tenía que hacer era convencerlo de ello. El modelo echó la cabeza hacia atrás y gimió cuando Pruk desabotonó su camisa y la apartó con los dedos para revelar la pálida piel de su pecho. El empresario jadeaba saboreando aquella piel, pero deseaba más. Mucho más. Buscaba paciencia dentro de sí mismo, diciéndose que una jornada estaba hecha de muchos pasos. Si quería tener éxito, tendría que ser muy cuidadoso.

Nunew deseaba sentir bajo sus dedos la piel de Zee, así que introdujo sus manos por el borde de la camisa hasta dejar al descubierto su torso. La ligera mata de vello oscuro que cubría su pecho parecía estar suplicándole que enredara sus dedos en ella. El pelinegro cerró los labios sobre un rosado pezón y empezó a lamerlo, antes de morderlo suave pero firmemente, llevándolo al filo entre el placer y el dolor. Nunew deslizó la mano hacia la cremallera del pantalón del pelinegro y empezó a bajarla lentamente. Sus dedos rozaron unos boxers de algodón antes de explorar lo que había debajo y sintió un breve segundo de pánico ante el tamaño de su erección.

—Zee... —empezó a decir Nunew.

Los labios del pelinegro se cerraron sobre los suyos, acallando sus protestas, intentando usar toda la habilidad que poseía para mostrarle que aquello era más que sexo. Apenas se dio cuenta de que Zee lo llevaba hacia las escaleras y subían hasta su habitación.

“¿Qué estaba haciendo?”, pensó Nunew de pronto.

—Zee, yo... —pero no pudo seguir, porque él pelinegro tomó su rostro entre las manos y lo miró a los ojos como si quisiera penetrarlo con la mirada.

—No digas nada —susurró Zee.— Déjate llevar. —añadió.

Lo deseaba tanto en aquel momento, necesitaba unir su cuerpo con el del modelo para mostrarle lo importante que era para él. Para mostrarle que estaban hechos el uno para el otro. Lo besó profunda y, sabiamente, haciendo que se quedara sin fuerzas.

—Confía en mí —volvió a susurrar sobre su boca.

“¿Se atrevería?” No tenía otra opción porque su cuerpo era el mayor traidor y se inclinaba hacia él pelinegro para que él  beso fuera más profundo, abriéndose para que él hiciera con su boca lo que quisiera.

Terminaron de desnudarse rápida y ansiosamente, y el modelo se quedó casi sin respiración al encontrarse frente a aquel cuerpo. Las piernas fuertes, unos oblicuos de ensueño, el abdomen marcado, con una línea de vello oscuro que llegaba hasta donde se juntaban sus muslos. Él pelinegro se daba cuenta de cómo Nunew lo observaba, de cómo sus ojos se deslizaban desde la potente rigidez de su erección, hasta su pecho y después su boca.

—Mírame —ordenó Pruk de repente, acercándose al modelo y tomándolo de los hombros.— Abre los ojos, Nhu. Quiero que me mires. Sólo a mí.

“Era precioso”, pensaba el pelinegro con reverencia y aquella timidez lo excitaba aún más. No parecía poseer la osadía de un hombre que conoce bien los placeres del sexo. Ni siquiera parecía un hombre que supiera el placer que podía ofrecer, no sólo a alguien más, sino a sí mismo. “Tendría que ir despacio”, se dijo a sí mismo. Tenían toda la noche.

El modelo gimió suavemente cuando el pelinegro empezó a deslizar la mano por su abdomen y se posó suavemente en su erección. Con los labios, seguía atormentando su duro pezón y, cuando estaba a punto de rogarle que terminara con aquella tortura, volvió su atención hacia el otro. El fuego parecía nacer en su rigidez y las llamas corrían por todo su cuerpo, encendiéndose aún más cuando Zee empezó a acariciar su miembro suave pero firmemente, desde la base hasta la punta, acariciándolo hasta que todo su cuerpo empezó a temblar y tuvo que apoyarse en él. Un grito ahogado se formó en su garganta cuando el pelinegro se puso de rodillas y recorrió el mismo camino con la lengua, desde el ombligo hasta las caderas. Jugueteando, torturándolo, hasta llegar a su miembro.

—Z-Zee... no... —El pelinegro ignoró el ronco gemido que profirio el modelo. Era demasiado tarde y empezó a experimentar el beso más íntimo de todos. Zee se sentía enardecido por su sabor. Lo lamía en la punta, para después introducirlo completamente en su boca mientras lo sujetaba firmemente con las manos para que no se cayera.

Al modelo le hubiera gustado rogarle que parase, pero las palabras no parecían querer salir de su boca. Nunca había experimentado aquella sensación, aquella posesión. Por supuesto que con Park había compartido eso y mucho más, pero esto era diferente totalmente. No se había dado cuenta de que estaba sobre la cama hasta que Zee alargó el brazo para tomar un pequeño bote de lubricante del cajón de la mesita de noche, colocando un poco del frío líquido en su miembro y en sus dedos, y con movimientos precisos acarició a Nunew, preparándolo para aceptar su erección.

El modelo estaba lleno de deseo y gimió suavemente ante la primera embestida. Podía sentir que sus músculos se expandían y después la gradual aceptación cuando el pelinegro se enterró en él suavemente hasta el fondo. Entonces empezó a moverse, lentamente, casi retirándose del todo antes de volver a embestir de nuevo con todas sus fuerzas, moviéndose sabiamente para dejar que sus músculos lo envolvieran. Cuando notó que estaba preparado, empezó a moverse más rápido hasta que Nunew levantó las caderas para recibirlo tan profundamente como fuera posible.

El modelo creía que no podía ser mejor, pero estaba equivocado. Su invasión oral había estimulado su deseo hasta convertirlo en fiebre y en aquel momento Zee lo llevaba a un plano más elevado, en el que el cuerpo, la mente y el alma llegaban a un perfecto acuerdo que trascendía cualquier sensación que hubiera experimentado anteriormente. No tenía ningún control. Ni lo deseaba, decidió inconscientemente mientras la espiral de sensaciones llegaba a la cima. Gritó mientras temblaba durante el clímax y la boca de Zee se cerró sobre la suya, acariciadora, dulce, mientras lo apretaba fuertemente contra su cuerpo.

Durante un rato no se movió. No podía. Se sentía letárgico y abandonado. Más tarde le dolería todo el cuerpo pero, por el momento, se contentaba con quedarse recostado ahí, saboreando el maravilloso final de su orgasmo.

Deslizó una mano por la espalda de Zee hasta dejarla en su trasero y, en ese momento, sintió que temblaba y volvía a crecer dentro de él.

—¿Estás incómodo? —preguntó Pruk con voz ronca.

—No —contestó. Le gustaba su proximidad, la dureza de su cuerpo sobre el suyo, su olor.

—¿Quieres... —empezó a preguntar Nunew, pero no pudo seguir al verlo sonreír.

—¿Apartarme? No —contestó Zee, apoyándose en un codo, pero sin salirse de él.

Nunew lo excitaba como ningún otro hombre lo había hecho. Deseaba volver a tomarlo, pero quizá era demasiado pronto. Tenían tiempo para jugar, para disfrutar uno del otro.

Lo tomó por los hombros, sin apartarse, y se colocó de espaldas, colocándolo sobre su pecho. Empezó a trazar la línea de sus labios con un dedo, que el modelo mordió suavemente, antes de envolverlo con su lengua.

"Así que el también quería jugar”, pensó Zee.

En aquella postura, era el modelo quien controlaba la situación y se sentía poderosamente sexual, lleno de pasión. Se apoyó firmemente en las rodillas y empezó a moverse lentamente, viendo cómo los ojos del pelinegro se oscurecían y empezaba a sudar. Mientras Nunew se movía, Zee lo atrajo hacia el y lo besó, introduciendo su lengua en su boca y mordiendo sus carnosos labios, para después besar su cuello. Podía sentir su respuesta en la tensión de los músculos que lo sujetaban.

Hasta entonces había sido Pruk quien llevaba la iniciativa, pero en aquel momento Nunew había decidido darle la vuelta a la situación y empezó a moverse sobre él, al principio tímidamente y, después, a medida que iba ganando confianza, montándolo cada vez más rápido hasta que Zee lo sujetó por las caderas y se hundió en él, levantándolo mientras arqueaba su cuerpo con un ritmo frenético, hasta que sólo sus pies y sus hombros quedaron anclados a la cama.

Más tarde, lo abrazó, acunándolo en sus brazos, calmando con las manos su tembloroso cuerpo hasta que se quedó quieto y exhausto.

—Tengo que irme —murmuró el modelo un par de veces antes de abandonarse de nuevo a las caricias de las manos y los labios de Pruk.

— !Zee, tengo que irme!—casi gritó cuando estaba empezando a amanecer.—!Tengo que tomar un avión!

El pelinegro casi saltó de la cama y lo tomó en sus brazos, a pesar de sus protestas, para llevarlo al cuarto de baño. Él mismo lo metió en la ducha y, cuando hubo terminado, lo envolvió en una toalla.

—¿Por qué no volvemos a la cama? —preguntó, besándolo suavemente en los labios.— Sólo para dormir, te lo prometo. Pondré el despertador y yo mismo haré el desayuno.

—Tengo que irme, de verdad—el modelo tuvo que hacer un esfuerzo para decir aquello.

El pelinegro lo secó cuidadosamente y después se quedó observándolo mientras el modelo se vestia.

"¿Qué debía decir ahora?", se preguntaba Nunew. "Gracias, ¿ha sido estupendo?"

Zee le ahorró ese problema al poner un dedo sobre sus labios.—Cuídate.

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Mientras conducía por las calles desiertas sentía como si estuviera en un mundo irreal. No había estrellas, ni luna, sólo una vaga luz anaranjada que parecía querer apartar las sombras de la noche. Eran las cinco de la mañana, según el reloj de su auto y sólo le quedaba una hora para hacer la maleta y llegar al aeropuerto.

Después de aquella noche debería sentirse agotado y, sin embargo, se sentía extrañamente activo y más lleno de vida de lo que se había sentido en los últimos tres años. Cuando llegó a su apartamento, empezó a guardar sus cosas en una bolsa de viaje a toda prisa.

"Había dormido con un hombre" pensó de repente. Pero tuvo que echarse a reír. "Dormir no era precisamente lo que habían hecho"

“¿Qué pasaría después de aquello? ¿Volverían a hacerlo de vez en cuando? ¿Se verían durante algunos fines de semana? Relaciones sexuales sin compromiso emocional. Muy maduro Nunew” Casi le dio un ataque de risa histérica al pensar en ello.

Mientras se dirigía al aeropuerto en un taxi se tranquilizó, pero empezó a sentirse culpable por haber traicionado lo que había sentido por Park. Habían compartido amor, risas, esperanzas y sueños y nunca lo olvidaría. Pero las lágrimas eran para los débiles y Nunew Chawarin Perdpiriyawong  ya había llorado suficiente.


































Alguien ya cayó bajo el encanto de nuestro empresario insistente🤭🤭🤭🤭 😏😏😏😏😏😏😏😏😏😏😏😏😏😏

Escucho sus teorías de lo q pasara a partir de ahora🤓

Nos leemos pronto🥰💋




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