Capítulo 2: Nuevos enemigos

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Alguien estaba observándome.

Desde las penumbras de la oscuridad sentía a alguien cerca de mi, producía un fuerte cosquilleo sobre mi espalda.

Cerré los ojos intentando ignorar aquella emoción que me inquietaba. Pero sabía que había alguien al otro lado del cristal intentando acercarse a mí dormitorio, ¿qué buscaba? No lo sabía y tal vez no lo sepa porque cuando abrí los ojos Evie estaba abriendo las cortinas de la ventana, dejando entrar toda los resplandecientes rayos de sol sobre la habitación.

No obstante, tenía los ojos cerrados y al abrir los ojos, toda aquella luz me cegó.

— Evie...— dije mientras cerraba los ojos y ponía mis manos sobre ellos.

— ¡Ya es hora de despertar, bella durmiente! — anunció Evie eufóricamente.

— La próxima vez avisa  — contesté — .Me deslumbraste.

— Lo siento, Mal — dijo Evie  —, pero es hora de levantarse y no queremos llegar tarde a clase.

Continuó abriendo las cortinas de las demás ventanas con emoción, el resplandor del sol en las mañanas ponían a Evie buen humor.

Me levanté de la cama con dificultad y camine hasta la ventana que estaba observando, para descubrir que allí no había nadie.

— ¿Pasa algo, Mal? — me preguntó Evie acercándose a mí.

— Solo veía el amanecer, está precioso — respondí mirando el cielo, Evie suspiro no parecía muy tranquila ante mis palabras.

— ¿Enserio ? — preguntó Evie mientras me miraba fijamente, admito que la mirada me puso nerviosa, pero intenté no demostrarlo.

— Me cegaste la vista, no me intimidas con esa mirada — contesté simplemente y ella rodó los ojos.

— Ya te dije que fue un accidente — insistió cruzándose de brazos.

— Lo que digas, creo que deberías tomar un baño para hacer tu rutina de belleza si quieres lucir preciosa para tu Doug — propuse con una sonrisa pícara.

Evie se sonrojó por completo, se acercó a su cama, tomó una toalla y se la colocó en el hombro, luego tomó una almohada y me la arrojó directo a la cabeza.

— A veces te detesto, Mal — dijo mientras caminaba al baño y cerraba la puerta fuertemente.

Me reí un poco ante su actitud y mire hacia las afueras de la habitación cuestionando si todavía había alguien vigilándome, la idea me inquietaba por alguna razón sentía que debía tener precaución.

Suspire un poco y decidí no seguir pensando en ello, aunque gracias a esos dos misteriosos cuervos, no dormí en toda la noche.

Estaba tan sumida en mis pensamientos hasta que sentí algo caer sobre mi cabeza fuertemente.

— ¡Carajo! — exclamé mientras tomaba la toalla entre mis manos.

— ¿Qué te he dicho de las malas palabras? — reprendió Evie mirándome, rodé los ojos ante su reclamo.

— No es para tanto, además ¿Qué te ocurre? — proteste alzando la toalla entre mis manos.

La Magia Oculta De Auradon | DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora