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ChanYeol se pascaba por el rincón más apañado de la sección de fumadores de la puerta de embarque de USAir, dando unas caladas profundas y rápidas al cigarrillo que empezó a marearse. El avión, según había descubierto, se dirigía a Charleston, Carolina del Sur, una de sus ciudades favoritas, algo que tomó como una buena señal en una larga cadena de acontecimientos que se iban volviendo cada vez más desastrosos.

Primero, el estirado y poderoso señor Oh se negó a aceptar el plan. Luego le había saboteado el equipaje. Cuando el chófer descargó una sola maleta del maletero en lugar del juego completo que él había preparado, ChanYeol pensó que era una equivocación, pero SeHun lo sacó rápidamente de su error.

—Viajaremos con poco equipaje. Le ordené al ama de llaves que lo rehiciera por ti durante la ceremonia.

—¡No tenía derecho a hacer eso!

—Vamos a facturar. — SeHun cogió su propio y ligero equipaje, y ChanYeol se quedó mirando con asombro cómo echaba a andar sin dejarle otra opción que seguirlo. ChanYeol apenas podía cargar con la maleta; sus tobillos se tambaleaban mientras se arrastraba tras él.

Sintiéndose desgraciado y cohibido, se había dirigido a la entrada, donde todo aquel que pasaba notaba el pantalón agujereado, el traje quemado y la gardenia mustia.

Cuando SeHun desapareció en los aseos, ChanYeol se había apresurado a comprar una nueva cajetilla, pero descubrió que sólo tenía un billete de diez dólares en el bolso. Se dio cuenta con inquietud de que ése era todo el dinero que poseía. Sus cuentas corrientes estaban bloqueadas y las tarjetas de crédito canceladas. Por lo tanto, volvió a guardar el billete en la cartera y le pidió un pitillo a un atractivo ejecutivo.

En cuanto lo apagó, SeHun salió de los aseos y al ver cómo iba vestido sintió un vuelco en el estómago. El oscuro traje sastre había sido reemplazado por una camisa vaquera, desgastada por infinidad de lavados, y unos vaqueros tan descoloridos que parecían casi blancos.

Los bajos deshilachados del pantalón caían sobre unas botas camperas de piel llenas de rozaduras. Llevaba la camisa remangada, mostrando unos fuertes antebrazos y un reloj de oro con una correa de piel. ChanYeol se mordisqueó el labio inferior. Al pensar en todo lo que su padre podía haberle hecho, nunca se le había ocurrido que lo casaría con el Hombre Marlboro.

SeHun se acercó a ChanYeol cargando la maleta con facilidad por el asa. Los ceñidos pantalones revelaban unas piernas musculosas y unas caderas estrechas. A Chaeyoung le hubiera encantado.

—Vamos. Acaban de hacer la última llamada.

—Señor Oh, por favor, no creo que quiera hacer esto. Si me prestara sólo la tercera parte del dinero que legítimamente me pertenece, podríamos poner fin a esta situación.

—Le hice una promesa a tu padre y nunca falto a mi palabra. Quizá sea un poco anticuado, pero es una cuestión de honor.

—¡Honor! ¡Se ha vendido! ¡Dejó que mi padre le comprara! ¿Qué clase de honor es ése?

—Hyungsik y yo hicimos un trato y no voy a romperlo. Por supuesto, si insistes en marcharte, no te detendré.

—¡Sabe que no puedo hacerlo! No tengo dinero.

—Entonces, vámonos. —Él sacó las tarjetas de embarque del bolsillo de la camisa y se puso en marcha.

ChanYeol no tenía dinero ni tarjetas de crédito, y su padre le había ordenado que no se pusiera en contacto con él. Con el estómago revuelto, se percató de que no tenía otra alternativa que seguirlo, y cogió la maleta.

Delante de él, SeHun había alcanzado la última hilera de sillas, donde un adolescente estaba sentado fumando. Cuando su nuevo marido pasó junto al chico, el cigarrillo de éste comenzó a arder.

𝑘𝑖𝑠𝑠 𝑎𝑛 𝑎𝑛𝑔𝑒𝑙 || sᴇʏᴇᴏʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora