"My Little Sunshine..." Parte II (Bible & Build)

Capítulo 24

Hogar, dulce hogar...

Build respiró profundamente y apretó con disimulo los puños cuando alcanzó a vislumbrar los dos cuerpos erguidos e impasibles que custodiaban la puerta. Levantó la barbilla y continuó caminado hasta detenerse frente a la puerta. Metió una de sus manos en su chaqueta sólo para cerciorarse de que aquella sencilla hoja de papel, su único salvavidas, seguía ahí.

Si alguien le hubiese dicho cuatro años atrás que esa miserable cuartilla podría llegar a convertirse en su pase directo para la vida que él quisiera, él sin duda se habría reído hasta que le doliera el estómago y después de eso habría dado media vuelta sin intención alguna de seguir escuchando su perorata. No la había robado porque creyera que lo beneficiaría, y sólo ahora caía en cuenta de su error, un error tan estúpido como el de su mismo padre.

—No hay placer más exquisito joven señor, que la miel de ver y sentir como el enemigo muere con su propia espada. ¿Olvidó tan rápido joven amo Build?

Las palabras que Wanwat le dedicara antes de salir de la cocina se repetían una y otra vez en su cabeza como un mantra relajante que lo ayudaba a poner un pie después del otro. Se plantó con toda su altura delante del despacho de su padre. Miró a cada uno de los custodios y dijo firmemente: —Me están esperando.

Uno de ellos frunció el ceño al verlo, conocía por demás la reputación que tenía con básicamente todo el personal de la familia, y aunque la mayoría debían portarse amables con él, siempre había quien no pudiese ocultar sus muecas de desagrado. El muchachito simplemente tensó la mandíbula y prefirió abrirse paso a través del umbral.

Lo primero en lo que Build pensó cuando penetró en la estancia, fue que no había cambio que se le hiciera a ese lugar que le llevara el calor de un verdadero hogar, como lo era la casa de la madre de Bible. Los muebles de diseñador eran fríos y duros; la extensa alfombra de tejidos chinos se sentía como arenas movedizas al caminar; los cuadros se veían opacos y un poco muertos sobre el tapizado barroco y el ambiente siempre tenso, siempre con olor del tabaco quemado. El lugar más horrible de la mansión en opinión del él.

El jefe Dissayarin, plantado a mitad del salón, con sus manos entrelazadas en su espalda recta, ladeó imperceptiblemente la cabeza cuando lo escuchó entrar y Build casi podía jurar haber visto como su boca de labios delgados y severos se movía en una ligera sonrisa de triunfo. Ese gesto le infundió valor para continuar con eso, a pesar de ser testigo de cómo su padre caminaba de un lado hacia otro del otro lado del escritorio con el móvil pegado a la oreja, hablaba tan de prisa que el pequeño tuvo problemas en entenderlo todo, sin embargo había podido capturar la esencia de la discusión, se estaba disculpando por su causa.

—Te aseguro JaeSang que esto es... no mi hijo, ¡aish!—Exclamó a la desesperada, su mano apretó el teléfono al mismo tiempo que la otra se aflojaba con unas ansias que rayaban en la demencia la corbata.

Build lo vio tragar en grueso, las gotas de sudor perlaban su frente arrugada y ligeramente morena, sus ojos violentos se extinguían en la angustia y sus mejillas caídas temblaban con cada paso que daba. Era un conjunto deprimente, desgraciado y Build casi, sólo casi sentía remordimiento por sus actos.

—Lo resolveré ahora mismo, mi hijo le pedirá disculpas al tuyo... es más a los tres mañana mismo, y por supuesto será sancionado de la forma adecuada, puedes confiar en ello—aseguró el hombre con una sonrisa forzada dirigida a la nada para terminar la llamada.

Lentamente bajó el aparato hasta dejar su brazo colgado, sin vida, a uno de sus costados. La sonrisa enclenque de sus labios se extinguió de golpe, dejando tras de sí un gesto bizarro y aterrador que ponía los pelos de punta tan sólo verlo. El hombre se giró sobre sus talones con precisión milimétrica y por un largo instante dejó su mirada perdida en la escasa profundidad de la habitación. Parecía abstraído en la intimidad de sus propios pensamientos. Build ni siquiera tomó asiento, como correspondía, delante de él.