Adolescentes | 2

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Abrió la puerta encontrándose con su servidumbre dispuesta a atenderla y prepararla para el día, la peliroja alejó su cuerpo del marco de la puerta con un suspiro lleno de cansancio.

Dos de ellas se dirigieron hacia el baño para preparar la gran tina de mármol, las dos que sobraban se dispusieron a arreglar el desorden de la habitación, sería un día agotador para todos, como todos los días en aquel palacio.

Meira se encontraba mirando hacia el ventanal con la mirada perdida en los rayos del cálido sol asomándose por la vidriera, los recuerdos de las noches en la que su madre la castigaba poniéndola de rodillas toda la noche debido a sus travesuras con aquel joven, azotaron sus memorias, hace ya un tiempo aquellos castigos no ocurrían.

- Señorita..- Exclamó una muchacha del servicio, avisandole que el baño estaba listo.

Levantó su frágil cuerpo de la cama, sus pasos acercándose a él baño eran lentos, ya dentro de este, las empleadas la desnudaron y comenzaron con su baño, fregaban su pálida piel muy suave con las manos.

Ella parecía un muerto en vida, miraba sus manos con suma atención perdida en sus pensamientos, de nuevo. Meira contaba los años que habían pasado desde el ultimo castigo de su madre, cinco en total, ya era una adolescente de 17 años, sus responsabilidades aumentaban a gran velocidad al pasar de los años, con suerte veía de vez en cuando a aquel compañero de travesuras.

Suspiró mientras sacudía su cabeza lentamente de un lado a otro para alejar cualquier tipo de pensamiento, debía concentrarse, sus maestros la esperaban y sus padres esperaban lo mejor de ella.
Se levantó de la tina permitiendo que secaran y vistieran su cuerpo, estaba lista para sus clases de hoy.

La ojiverde caminaba a paso lento, con su espalda rígida y el mentón en alto, su expresión era fría. Pero, su cuerpo sintió como un escalofrío le recorría la espina dorsal al dar vuelta en una esquina y encontrarse con la mirada de aquel pelinegro, mirándola del mismo modo.

Ella dio una reverencia ante él, por su parte el adolescente dio un asentimiento con la cabeza en señal de saludo.

- Déjennos unos minutos.- Ordenó Hajime a sus escoltas.

- Pero señorita, no hay tiem- Habló rápidamente la criada de Meira.

Fue interrumpida por la mano de la peliroja, que se elevó un poco para detener su hablar, les lanzó una mirada algo borde para que obedecieran aquella orden, se fueron con rapidez, al igual que los escoltas del pelinegro.

- Eres un poco estricta con ellas.- Se burló el pelinegro.

- Es mi deber ¿No?- Ella le sonrió soncarronamente.

- Claro.. Nos criaron para esto.- Él le devolvió el gesto.

Ambos terminaron soltando una risita cómplice, sus cuerpos volvieron a enderezarse y dieron un paso para acercar más sus cuerpos.

La ojiverde miró a su alrededor para asegurarse de que nadie los observara, recargó su cabeza en el hombro del pelinegro y relajó su cuerpo mientras soltaba suspiros ligeros.

- Esto es tan cansador, estoy agotada.- Musitó en voz baja.

- Lo sé, pero todo tendrá sus frutos.- El joven depositó su mano en la nuca de ella para sentir más su calor corporal al suyo.

¡APAGAME! | TKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora