Hierba mala | 4

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Los pasos de los finos tacones resonaban contra la fria madera agrietada, el lugar se veía descuidado y totalmente sombrío, las ratas y el moho inundaban aquella desolada oscuridad.

- Sal de una vez.

Ordenó la ojiverde mirando hacia las sombras, había dejado a sus escoltas de confianza en la puerta.

- No creo que esto sea buena idea, señorita.

- Me importa una mierda lo que creas o no.

Aquél hombre se dejó ver, era alto y robusto, tenía una melena recogida en una trenza desprolija, su barba caía hasta su clavícula, se notaba que estaba descuidado, pero aun así se veía en forma.

El hombre miró a la rubia con el único ojo que le servía en esos momentos, el otro se encontraba dañado por lo que parecía ser un corte, un profundo y doloroso corte.

- Arrodillate, vamos.

La rubia de ojos verdes volvió a ordenar, provocando que el hombre obedeciera y se arrodille casi al instante. Era hilarante ver como un hombre tan colosal como él, redoblara su orgullo y dignidad de esa forma hacia alguien tan pequeño como lo era esa rubia de apenas diecinueve años.

Akane se puso de cuclillas frente al hombre y le pasó el retrato de lo que parecía ser, su hermana, Meira.

- Ella, a ella se lo harás, en la tercera luna llena del mes, aprovecharás que sus clases han terminado y entrarás con mi ayuda, te dizfrazaras de guardia, uno de mis hombres te entregará la identificación falsa y podrás entrar sin dificultad.

La ojiverde iba explicando su plan con lentitud mientras observara el retrato de la peliroja, al igual que el hombre, quien miraba atónito los ojos verdes de Meira.

- Veré como la llevo hasta ahí, tú te encargaras después, recuerda, debes hacerlo.

Le habló autoritaria y con voz firme mientras el hombre se encontraba temblando ligeramente sin despegar sus ojos del retrato, si algo salía mal, lo degollarian.

- Pero.. es la futura emperatriz.

Su cabello fue estirado hacia atrás haciéndole levantar la mirada de manera brusca, Akane lo miraba con desagrado.

- Repítelo, verás como le arranco la lengua a tu hija y esposa frente a ti.

Amenazó soltando rayos de ira de sus pupilas.

- La futura emperatriz, soy yo.

Le aclaró viendo como él asentía temeroso debido a su amenaza.

- Recuerda ese rostro, y vete haciendo la idea de que te va a suplicar piedad, pero lo harás de todas formas, por tu familia.

Hablaba de una manera tan natural y suave, como si no estuviera amenazando a un hombre a muerte, o el plan macabro que tenía contra su propia hermana.

Fue lo último que salió de los labios de Akane antes de que se retire de aquel sombrío lugar, el hombre veía desde el suelo la salida de la mujer, aunque lo único que miraba desde su posición, eran aquellos zapatos de punta tacón rojos.

Sollozos salieron de sus labios mirando el retrato de la joven, se inclinó formando una reverencia en el piso mientras lloraba en silencio.

- Perdóneme por lo que haré, majestad, por favor..

El robusto hombre se lamentaba en voz baja como si aquella pintura fuera a escucharlo, el nombre de Meira salía de sus labios una y otra vez suplicandole que perdone el acto tan horrible que estaba por cometer.

Los caballos azotando sus patas contra el piso mientras corrían, le dieron la señal al castaño de que solo se encontraba él en aquel desolado lugar, permitiéndole desahogarse de manera más escandalosa.

¡APAGAME! | TKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora