Los nervios estaban por toda su anatomía, el pelinegro sentía su ritmo cardíaco al borde del colapso. Se encontraba frente al gran espejo en su cuarto con los brazos extendidos en ambos lados y dos de sus criadas adornando su cuerpo con prendas elegantes y finas, su coronación como emperador era en apenas media hora, los minutos pasaban con lentitud haciendo tensar su cuerpo.
Posó sus felinos ojos en la silueta frente al espejo, años preparándose para tener el poder por fin dieron sus frutos, aunque, la imagen de su preciosa peliroja apareció en el espejo junto a él, vestida con un hermoso vestido de novia blanco, lleno de perlas, sonrió conmovido y dio media vuelta con la ilusión de ver a la ojiverde, pero eso nunca ocurrió.
Volvió a mirar hacia el espejo encontrándose solo con su reflejo, lo había imaginado completamente, solo suspiró regañandose a él mismo por desconcentrarse del objetivo de hoy, sus criadas allí presentes, solo se miraron entre sí con curiosidad, una de ellas iba a decir algo al respecto, más se abstuvo cuando su par la regañó con la mirada al ver sus intenciones.
Hajime bajó del pequeño escenario de madera en el que estaba parado cuando su servidumbre terminó de vestirlo. Les agradeció con un ligero asentimiento de cabeza para luego salir de esa habitación y ser seguido por sus guardias con destino a su futuro.
Sus bellos se erizan cuando pisó el frío suelo de mármol, y vio aquellas enormes puertas que en menos de unos minutos serían abiertas exponiendolo a un pueblo entero y a aquel sacerdote encargado de coronarlo, tragó fuerte al escuchar al anciano.
En el exterior:
El pueblo entero estaba presenciando ese día, sobre el balcón real estaban; aquel sacerdote de bata blanca, dando el típico discurso antes de dejar pasar al futuro rey, a unos menos detrás de él, estaban ambos padres de familia, el duque Inui y su esposa, la duquesa Inui, unos pasos detrás suyo, estaban sus tres hijos, ambos rubios y la peliroja, del otro lado del sacerdote estaba la ex emperatriz, esperando ansiosa el ascenso de su único hijo, y a su par estaban otras dos concubinas del difunto rey, con el ceño fruncido.
- Es un honor para mí estar en este momento, frente a Dios y frente a todos ustedes. - El sacerdote habló con la voz rasposa y en alto. - Con toda la pena del mundo y tristemente para todos, nuestro emperador, el difunto sol del imperio, falleció y nos dejó a todos con el pesar en el corazón por su partida, pero, su compasión por nosotros fue tan grande como siempre y nos dejó este nuevo amanecer, el nuevo sol de los futuros días de Hai, Hajime Kokonoi, antes príncipe, actualmente nuestro rey.
Las enormes puerta se abrieron dejando pasar al pelinegro quien temblaba en su lugar, más solo avanzó hacia la orilla del balcón siendo seguido por la mirada de todos allí presentes, aunque, Hajime solo buscó la cabellera carmesí que adoraba tanto, sus miradas fueron conectadas al instante, Meira le sonrió e hizo una gesto ligero con la cabeza para tranquilizarlo al ver los nervios de él.
Sus manos fueron dejadas en la orilla de mármol blanca, se veía imponente, y su mirada gélida lo ayudó a desaparecer aquellos nervios ante el pueblo.
- Mi pueblo querido, crecí siendo rodeado por ustedes como su príncipe, mi vida entera fue educada para que cuando llegara este momento, ser el gobernador perfecto para ustedes y llevar el país más allá de el sol.- Su voz sonaba con fuerza siendo observado y escuchado por todos. - Hoy, el día en el que me convertiré en su rey, prometo eternamente, llevar a Hai el reino de la cenizas a lo más alto de todos los reinos, y solo ver por el bien de ustedes, mi pueblo.
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¡APAGAME! | TK
Fanfiction" El fuego es cálido, es tan hermoso como peligroso. No hay nada mejor que ver sus brasas carmesí bailando entre ellas mezclándose al compás de ese anaranjado tan distintivo. El fuego es ardiente, se lo conoce por destruir todo a su paso, una vez qu...