Ghost sale a caminar.

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Amaba a su esposa, la quería muchísimo, le encantaba su sonrisa, lo amable y soñadora qué podía ser, sin embargo, hasta en el paraíso existen los problemas.

La luz de la luna pasaba a través de las cortinas blancas, era una noche fresca de verano, Ghost finalmente estaba en casa después de pasar por tanto contra toda la mierda que incluía ser militar en medio de una guerra que la cama se sentía gloriosa.

Estaba feliz de estar de vuelta, abrazo a su esposa mientras ambos estaban acostados descansando hasta que cierta sensación hizo despertar al teniente, ese cosquilleo en su entrepierna que conocía bien, soltó cierto gruñido en voz baja mientras pegaba más su cintura hasta su trasero y llevaba su mano hasta su pecho para masajearlo despertándola.

—Detente, no quiero...

Al momento de escuchar su negativa suspiro derrotado, alejo sus manos de ella y le dio la espalda alejándose por completo hasta la orilla; ambos se sintieron rechazados, distanciados.

No habían tenido sexo alrededor de casi tres años.

Era una mujer algo recatada, sin mencionar lo religiosa, pensaba qué eso no era un problema hasta qué comenzó a negar todo intento de relación sexual. Respetaba su decisión de decir no, pero carajo, era hombre y necesitaba hacerlo; pasaba semanas, meses fuera, con el estrés a tope, era claro qué quería tener intimidad con su esposa sería una forma agradable de relajarse, pero ella lo veía mal, como algo funesto o terrible qué no debían hacer. No estaba seguro de como tomaría el día que se enterará qué en realidad no iba a "guardias de vigilancia" sino a asesinar a personas.

Su esposa se quedó mirando su almohada con la sensación de tristeza y duda, sabía la reacción que tendría cuando se lo dijera, una no tan agradable.

—Quiero un bebé.

De todos modos lo dijo.

La sensación en su estómago la estaba matando de nervios, su corazón latía con fuerza; Ghost quedó pasmado un momento, pensaba si había escuchado bien o si los sonidos de disparos, granadas y explosiones lo habían dejado sordo.

— ¿Qué?

—Nada—con solo escuchar aquello supo que no iba a acabar bien esa conversación, de nuevo.

—No, dilo.

Apretó los labios un momento, no quería decirlo ya para evitar problemas, pero Ghost volvió a decirle que lo repitiera, así que tomo valor y dijo nuevamente "Tengamos un bebe". El británico se sentó en la orilla de la cama, aun dándole la espalda, era osado de su parte.

—No tenemos sexo desde hace tiempo ¿Pero quieres un hijo?

—No es lo mismo, creo que un bebe nos cambiaría la vida, ¿no crees?

—Sabes qué yo no quiero uno, mi trabajo también me impide hacerme cargo debidamente.

Eso último era en parte verdad, pero el verdadero motivo era porque no quería arriesgarlo a ser un rehén para llegar a él cómo lo hacía en ocasiones.

— ¡Lo sé!, Pero pensé qué podrías buscar otro trabajo, dejar de viajar tanto y quedarte más en casa—se acercó a su espalda para abrazarlo mientras le decía aquel plan pensando que sería buena idea; Ghost se levantó alejándose de sus brazos—Me siento algo sola, casi nunca estás aquí conmigo y cuando estás, eres igual de serio y distante, yo no soy un soldado, soy tu esposa.

—Yo era así cuando me conociste, te dije que nunca iba a cambiar y no intentes hacerlo, yo no hago lo mismo contigo.

—No estoy intentando hacerte cambiar, solo quiero mejorar esto—se sintió desesperada un momento, pero al darse cuenta respiro hondo para calmarse y seguir con su petición—Muchas de mis amigas dicen que sus matrimonios mejoraron con un bebe.

Otra - Ghost y tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora