Te equivocaste, Ghost.

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Se merecía todo lo malo qué le llegase a pasar, sabía qué podrían descubrirle tarde o temprano, era consciente de las consecuencias de sus propias acciones, de todo el dolor, tristeza y sufrimiento qué iba a provocarle a la persona que se supone que le prometió jamás hacerle daño.

Sin embargo, lo hizo, de la peor forma, una imperdonable.

La veía soltar lágrimas en silencio, el shock era tan fuerte que estaba seguro de que intentaba buscar palabras o gritar algo, pero no podía, tenía el corazón partido de una forma que sería imposible repararlo.

¿Qué podía decir en ese momento? Ninguno estaba seguro en realidad.

— ¿C-cómo? —logro articular su esposa a duras penas.

Esa respuesta la sabía bien, porque desde ese día inicio todo.

Simon "Ghost" Riley, teniente de las fuerzas especiales aéreas británicas, un hombre que siempre usa mascara, de pocas palabras, pero lengua afilada a la hora de opinar, despertaba de su noche de descanso; había regresado no hace mucho de una misión y aunque le parecía algo extraño dormir en algo que no fuera algo incómodo como el suelo pudo dormir tanto como para recuperarse.

Miraba el techo por unos segundos antes de levantarse, se preparó y salió del cuarto; el día parecía brillante, la luz entraba por todo el lugar iluminándolo, aún no se acostumbraba a ello; recordaba que él mantenía las cortinas cerradas hasta qué su prometida comenzó a vivir en su casa.

— ¡Despertaste! —la chica castaña lo saludo con emoción.

—Buenos días—le hablo con cierta ternura yendo a abrazarla por la espalda y darle un beso en la coronilla de la cabeza mientras ella continuaba cocinando el desayuno.

— ¿Dormiste bien?

—Bastante.

Ghost la describía como una chica adorable, como si todas las cosas buenas del mundo estuvieran en una misma persona: amable, servicial, alegre, bondadosa, le hacía feliz tenerla a su lado, por eso mismo se casarían pronto, en un par de semanas para ser exactos. No harían algo muy extravagante o exagerado, solo estarían el Task y un par de invitados más, pues el británico estaba en contra de cosas llamativas, así que celebrarían algo personal y sencillo.

—Hice huevos para desayunar, ya casi están.

Aquella mujer le hacía feliz, sentía que su corazón estaba en calma. Estuvo de misión por varias semanas y lo único en lo que podía pensar era en regresar para volver a verla, ahora que estaba junto a ella, quería aprovechar el máximo tiempo posible.

Pasaron el día juntos, no haciendo nada en particular, pero juntos al fin y al cabo. Hasta que por la noche tocaron a la puerta a la hora de la cena; Ghost fue a abrir encontrándose con Soap, Price y Kyle.

— ¡Ey, teniente! ¡Venimos a llevarte con nosotros!

— ¿Y ahora qué?

— ¡Venimos a llevarte a tu espectacular despedida de soltero!

Ghost cerro la puerta en sus caras, no quería escuchar nada más.

— ¿Paso algo? Escuché a Soap.

—No era nadie.

— ¡Ghost, sal de ahí, no vas a impedir tu destino! —Soap grito desde el otro lado de la puerta.

—Como dije, no era nadie.

Alzo una ceja incrédula, pidiendo explicaciones con su mirada.

—Quieren qué vaya a una despedida de soltero.

Otra - Ghost y tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora