EL OASIS

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El oasis.

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Seraf

En medio del vasto desierto, donde la aridez parece gobernar, se encuentra EL OASIS, un remanso de vida en medio de la desolación. A medida que te acercas a sus límites, el aire se llena de una fragancia embriagadora, una sinfonía de aromas dulces y frescos que invita a la calma y la contemplación.

El oasis se extiende ante tus ojos como un lienzo pintado con colores vibrantes y formas exuberantes. Los árboles, de hojas verdes y pródigas, se alzan majestuosas hacia el cielo, ofreciendo sombra y respiro a quienes se aventuran en su interior. Sus ramas parecen acariciar el viento con suavidad, creando una danza armónica que llena el ambiente de un susurro reconfortante.

La vegetación es exuberante y diversa. Flores de todos los colores imaginables adornan el suelo, creando una alfombra multicolor que cautiva la mirada. Sus formas intrincadas y delicadas evocan una sensación de misterio y encanto, como si cada pétalo escondiera secretos ancestrales.

La fauna se mueve con gracia y curiosidad entre los árboles y arbustos. Mariposas de alas iridiscentes revolotean en el aire, dejando un rastro de polvo de estrellas a su paso. Aves de plumaje brillante y melodías encantadoras llenan el oasis con su canto, creando una sinfonía natural que parece elevar el espíritu.

En el centro del oasis, un arroyo serpentea suavemente entre las rocas. Su agua cristalina y pura brilla con una luz misteriosa, reflejando los destellos dorados del sol. Es aquí donde reside la esencia de la vida eterna, un líquido sagrado que fluye con la promesa de la inmortalidad y la renovación.

En ese momento, cuando te encuentras en el corazón del oasis, la atmósfera adquiere un aire de misticismo y ocultismo. El viento susurra palabras olvidadas y el susurro de la naturaleza cobra vida. Puedes sentir la presencia de aquellos que han buscado y protegido el agua a lo largo de los tiempos, susurros ancestrales que resuenan en tu mente y te conectan con un conocimiento ancestral.

Sin embargo, a pesar de la belleza y la esperanza que emana el oasis, también se percibe un ligero matiz de muerte, como si el paso del tiempo y las vidas que han sido tocadas por el agua de la vida eterna dejaran una huella invisible pero palpable. Es un recordatorio sutil pero poderoso de los peligros que acechan en el camino de aquellos que se atreven a buscar la eternidad.

En medio de esta amalgama de sensaciones y presencias, te encuentras en un lugar donde la magia y la realidad se entrelazan, donde los límites del mundo tangible y el reino de lo desconocido se desdibujan. Es un santuario de vida y esperanza, pero también un umbral hacia lo sobrenatural y lo misterioso.

Seraf, una mujer de 35 años, emana una presencia imponente y desafiante. Su aspecto, a pesar de su relativa juventud, revela una sabiduría que solo se puede obtener a través de años de experiencia. Con su cabello plateado que cae en suaves ondas alrededor de su rostro, es como si llevara a cabo los secretos del tiempo.

Sus ojos amarillos, como llamas danzantes en la oscuridad, transmiten una mirada penetrante y astuta. Son ojos que han visto más de lo que muchos podrían imaginar y que revelan una comprensión profunda del mundo que la rodea.

Su piel tersa, a pesar de la dureza del entorno en el que vive, parece inmune a los estragos del sol y el viento del desierto. Es como si la propia naturaleza le rinde homenaje, otorgándole una fortaleza física que se equipara a su fortaleza interior.

Seraf se ha ganado su reputación de rudeza y audacia a través de sus numerosas hazañas y gestas. Ha enfrentado desafíos inimaginables y ha luchado contra enemigos formidables para proteger el oasis y la fuente del agua de la vida eterna. Su valentía y determinación la han convertido en una respetada y temida.

DISTÓPICOS: VOLUMEN IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora