CAPÍTULO 2: PELEA DE HERMANOS

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Después de lo ocurrido, Mario y Luigi hablaron de ese primer beso de ambos y se confesaron que les gustó mucho y que sentían que querían tener entre ellos algo más que una relación fraternal, y por suerte los dos aceptaron en comenzar dicha relación.

En el instituto comenzaron a enseñarles sobre sexualidad, pero Mario, preocupado de que la inocencia de Luigi se fuese al oír de esos temas, le tapaba los ojos y las orejas para que no se enterase, con el fin de que su hermanito no muriese.

Ya en casa el hermano mayor le explicó al pequeño, de un modo que no lo corrompiese, todo lo aprendido en clases. Sabiendo que no podían besarse ni tocarse tan abiertamente en casa porque sus padres estaban cerca ambos hermanos idearon un plan para que no sospechasen de su relación secreta.

El padre de Mario y Luigi había vuelto a su hogar siendo recibido por su mujer con un cariñoso beso en los labios. La madre le comentó que sus hijos no se querían hablar y sin saber por qué, sabiendo que ellos dos siempre eran súper cariñosos el uno con el otro y que disfrutaban estar juntos todo el tiempo. De repente se escucharon gritos desde el salón de la casa.

L: “¡Y yo te he dicho que no toques mis cosas! ¡Yo no voy a tu cuarto y te quito tus figuritas de acción!”

M: “¿¡Qué tengo que hacer para que me perdones!? ¡Sé que ese libro era tu favorito, pero no puedo permitirme comprarte otro igual!”

Los padres estaban asustados ante tal comportamiento de sus hijos. Pensaron que, al tener ya 13 años, esos arranques de ira eran normal, que solo era una fase rebelde. Mario abrió la puerta de su habitación y fue a la de Luigi.

L: “¡Oh, has venido a pelear!” Dijo con un tono malicioso en su voz.

M: “¡Esas eran mis figuritas!” Luigi le enseñó la lengua como burla, cosa que hizo enfadar aún más a Mario. “¡TÚ TE LO HAS BUSCADO!”

Y así ambos hermanos comenzaron a pelearse. Sus padres fueron corriendo a detener la pelea logrando su cometido. Les contaron lo ocurrido tras una buena riña de sus progenitores, a lo que ambos decidieron proponerles un trato: irían a comprarles nuevas figuritas de acción a Mario y un ejemplar del libro a Luigi, pero que a cambio hicieran las paces.

Cuando salieron por la puerta para ir a comprar, los dos se miraron fijamente a los ojos y comenzaron a besarse mientras iban a la habitación de Luigi.

L: “Tenías razón, ha funcionado.”

M: “Fue fácil engañarlos, ¿verdad?”

L: “Sí.” Dijo aliviado y feliz.

M: “Perdón por haberte hecho daño. Tú no te mereces que nadie te pegue.”

L: “N-no, no… Y-yo estoy bien. Yo también siento haberte herido.”

M: “No tienes que pedirme perdón hermanito.” Besó el cuello del pequeño. “¿Me dejas demostrarte cuanto te quiero?”

L: “S-sí…” Gimió de placer cuando Mario metió su mano por debajo de su camiseta y tocó su pecho mientras la subía hasta llegar a sus pezones. “¿M-mis tetillas? ¿Por qué las siento tan duras?” 

M: “*Mejor que no lo sepas. Es mejor que no entiendas lo que es realmente el sexo.* Oye, ¿quieres que nos quitemos la ropa y nos demos besitos y abrazos?

L: “¿Se puede hacer eso?” Preguntó muerto de vergüenza.

M: “Claro que sí, pero esto solo es entre dos personas que se quieren mucho, hermanito.” Acarició la mejilla de Luigi tiernamente. “Y yo te quiero muchísimo.”

Nunca te dejaré (Mario x Luigi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora