Cap5 El vestido

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•Danna

Inestable.

Si tuviera que definir el clima de esta ciudad, usaría esa palabra. El viernes hacia tanto calor que pensé que me derretía, ayer estaba normal, y hoy, bueno, mucho frío.

Pero no era solo la temperatura. Llovía de vez en cuando, con las gotas cayendo suavemente, y un viento fuerte y agresivo. Pero, si algo sé, es que hasta lo más loco e inestable, tenía patrones.

Yo soy un vivo ejemplo de ello.

Y una vez logré descifrarlos, se me hizo más fácil volver a mi departamento. Todas mis cosas estaban en cajas, que iban y venían, a mi y los trabajadores que me ayudaban se nos hizo un poco difícil por el clima, que insisto, es raro. Tuve que salir con todas las cosas de mi casa hace 2 semanas, debido a una plaga que estaba amenazando mi hogar, bueno mío y de Lily. Quien hacía lo imposible por ignorar lo de ayer. O eso intentaba. Pero aquí entre nos se le notaba por donde la miraba que estaba estresada.

—¿Cuántas cajas faltan? –preguntó cansada.

—Unas 5, los trabajadores ya se están llendo, solo son esas –las señalé– ¿desde cuando tenemos tantas cosas? –le di una mirada cansada.

—No lo se, somos fanáticas de muchas cosas, ademas nos dijeron: que no quede nada aquí, lo que quede se irá.

Le di la razón con un gesto. Terminamos de meter las cajas al departamento. Saqué algunas cosas de las cajas, acomodándolas en mi cuarto, mis peluches, mis funkos y mis amados libros. Al terminar salgo de mi cuarto, voy con Lily y veo que está revisando su álbum de fotos, estaba viendo una foto con Leo, le daba una mirada triste, un tanto melancólica.

Ese pedazo de mierda no merece su tristeza.

Ella pareció leer mi mente, y me habló.

—Es una mierda lo sé, pero no me siento mal por el, sino por mi –volteó a verme– me preocupo–suspiró– incluso por ti.

—¿Por mi? –pregunté incrédula– ¿no me digas que te preocupa lo que el imbécil haga?

—¿No recuerdas lo de hace cuatro años? ¿O lo del año pasado?

Me tensé, mi expresión se endureció, la pequeña cicatriz en mi clavícula se hizo presente. Tomé una respiración. Con la poca paz que pude reunir hablé.

—Eso quedó atrás, odie todo lo qué pasó después de ello, pero eso no quiere decir que él puede hacer lo que le dé la gana –sentencie.

—¿Lo dices por lo de ayer? No sabes si...

—Se que fue él –la interrumpí– él es el líder de los cazadores, lo que no se es porque lo hizo, pero no dejare que vuelva a joderme –me acerqué y me senté a su lado– aunque en un tema relacionado, ¿querías contarle la historia a Alana?

Ella suspiró.

—Quería, pero no se, creo que... tal vez no era el momento –confesó dudosamente.

—Está bien, pero después le tendrás que explicar porque le dijiste la verdad tan torcida y peor aún para salvar tu trasero, te seguí la corriente.

—Ella lo entenderá, se lo sabré explicar.

—¿Tanta confianza te inspira? –pregunté.

—En realidad, si –confesó, cerró el álbum y me miró, ya conocía esa mirada, así que voltee los ojos— que me dices tú, ¿que te traes con Alex?

—No traigo nada ¿es ilegal familiarizarme con alguien?

Crucifiquenme pues.

—Le confiaste tu vestido, el primero que diseñaste.

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