Cap 8 La invitación

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Alex:

Uno pensaría que después una fiesta loca, lo que pudo ser una humillación pública –y créanme cuando digo que no necesito más atención de la gente– de desafiar a la muerte junto a tu amiga y que todo quede en ti, estarías preparado para cuando tu mamá te encuentra con más de mil dólares en un bolso. Pero tristemente la realidad es otra. Una muy diferente. Solo tienes miedo porque no sabes explicarte sin joderte. Mientras estás semidesnudo porque te sacaron casi arrastrado, ¡de la puta ducha!

—¡¡Alex Martín Prite Guzmán!! –me gritó mi mamá detallando el contenido del bolso– me quieres decir ¡¿cómo obtuviste todo eso de la noche a la mañana?!

No sabía ni cómo explicarle, ni justificarme y justo se enteró de esto antes de mis clases ¡¡Tengo clases en media hora y esto me explotó en la cara!! La calma es lo que necesito ahora.

Pues tendrás que decirle una parte de la verdad, no te queda otra amigo, esta vez no sé cómo ayudarte.

Qué buena ayuda.

—Mamá –empecé tratando de llamar a la calma– tranquila, te explico –tenía que elegir mis palabras con cuidado– el sábado después del trabajo salí con mis amigos, fuimos a unas carreras y yo... –me detuve, sabía lo que pasaría si lo decía, pero no quedaba de otra– competí.

Ella se sentó en la cama con una expresión que no supe leer.

—Sabes que no tengo problemas con que tengas una moto, pero no me gustan esas carreras callejeras y menos cuando apuestas –me dijo seria, ambos sabíamos los recuerdos con las apuestas.

—No lo hice por el dinero, sino por dignidad, después de que terminamos la carrera no recordaba ni siquiera la apuesta del chico –dije.

—¿Terminamos? ¿Acaso Chris se involucró? –preguntó mi mamá.

Pues......

No le quiero mentir. Y ya la cague hablando demás.

—De hecho era una carrera de parejas, Danna siempre quiso competir en ella, así que ella fue mi compañera y obtuvo la mitad de lo que ganamos.

Se levantó de la cama y no supe si estaba molesta o... ¿contenta?

¿Qué...?

—No lo hiciste solo por ti, sino también por ella –empezó– lo cual no lo hace mejor, pero si un poco más tolerable –no entendí a qué se refería– sinceramente no sé si castigarte, abrazarte o ambas.

—¿Y si mejor optamos por el abrazo? –abrí los brazos y ella me abrazó.

—No hagas tantas estupideces peligrosas –me dijo aún en el abrazo– no quiero verte como a tu padre, sabes que no salió bien librado del mundo de las apuestas.

La abracé con fuerza. No hablamos demasiado del último tiempo de papá, tratábamos de ver lo bueno de su vida. No pude evitar recordarlo cuando me metí en eso.

—Tranquila, tú criaste un caballero tranquilo –le dije de forma graciosa– no haré algo peligroso para mi o para ti. Te lo prometo.

Lo decía muy en serio.

—O para la chica con la que competiste –me respondió.

Me soltó y se fue por la puerta, yo tenía que apurarme si no quería llegar justo de tiempo. Aún extrañado por la conversación, termine de alistarme y salí. Con mis cosas subí a mi moto y fui hacia The List.

*
No hice gran cosa a lo largo del día, clases, trabajos, nada fuera de lo común. Pero tenía cosas por hacer y Lily me recomendó ir a la cafetería principal de The List, que al mismo tiempo era una gran biblioteca, estaba diseñada específicamente para hacer todos los trabajos e investigaciones que te dejaban.

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