La alarma sonó rápidamente emitiendo pitidos molestos que me despertaron, aquello me hizo estar durante unos minutos de mal humor.
"Debería haber configurado otro sonido distinto para la alarma, qué estruendo."
Ciro y Hiroshi seguían durmiendo, tuvo suerte de que teníamos una cama extra en caso de que hubieran imprevistos de aquel tipo, aunque yo seguía sin saber por qué residía con nosotros si ni siquiera mis padres estaban en casa.
Pasó un minuto y para mi sorpresa mi madre me estaba llamando, me pareció extraño porque me dijo que no podría responder ni hacer llamadas porque estaría bastante ocupada.
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-Hola, mamá ¿cómo va todo?
-Hola, Viana las cosas van a mejor estamos arreglando unos papeles en el banco.
-¿Le dejaste la nota que hicimos a la abuela?- una mueca incontrolable de dolor y tristeza se esbozó en toda mi cara, intenté que la voz no se me quebrara porque no quería preocuparla.
-Por supuesto, ella ya sabe muy bien que la queríamos un montón y que la seguimos queriendo.
-Bien, espero que pronto regreséis... ¿hay algo que no me hayas contado?
-No, estamos arreglando documentos entre tus tíos y yo porque resulta que la abuela tenía varias deudas pendientes y el tema de la herencia está complicado. Además el abuelo está muy débil moralmente y estamos en su casa para darle compañía y ayudarle en todo lo que podamos. En fin, no te preocupes volveremos en una semana a casa, recuerda que tenéis toda la comida preparada en la nevera, tenéis dinero en el cajón también las llaves y todo para poder salir cuando necesitéis.
-Ya veo mamá, dile al abuelo que lo quiero mucho...oye, sabes que Hiroshi también está en casa, ¿verdad?-le cuestioné intrigada.
-Lo sé- afirmó
- ¿Por qué?
-Es una situación bastante complicada Viana.
-Pero quiero saber.- insistí a pesar de que me temía que aquello era algo malo.
-Pero no se lo digas a nadie, ¿vale? Bianca, la madre de Hiro, se marchó de la nada con otro hombre que vive lejos de aquí y demandó el divorcio de inmediato con su esposo. Entonces, David, su padre, está muy deprimido y además su trabajo es hasta las tantas por lo que que apenas podría darle atención a su hijo. Por eso, decidió preguntarnos si su hijo podría quedarse con nosotros hasta que le den vacaciones laborales.
-Vaya... David realmente la quería, pobrecitos... no lo merecían.- dije tras escuchar minuciosamente lo que me iba contando mi madre. Finalmente, después de unos segundos me despedí para dar como finalizada la llamada.
-Adiós Viana, cualquier cosa que necesites que sepas que estaré pendiente.
Colgué y me quedé pensando en lo difícil que debía ser para ellos. Sin pensármelo mucho, fui a la habitación para invitados y miré cómo dormía, parecía que tenía el contorno de los ojos enrojecido. Sin duda había estado llorando aquella noche y al contrario de él yo no estuve allí para ahogar sus penas.
"Siento no haber estado ahí para ti, te prometo que a partir de ahora intentaré ayudarte en todo."- Pensé con los ojos a punto de estallar en temerosas lágrimas.
Sin querer estallé en sollozos, por todo, no aguantaba más de nuevo y me sentía como en un sin salida. Me tapé la boca con fuerza para evitar despertarlo ya que estaba claro que necesitaba tomarse un buen descanso. Sin embargo, mi repentina melancolía lo había interrumpido despertándose completamente.
-¿Qué te pasa?- estaba un poco sobresaltado porque no se esperaba mi presencia en su cuarto, así que levantó la espalda incorporándose rápidamente. Posteriormente, me dedicó una mirada apenada y me dio un abrazo porque a pesar de que no sabía qué me pasaba quiso mimarme para relajarme un poco. Sinceramente, cualquier situación por pesada que fuera estando con él se hacía más amena.
