Capítulo 15

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El primer día después del incidente, ni Xavier ni Wednesday aparecieron por el instituto. Enid se sentía rara sin la presencia de la omega a su alrededor, sin su brillante sonrisa, sin sus mejillas sonrojadas y sin sus dulces palabras. Se sentía vacía e incompleta, y su humor decayó notoriamente. Le dedicaba miradas asesinas a todo aquel incauto que se atrevía a pasar por su lado, e hizo llorar a un grupo de alumnos de primero por estar parados en frente de su taquilla. Por primera vez, la leyenda de la malvada Enid Sinclair se estaba haciendo realidad.

El segundo día, el puño de Xavier rompiendo su nariz le dio la bienvenida. Todo el mundo contempló incrédulo cómo el omega golpeó a la alfa con todas sus fuerzas. El pecho de Xavier subía y bajaba con furia, y sus puños permanecían apretados a sus costados.

—¡Tú no mereces ser llamada alfa, Enid Sinclair!

El encolerizado grito de el omega resonó por todo el instituto.

Enid sostuvo su nariz, sintiendo una fuerte punzada de dolor y la sangre cubrir sus manos. Miró a Xavier, el chico parecía realmente capaz de matarla en esos momentos, y ella sabía el motivo. Realmente, no podía culparle.

—Wednesday está...

—Mal, está mal —cortó Xavier—. La has destrozado, se siente usada y rota. ¡¿Qué clase de persona rechaza así a su pareja destinada?! ¡No eres más que una cobarde!

Pareja destinada. Aquellas palabras golpearon a Enid con la fuerza de un martillo neumático. Wednesday también lo había sentido así. Nunca creyó que su propia estupidez pudiera llegar a esos límites.

—¿Ella quería que la marcara? —preguntó incrédula.

Xavier empezaba a creer que quizá Enid no era mala, quizá solo era imbécil.

—Oh, pero ¡tú...! ¡Claro que quería que la marcaras, idiota! ¡Está loca por ti, su celo se adelantó por ti! ¡¿Qué te esperabas, un polvo y adiós muy buenas?!

Xavier cada vez parecía más enfadado, ni siquiera le importaba la gente que observaba curiosa a su alrededor.

—¿Sabes? Nunca me gustaste, pero pensé que incluso tú serías capaz de ver que Jenna es la persona más maravillosa del mundo. Te había tocado el gordo y tú lo has despreciado y has roto su corazón.

Enid se sentía como la mierda más grande de todo el universo, Xaviera tenía razón, era una cobarde y un intento fallido de alfa. Aquellas palabras no le dolieron, porque ella sabía que eran ciertas; lo que de verdad le dolía, era saber que había herido a Wednesday.

—Sí que lo vi —respondió finalmente.

Xavier pareció confundido.

—¿Cómo?

—Sí que vi que Wednesday era la persona más maravillosa del mundo, siempre lo ha sido. Lo supe desde el maldito momento en el que entró por la puerta y su aroma me impactó, supe que ella estaba hecha para mí, y que mi único propósito en la vida era estar con ella. Xavier, tú no lo entiendes, yo no quería usar a Wednesday. Estoy tan malditamente enamorada de ella que a veces creo que estoy perdiendo la cabeza, y solo quiero protegerla, meterla en una caja de cristal para mantenerla a salvo y que nadie pueda acercarse a ella. Porque me vuelvo una maldita posesiva cuando se trata de Wednesday, porque la quiero solo para mí. ¡Claro que sé que es maravillosa, joder! Hasta mi subconsciente lo sabe, y me lo recuerda cada noche en sueños. Por eso pensé, que nunca querría estar unida a mí. ¡Mierda, si tú mismo lo has dicho! No merezco llamarme alfa, soy un desastre. La gente me teme y soy incapaz de relacionarme con más personas. Pensé que nunca sería suficiente para Wednesday, y ahora...ahora yo le he hecho daño y me gustaría poder hacer que todo el dolor que está sintiendo volviera a mí, pero multiplicado por mil, porque me merezco sufrir por haber herido a lo único bueno que me ha pasado en la vida —dijo, con desesperación y el más profundo dolor marcando sus palabras.

Xavier se quedó sin palabras. El público improvisado había comenzado a dispersarse en cuanto dejaron de gritar, y ahora solo quedaban ellos dos, parados en medio del pasillo, mirándose fijamente.

Si Xavier le contara a alguien que había visto lágrimas anegadas en los ojos de Enid Sinclair, no lo habrían creído. La sinceridad arrolladora en las palabras de Enid y el dolor en su mirada, calaron en lo más hondo de el omega. Finalmente, suspiró.

—Realmente la amas, ¿no es así?

Enid asintió lentamente, con una sonrisa triste en sus labios.

—Con toda mi alma.

Xavier sabía que no mentía, por mucho que le costara admitirlo. Podía entender los motivos de Enid, por muy estúpidos que fueran. Había querido proteger a Wednesday hasta tal punto que había terminado destrozándolas a las dos.

—¿Sabes? A pesar de lo que pueda parecer, Wednesday es de las personas más fuertes que alguna vez he conocido. Su madre trabaja mucho, tanto que apenas para en casa, y ella lleva haciéndose cargo de su hermano pequeño desde que su padre murió, aún así, se las arregla para ser la mejor de la clase. Siempre afronta la vida con una sonrisa, no importa lo duro que sea el problema que se le presente, ella es optimista hasta niveles casi irritantes. No voy a mentirte, Enid, la has destrozado, nunca la había visto tan mal. Pero, si consigues arreglarlo, estoy seguro de que ella podrá hacerle frente a todo lo que supone ser tu compañera.

Enid parpadeó, con la boca abierta.

—¿Me estás diciendo que intente arreglarlo? —preguntó incrédula.

Xavier suspiró cansado.

—Si por mí fuera, un platillo volador podría venir ahora mismo, abducirte y llevarte a un planeta extraño en el que nunca volveríamos a saber de ti. Pero estamos hablando de Wednesday, y estoy seguro de que no importa lo dolida que se sienta, sigue deseando estar a tu lado.

—Gracias, Xavier, de verdad. Iré a buscarla ahora mismo.

—Sinceramente, no te lo recomiendo. Ahora está en casa de su tía, y es una mujer de armas tomar. Y, por mucho que me gustaría ver cómo una señora de sesenta años te abre la cabeza con una sartén, no es la reconciliación que Wednesday se merece.

Enid hizo el amago de una sonrisa. Había tomado una decisión. Era antinatural estar separada del amor de su vida, una blasfemia, algo irracional. Ella iba a encargarse de ponerle remedio a aquello, aunque tuviera que contar todos los granos de arena del desierto del Sahara para conseguir el perdón de su dulce omega.

 Ella iba a encargarse de ponerle remedio a aquello, aunque tuviera que contar todos los granos de arena del desierto del Sahara para conseguir el perdón de su dulce omega

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❛❛¿Listos para el final que se viene? Porque yo, no...

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1110 palabras escritas.
28.06.23
16:49pm
Ib: haedove

Atte:
Dovie 🦢

intocable ⋆ wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora