❛❛Tras meses de silenciosa observación, ¡llegó la hora de pasar a la acción!
Enid es la alfa más temida y respetada en todo el instituto, pero no ha podido evitar caer por la dulce omega de cabello pelinegro y mejillas regordetas. ¿Será capaz de dar...
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—¡Enid Sinclair, es la cuarta vez que te digo que no metas la mano en el bowl de las galletas!
—Pero es que la masa es lo mejor.
La alfa hizo un exagerado puchero y miró a Wednesday intentando parecer adorable.
—Cierto, la única adorable aquí eres tú —dijo entre risas la omega.
Enid tomó la cintura de su pareja y tiró de ella hasta estrecharla contra su cuerpo. Las mejillas de Wednesday estaban sonrojadas, como cada vez que Enid le hacía un cumplido. No importaba el tiempo que pasara, Wednesday Addams seguía siendo la misma dulce omega que volvía loca a cierta alfa cascarrabias. Sonreían mientras se miraban a los ojos con un amor tan profundo que no podía expresarse con palabras. Lentamente, Enid acortó la distancia hasta rozar sus labios con los de Wednesday, siempre tan dulces y apetecibles. El beso empezó con calma, suavemente, las dos disfrutaban del contacto, pero a Enid nunca le había gustado andarse con miramientos.
Afianzó su agarre en la cintura y profundizó el beso, introduciendo su lengua en la boca de una Wednesday que estaba a punto de explotar. Un gemido escapó de los labios de la menor y Enid respondió gruñendo con satisfacción. Lentamente llevó sus grandes manos al trasero de Wednesday, liberando su cintura, amasando y disfrutando de aquella zona que tanto le gustaba del cuerpo de su chica. ¿A quién iba a engañar? Todo en Wednesday la volvía loca.
—Enid...
—Dios, Wedns. Te quiero tanto —medio gruñó.
—¡Iugh! ¡Qué asco, qué asco! ¡Por favor, busquen un hotel!
Un niño de doce años entró a la cocina, obligando a la pareja a separarse. Wednesday rió tímidamente y Enid escondió el rostro en el cuello de la omega, intentando tranquilizarse. Otra vez sería.
—Estaba a punto de llamarte para que echarás las chispitas de chocolate.
Emma sonrió, algunas cosas nunca cambiaban. Aún no conseguía explicarse cómo alguien de veintitrés años podía ser tan jodidamente adorable como lo era Wednesday.
—¡Ey, pero no metas la mano en la masa!
—¡Pero es que es lo mejor!
Jenna suspiró resignada.
—De verdad que no tienen remedio ustedes dos.
Intentaba parecer enfadada, pero la suave sonrisa que asomaba de sus labios la delataba.
Enid rió suavemente contra el cuello de la omega. Aquellos eran los momentos que la hacían sentirse plena, junto al amor de su vida y su pequeño cuñadito, en ocasiones incluso con su entrañable suegra. Hacía años que se había marchado de aquella cárcel que llamaba hogar y se había despedido de aquella mujer cuyo certificado de nacimiento aseguraba que era su madre. Se había alquilado un pequeño apartamento, aunque, a decir verdad, pasaba más tiempo en casa de los Addams que en su piso. Wednesday cumplió su sueño de estudiar repostería y había conseguido un empleo en una coqueta dulcería del vecindario, muy cerca de su casa. Enid estaba estudiando fotografia, intentando abrirse un hueco en la industria fotográfica. Todo era tan perfecto que parecía un sueño.
Abrió los ojos y besó la marca que le hizo a Wednesday seis años atrás, apenas una semana después de empezar a salir con ella. Aquella marca que hacía su vínculo oficial, la marca que las unía para siempre.
—¿Cuánto van a tardar las galletas, Wendie?
—Depende de cuánto tardes en recoger tu cuarto, señorito.
—¡Pero eso no es justo!
Emma se separó de Wednesday y miró a Isaac. El preadolescente era la versión miniatura de su pareja, todo cachetes adorables acompañados por unos tiernos hoyuelos y labios abultados que sobresalían más cuando hacía pucheros, como en aquel momento.
—La vida no es justa, niño. Es hora de que vayas aprendiendo —bromeó Enid.
Pugsley rodó los ojos y sonrió antes de salir de la cocina rumbo a su cuarto. Era un gran niño, muy dulce y obediente. Había sido presentado como alfa a los nueve años.
Wednesday se separó de Enid y continuó con el dulce.
Enid la miró fascinada mientras Wednesday trabajaba concentrada, algo de harina manchaba sus mejillas, haciéndola ver jodidamente tierna. Enid suspiró y sonrió, llamando la atención de Wednesday que la miró y sonrió de vuelta.
—¿Qué pasa?
La sonrisa de Enid se ensanchó.
—Nada, simplemente... soy feliz.
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❛❛Bueno, bueno. Primero que nada, yo no les mentí, la anterior actualización fue el final, pero quedó el epílogo y quizás, sólo quizás algo más...