Sombras gemelas

Capitulo 2: Pactos y Sacrificios.

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Escena #1

En las profundidades insondables del infierno, envuelto en las llamas que consumen las almas y los lamentos que resuenan como ecos atormentados, habitaba Xarath, un demonio cuya maldad era inarrable. Su origen se remontaba a los albores de los tiempos, cuando el universo se debatía en su caótica gestación, y él surgía como un producto retorcido de la oscuridad primigenia.

Xarath se alzaba con una altura imponente, su ennegrecido cuerpo irradiaba una oscuridad infernal que fundía las sombras a su alrededor. Las llamas danzantes y voraces que envolvían su piel retorcida crepitaban con un hambre insaciable. Sus extremidades se extendían en garras afiladas como navajas, capaces de desgarrar cualquier resistencia con facilidad y regocijo.

Su rostro, una amalgama grotesca de rasgos bestiales y malévolos, era el reflejo de su esencia maligna. Dos orbes incandescentes, de un intenso tono carmesí, destellaban con una malicia inconfundible. Las profundas arrugas y cicatrices ardientes que surcaban su piel eran el testimonio de las batallas y tormentos infligidos a innumerables almas en los abismos del inframundo.

Envolviéndose en una capa oscura, tejida con sombras retorcidas, Xarath emanaba una presencia aterradora e intimidante. A su paso, dejaba un rastro de temor y desesperación, mientras su voz gutural resonaba en los pasillos infernales, llenando los corazones de aquellos que la escuchaban con un terror indescriptible.

La esencia de Xarath estaba impregnada de corrupción y destrucción. A lo largo de los milenios, había acumulado un conocimiento oscuro y arcano, dominando las fuerzas más siniestras y retorcidas del inframundo. Cada víctima que caía bajo su influencia experimentaba el horror de su naturaleza sádica y despiadada, siendo arrastrada a un abismo de sufrimiento inimaginable.

Como el demonio supremo de su reino, Xarath había consolidado su dominio sobre innumerables almas atormentadas. Su sed de poder y su ansia por sembrar el caos y el sufrimiento en el mundo humano eran insaciables. Anhelaba desesperadamente la oportunidad de liberarse de las cadenas del infierno y desatar su furia infernal en la tierra, donde su influencia podría desencadenar una oscuridad sin límites.

La mera mención del nombre de Xarath provocaba estremecimientos entre los condenados. Su reputación como verdugo de los perdidos, carcelero de almas e instigador de pesadillas era ampliamente conocida en los reinos infernales. Su poder y malicia lo convertían en un oscuro y temible ser.

Escena #2

Emilia, una joven de origen colombiano, llevaba en su interior una historia llena de dolor y venganza. Su nacimiento en el pintoresco pueblo de Ibagué, en el corazón del departamento del Tolima, fue el presagio de una tragedia que envolvería a su familia en las fauces del horror. Desde su temprana infancia, el destino le había deparado un camino marcado por la oscuridad y la redención, una danza macabra entre la vida y la muerte.

Ángel y Lucía, sus padres, eran reconocidos practicantes de la antigua magia de sangre. Sumidos en los arcanos secretos de rituales ancestrales, habían abrazado las fuerzas más siniestras y prohibidas. Su sed de poder y conocimiento los condujo por caminos tenebrosos y retorcidos, desafiando las leyes divinas y profanando los límites de lo humano.

Escena #3

La magia de sangre, antigua y enigmática, se alza como una senda prohibida que se entrelaza con las raíces mismas de la existencia. Sus orígenes, ocultos en los velos del tiempo, susurran de un poder ancestral que solo unos pocos osan desentrañar. Se practica en recónditos rincones del mundo, donde las sombras abrazan los secretos más oscuros y los corazones se sumergen en el abismo de lo desconocido.

Esta disciplina mágica se cimienta en el principio fundamental de que la sangre es el canal de la vida, un torrente que fluye con la energía primigenia. A través de rituales meticulosos y sacrificios calculados, los practicantes de la magia de sangre se convierten en hilos entrelazados con la esencia misma de la existencia, arrebatando y moldeando la fuerza vital a su voluntad.