Perdón si permito que me invada la melancolía, es que mi costumbre y mi poca dignidad extraña tu presencia.
Quiero pedir disculpas de antemano si es que al pronunciar tu nombre rompo aquella promesa que hice con lágrimas resbalando sobre mis mejillas y los sollozos ahogando mi respiración; a veces suena tan bien en mis labios que olvido que le pertenecen al culpable de mi mayor aflicción.
Pido misericordia si aún escucho con añoranza aquellas melodías nuestras, esas que traen consigo en sus notas musicales tantos recuerdos vagos, memorias de tu presencia en mi vida, en donde tocaste mi alma con un pequeño filo de una daga, una que no tardaste en apuñalarla sin previo aviso tiempo después.
Ruego redención al cielo pues aún te busco, aún te lloro, aún te paseas por mis pensamientos y hasta te escabulles entre mis sueños, de la misma forma en la que entraste a mi vida; sin solicitar permiso y sin importar mi consentimiento.
Y por último imploro la remisión de los señalamientos y los comentarios juiciosos,
¿Acaso está mal extrañar a alguien?
¿Es un error desear por un segundo que esa persona vuelva y todo el dolor sea olvidado?
Dime, ¿Acaso tienes en tus manos el poder de librarme de esta condena?
¿Eres aquel que me concederá la gracia?
¿Lo eres?
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Suspiros de un corazón
PoetrySentimientos expresados a través del arte de la escritura. Una romántica sin cura, una afligida sin voluntad, una villana sin escrúpulos, un individuo aprendiendo a convivir con aquello que le dieron sin su consentimiento; la vida. Tal vez todo es...