Godds era nuestro pub de confianza, era donde nos reuníamos después de cenar juntos para beber una copa, o donde íbamos cuando queríamos bailar. El dueño nos conocía, y teníamos un trato muy bueno con él.
El local era grande, lo suficiente como para que hubiera diferentes zonas reservadas, en el centro la pista de baile y a la izquierda la barra. Había unas escaleras de caracol que llevaban a una zona más tranquila, donde la gente se solía sentar si lo que quería era hablar.Saludamos a Tomb, el dueño, con un afectuoso abrazo que me recordó lo mucho que hacía que no le veía, y como siempre, nos dijo lo muy guapas que íbamos a todas y cada una de las chicas. Nos dijo que nos había reservado la zona de sofás más grande, porque éramos seis personas. Constaba de una mesa pequeña y baja central, y alrededor de esta se encontraba un sofá corrido en forma circular, de forma que podíamos vernos todos cómodamente.
Me senté junto a Vic, y Mauri estaba a su lado, enfrente tenía a Pol y a las otras dos chicas amigas de Mauri. Yo estaba en uno de los extremos, por lo que a mi izquierda no tenía a nadie, y podía ver con toda libertad quien se encontraba por allí, cosa que agradecí porque así podía distraerme cuando lo necesitara.
No había mucha gente en la pista de baile, pero sí en las mesas.
Tomb se acercó a donde estábamos y tomó nota de lo que queríamos beber, le dimos las gracias y se alejó felizmente.
Vic no paraba de decirme que intentara hablar con el resto, que se notaba que no me caían bien.—Gin, no seas idiota. Intenta disimular al menos. —Sus codos se clavaban en mis costillas.
—No puedo, de verdad. No me siento a gusto con ellos aquí. —niego desesperada.
—Creo que a Pol le has gustado. —con un gesto en la cara muy poco disimulado me señala al que tengo enfrente.
—Venga ya, Vic, no empieces.
—Que sí, joder. No para de mirarte de reojo, y cuando hablas te mira con cara de estar escuchando la mejor canción del mundo. —ríe.
—Bueno, pues lo siento por él. —me encojo de hombros.
—¿No te gusta? Es mono.
—No, en absoluto. —digo con cara de asco.
—Deberías dejar que se lance.
—Si lo hace te juro que acaba en el hospital con la cara partida.
—Eres muy exagerada. —pone los ojos en blanco. —Bueno, pues ahí enfrente tienes a unos cuantos que probablemente sí sean tu tipo.
Giro la cabeza en la dirección que señala ella con la mirada y veo a un grupo de chicos que están frente por frente a nosotros.
Todos van bien vestidos, con un toque arriesgado y arrogante. Hay un par con camisas negras abotonadas hasta mitad de pecho, dejando entrever unos tatuajes. Otros, aunque van en camiseta, derrochan estilo en cómo hablan y se mueven. Están rodeados de mujeres y botellas de alcohol, como si hubieran estado ahí sentados muchas más horas de lo que el local llevaba abierto.
Crucé la mirada con uno de ellos, que giró la cara por casualidad y me pilló escrutando cada detalle de aquél grupo. El chico debía tener mi edad, más o menos, y me sonrió. Le mantengo durante unos segundos la mirada, pero rápidamente la quito y me enfoco en mi amiga.—Sé lo que intentas y no lo vas a conseguir. —le digo a Victoria, que seguía mirándome.
—¿Qué intento?
—Que me enrolle con cualquiera, y no quiero. —niego, convenciéndome a mí misma de que no me dejaría llevar tan fácilmente.
—Bueno, tú sabrás. —se encoge de hombros y se gira hacia los demás para seguir charlando.
Intento integrarme en la conversación, reírme y pasarlo bien, olvidarme de la energía negativa que me transmiten las otras personas, pero poco a poco me aíslo, pensando en el trabajo.
Creo que es hora de estirar las piernas e ir a por algo de beber a la barra. Le pregunto al resto si quieren algo y apunto en mi cabeza lo que cada uno pide. Me levanto lentamente, porque ya sabemos todos lo que ocurre cuando bebes alcohol mientras estás sentado, y con cuidado recorro los metros que me separan de la barra, tropezando con cuerpos sudorosos que bailan en la pista.
Una vez he llegado sana y salva consigo llamar la atención de Tomb.—Iba a ir ahora para allá a preguntar si queríais algo más, no tendrías por qué haberte levantado. —grita por encima de la muchedumbre y la música.
—Llevo todo el día trabajando sentada. —respondo.
—Qué envidia. —dice con un gesto divertido. —¿Qué quieres?
—Dame tres chupitos de lo más fuerte que tengas.
Me mira extrañado y con un gesto le digo que son todos para mí. Me los sirve y de un trago me bebo el primero.
—Dame dos botellas más. —dice alguien a mi lado. —Gracias. Y dale otra a ella.
No soy consciente de lo que ocurre hasta que Tomb posa delante de mis manos, que toqueteaban los vasos de chupitos, una botella de champán caro.
Levanto la mirada rápidamente y veo que Tomb mira a alguien que se encuentra junto a mí.—Me llamo Carlo. —dice con una sonrisa deslumbrante el chico con el que crucé miradas hace media hora. Sus ojos verdes me transmitían calma.
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LA OTRA CARA DEL AMOR
Romance"Sólo quedaban unas horas para que mi vida diera un vuelco, y yo aún no lo sabía" es lo que piensa Ginnevra al hacer memoria del día en el que comienza esta historia. Cuando se entera de que Carlo, al que acaba de conocer, es uno de los integrantes...