Capitulo doce

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Había algo inquietante en como Lucerys estaba caminando a su alrededor, parecía disgustado, no es que realmente le importe, pero el sonido de sus botas contra el piso impedían que se concentre correctamente en el texto Valyrio que estaba leyendo y era muy molesto.

—Deja de caminar en círculos. —levantó la vista el tiempo suficiente para ver a Lucerys poner los ojos en blanco.

Por breve segundos hubo silencio, pero cuando la acción de rodar los ojos fue concluida, Lucerys volvió a su caminata, solo que ya no caminaba en círculos, ahora iba de un punto a otro en línea recta.

Maldita sea la hora que decidió vivir su infierno por adelantado.

Sabía que si decía algo Lucerys hallaría la forma de hacer lo contrario, el chico no podía vivir sin hacer su vida miserable, aún si no era lo que buscaba, todo en Lucerys lo inquietaba.

Era extraño, si se ponía a pensar, el bastarado era su mutilador, debería sentir algún tipo de repulsión, sin embargo no pasaba eso, sus sentimientos respecto a Lucerys siempre eran confusos y contradictorios, deseaba con todas sus fuerzas sentir un odio ferviente hacia él, y la mayor parte del tiempo lo sentía. O al menos eso quería pensar. Sin embargo todo cambia cuando estaban solos sin la presencia de terceros.

Nunca era incómodo estar solos, la presencia del menor no lo incomodaba como trataba de aparentar, ni siquiera en momentos más íntimos. Se sentía cómodo y bien, lo que irritaba a Aemond era el comportamiento de Lucerys.

—¿Qué te pasa? —más vale que sea bueno porque estaba dejando su libro para escuchar los problemas del niño aún si este no lo pidió.

—¿Por qué piensas que me pasa algo? —le dio una mirada que el esperaba sea llena de incredulidad e irritación —. Puedo simplemente estar caminando para molestarte.

—A juzgar por las cartas en tu escritorio, tienes cosas más importantes que hacer —Lucerys miró el escritorio soltando un suspiro frustrado —, se que te encanta molestarme pero siempre lo haces después de atender tus deberes y considerando que estabas volando a la mitad del día y ahora estás con esta actitud. Algo te pasó.

Se enorgullece de su pequeña victoria cuando Lucerys se calla y sus brazos se sueltan a sus costados en un gesto de derrota.

En este corto periodo de tiempo estaba aprendiendo a leer un poco los gestos del bastardo, analizando sus movimientos y podía decir con certeza que ya sabía la mitad de estos.

—No creo que te guste, la noticia. —Aemond puede ver un atisbo de la sonrisa engreída de Lucerys Velaryon, pero desaparece tan rápido que no tiene tiempo de reclamar.

—Me gustará, solo porque a ti te molesta. —Lucerys sonríe malicioso y derrepente se arrepiente de haber dicho aquello.

—A mi no me molesta realmente —Lucerys camina hasta donde Aemond esta sentado y se inclina levemente hacia él —, es sólo que su presencia traerá algunos problemas para mi abuelo.

Lucerys lo mira al ojo y el puede ver como las pupilas se le dilatan, Aemond se pierde por un momento en lo ojos del menor, tratando de averiguar porque derrepente lo está mirando con intensidad, una que lo hace estremecerse.

—La princesa Rhaenys consideró necesario que Addam tenga un puesto de trabajo como escudero del palacio. —Aemond podía notar que Lucerys seguía hablando seguramente explicando que llevo a la princesa a tomar esa decisión, pero él dejo de escuchar.

Era una noticia que lo dejaba con un mal sabor, pero mantuvo el rostro inexpresivo para no darle la satisfacción a Lucerys, antes de que el sonido de alguien tocando la puerta pidiendo el permiso para entrar, los callará a ambos.

Valyrian blood'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora