𝓐𝓘: 𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓥𝓘𝓘𝓘. 𝓤𝓷𝓪 𝓪𝓶𝓮𝓷𝓪𝔃𝓪 𝓶𝓮𝓷𝓸𝓼, 𝓾𝓷 𝓹𝓻𝓸𝓫𝓵𝓮𝓶𝓪 𝓶á𝓼.

7 1 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Si tengo que ganarme a la población semi humana del territorio, Blackwell, lo haré; si tengo que acabar con mis hermanos bastardos, no lo dudaré; y si mis padres se vuelven un impedimento en mi planificación... Tal vez no tenga remordimiento por ciertas acciones que pueda provocar.

Han pasado semanas desde que llegué al territorio hostil, y Dasarha me ha otorgado frente a los demás la posición que siempre fue mía. Hubo disturbio entre la gente por la sabía decisión de mi progenitor, a pesar de ello no había ningún otro descendiente que estuviera dispuesto a enfrentarme por la posición.

Es decir, las personas que amenazaban con arrebatarme lo que me pertenecía, seguían en deplorable estado; Robelia estaba en descomposición mirándose en un espejo que mandé a colocar en el techo, mientras que esta se encontraba postrada en cama, por otro lado, su hijo se aferraba a la vida, antes que preferir morir y retorcerse en el mismísimo infierno.

A la segunda concubina de nombre "Estera", cuyo aspecto es de tez caucásica, cabello castaño y ojos verdes como las hojas de los árboles en primavera; fue enviada por orden mía como la prostituta exclusiva de los mejores lacayos semi-humanos encargados de protegerme, prácticamente se volvió una ofrenda de mi parte por su buena fe. Por petición de Dasarha no pude hacer mucho con su segundo bastardo favorito que lleva por nombre "Arha". Actualmente, se mantiene encerrado en su habitación en un estado de depresión por arrebatarle a su querida madre que de seguro podría estar desgarrada, enferma o inclusive sin vida.

La tercera concubina fue la única que Dasarha no me permitió tocar, pues su belleza la mantenía como la amante preferida de ese ser; el cual se veía encantado por sus curvas, cabellos plateados y ojos lilas. No hice ningún alboroto para arrebatársela, más bien, me convenía que este estuviese entretenido con "Kephmen" de esa manera no le prestaría atención a mi querida madre, mientras que su hijo "Harad" se me fue concedido como mi juguete; no me atraían mucho los juguetes para ser honesto, no obstante, preferiría hacer de él una mascota fiel.

—Joven amo, —Expreso Merlán con ánimo en mis aposentos— Ha llegado lo que encargo.

—Bien, tráelo acá.

Este colocó un pequeño baúl sobre mi mesa decorativa y lo abrió con sumo cuidado; y ahí estaba, mi simbolismo de líder. Aquellas piedras que había quitado del brazalete, ahora se encontraban incrustadas en un bello collar.

— Es perfecto, —tomé del objeto y lo coloqué sobre mi cuello — ¿Qué te parece?, ¿no es mejor que ese horrible brazalete?

Podía distinguir en el rostro de Merlán el disgusto por mi comentario, sabía que aquel brazalete era demasiado significativo para ellos "su gente", y mi padre, por el contrario, aún existía un coraje interno acerca de eso, el pensar que ese simbolismo me quiso ser arrebatado por no tener el reconocimiento de los semi-humanos, no obstante, mi progenitor hacía que me hirviera la sangre.

𝓜𝓸𝓶𝓮𝓷𝓽𝓸 𝓮𝓺𝓾𝓲𝓿𝓸𝓬𝓪𝓭𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora