"¿Sabes lo que verdaderamente buscaba?
Qué me notes, así como solías hacerlo...
¿Lo recuerdas?
Justo antes de que todo esto pasara, antes de que nuestros caminos se hundiesen en lo más profundo de un pozo, encerrados y apartados del exterior...
Sol...
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Las calles de la zona sur se extendían en un pasaje tranquilo y ordenado. A diferencia de las bulliciosas y muy concurridas calles del centro de la aldea, esa parte se caracterizaba principalmente por un ambiente más relajado y menos transitado. Los senderos y pasajes eran más amplios, bordeados por una inmensa cantidad de árboles de flores de cerezo que proporcionaban una cobertura exuberante, y se fusionaban con las casas de mediana altura, creando un panorama hermoso y sereno en esa parte de la aldea.
En medio de ese escenario tranquilo y pintoresco, Ino se dirigía hacia el punto de encuentro acordado con Naruto. La luz del atardecer bañaba las calles con una mezcla de característicos tonos dorados y rojizos, filtrándose entre las casas, fachadas y aceras, creando así una atmósfera cálida y acogedora que acompañaba su ligero y decidido paso.
Mientras tanto, Shikamaru y Choji se encontraban en una situación complicada, trataban de despistar al Anbu enmascarado que los seguía. Pero a pesar de sus esfuerzos por perderlo entre la multitud, no lograban dejarlo atrás. La tensión se palpaba en el ambiente mientras buscaban un lugar para ocultarse temporalmente.
—¡Rayos! —Shikamaru suspiró, teniendo en cuenta que la situación se estaba volviendo cada vez más complicada. Además, el disfraz que usaba no lo ayudaba en absoluto, en cuanto a comodidad. Por suerte, aún contaban con el radio y algunas tiendas en las que podrían esconderse.
Ajena a los problemas de sus amigos, Ino continuaba su camino hacia el punto acordado, quedando deslumbrada y fascinada por la gran tranquilidad que emanaba el lugar y por la abundancia de árboles de flores de cerezo. Aunque no estaban en plena época de floración, su belleza seguía cautivándola, y brindándole esperanza en medio de la oscuridad que se avecinaba.
Minutos después, mientras se acercaba al tramo final de esa espléndida calle arbolada, una melodiosa voz despertó su interés.
—¡Mira, cariño! ¡Qué linda! —una voz femenina trastabilló desde una de las bancas situadas entre los árboles.
Ino observó detenidamente hacia el punto de donde la voz provenía, quedando sorprendida y confundida por el comentario que parecía haber sido dirigido hacia ella.
—¿No te gustaría tener una pequeña tan adorable como ella? —continuó la voz de la mujer —. ¿Qué dices?
Su acompañante, un hombre, visiblemente emocionado, asintió rápidamente. —Por su puesto que sí, mi amor, me encantaría. Aunque no estaría mal un niño.
Se trataba una joven pareja de no más de veinticuatro años. La mujer era rubia al igual que Ino, con cabello largo que caía suavemente hasta el inicio de sus hombros, poseía una tez clara y unos ojos azules que brillaban como una gran chispa de ilusión. Además de ser de estatura media y de figura delgada, irradiaba una belleza cautivadora.
El hombre, notablemente más alto y de cabello corto, trasmitía una completa seguridad, amabilidad y un aura que hacía que todo el ambiente fuera muy agradable. Mientras se sostenían de la mano, la pareja observó a Ino.
