De compras y un relajante baño.

23 5 0
                                    

El resto del día no fue distinto de ayer. Un par de misiones en el bosque recolectando frutas extrañas y la tarde construyendo una casa, que luego me enteré, sería destruida unos días después. Para la noche, mi fortuna aumentó a 92 monedas de cobre. 

—¿Vamos a comprar la comida de mañana? —pregunta Vania.

—Necesito algo de ropa primero. Huelo mal con la misma ropa de ayer, y creo que esto resalta mucho.

—Aun te puedo prestar mis vestidos, no es ningún problema para mí. 

—No creo que tus vestidos se me vean bien. 

—¡Cualquier cosa se te vería bien! Eres bonita sin importar lo que lleves puesto. Incluso con esa cosa te ves perfecta. Aunque me encantaría verte con un vestido de boda. 

—Oye, no es momento de... ¿Cómo que esta cosa? Aun así, prefiero comprarme algo.

—En ese caso, ¡vamos!

Me toma de la mano y me lleva corriendo a la tienda de ropa que vimos en la mañana. Es un establecimiento pequeño, con una gran ventana, montones de ropa apilados en estantes de madera, separados por precio y solo un vestidor.

—¡Bienvenidas! —Nos recibe una mujer joven, de cabello largo y negro con una coleta. Usa una blusa simple pero que deja notar... ¿Por qué me sigo fijando en los pechos de la gente? Su falda es corta y los tacones bastante altos— Buena noche jovencitas. ¿Buscan algo en especial? Tenemos ropa de todos los estilos, para trabajos al aire libre, ropa ligera para aventureros y para verse bien, también algunas armaduras y vestidos. Ropa masculina y femenina, usada y nueva. ¿Qué buscan?

—¿Tiene vestidos de boda? —pregunta Vania.

—¿Qué? ¡No hagas esas bromas!

—Claro que tenemos, ¿para las dos?

—No, no. Disculpe. Solo busco algo que cueste menos de 100 monedas de cobre, un pantalón y una blusa si es posible. 

—¿Cien de cobre? Lo lamento jovencita, pero solo el pantalón cuesta 80, y de la blusa son 60.

—¡Oye Yukio! ¿Qué tal este? Se te vería muy lindo. 

Vania me muestra un vestido azul, con gran escote, adornos y bastante corto. La ignoro y tomo una blusa blanca, de segunda mano. 

—Buena elección jovencita —dice la dependiente a Vania—, un hermoso vestido. Ocho monedas de plata que valen totalmente la pena. 

—¡Me lo llevo!

¿Qué? ¿Puede gastar tan fácil ese dinero? ¡Y yo apenas puedo comprar una blusa! 

—Me... Me la llevo —digo extendiendo la prenda, algo avergonzada. 

—Yukio, si modelas este vestido para mi, te prestaré el dinero. 

—¡No hay forma de que me ponga algo así!

Ambas me miran con una sonrisa. Detesto usar vestidos y faldas, pero, de verdad necesito más ropa, aun si lavara mi short a diario eso sería un poco...

—Solo... Solo me lo pondré unos minutos. ¡Y no pienso salir así!

Me da el vestido y entro al probador. Hace varios años que no me visto con uno, realmente es incómodo incluso ponérselo. No tiene un cierre, sino una especie de velcro en el costado y unos pequeños ganchos en un hombro. Meto un brazo y con algo de trabajo consigo abrochar la otra manga. Cierro el costado. Acomodo el frente. Intento bajarlo un poco más, pero parece que es todo. 

YurisekaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora