Capítulo cuatro

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-¿Y qué hablaban con Seo?, ¿ya se besaron otra vez?- Preguntó mientras soltaba una sonora carcajada.

‐¡Felix!

-Perdón, perdón.

Felix llevaba todo el día preguntando que tanto habló con Seo; él era alguien muy curioso, así que, no se aguantaba las dudas y siempre tenía algún comentario que decir.

Yang mientras tanto, aguantaba las ganas de golpearlo, pues este sólo insinuaba cosas sexuales que no lo ayudaban mucho y que, de hecho, sólo lo confundían aún más.

Terminó por simplemente correr al baño y ahí lavar su rostro para según, relajarse un poco. Cosa que hubiese pasado de no ser porqué su mayor confusión estaba ahí, mirándolo.

-Hey.

‐Hola, Seo‐ Dijo en un susurro, cosa que ya era costumbre siempre que él estaba cerca.

-¿Podemos hablar?

-¡Claro!-

Mentiría si no dijese que estaba nervioso; ambos lo estaban.

Seo lo miró a los ojos, expectante, analizando cada centímetro de su tersa piel.

-Quiero besarte.

-¿Qué?

-¡Quiero besarte, Yang!

-¡Bueno!- el contrario lo miró como esperando algo más, una indicación o quizá, un acercamiento- ¡Hazlo!

Changbin se acercó a él y agarró su cintura, haciendo que su rostro se tiña de un leve rojo.

-¿Esto está bien?

Seo lo acercó más

Sus caras estaban a escasos centímetros, sus respiraciones  entrelazadas y sus miradas cercanas.

-No lo sé, Jeongin- Suspiró, bajó su mirada- ¿Puedo hacerlo?

Yang asintió.

Y sin más, Seo lo besó.

No fue como el beso pasado, esta vez fue distinto, fue suave, fue cálido. Fue como si ambos lo necesitaran en verdad, como si su deseo fuera más allá de lo carnal.

Su beso era lento.

‐Changbin- Suspiró.

Volvieron a besarse.

Una vez y otra vez, hasta que el sonido de la campana los hizo separarse rápidamente.

-Mierda, ¿justo ahora?- Dijo para si mismo.

-Oh, tengo que irme ahora. Felix me estará esperando.

Yang se despidió dándole un suave beso en los labios a Seo y posteriormente, se dirigió a el salón de clases para sentarse en el sitio que compartía con su ahora mejor amigo.

Era su última clase del día.

-¡Lix!

-¡Hey, Innie!

La clase transcurrió normalmente. De vez en cuando miraba levemente a Seo y este le devolvía esas cálidas miradas que a veces correspondía con una sonrisa en sus labios.

El profesor hablaba sobre un tema que no reconoció bien, pues no podía concentrarse por ese jueguito de miradas con Seo, que por cierto, amó desde un principio.

Felix dejó un papel a su lado.

"¿Te besaste nuevamente con él?"

Yang se sonrojó fuertemente.

"¿De qué hablas, Lix?"

El nombrado rió, comenzando a escribir rápidamente en el papel.

"Te conozco y a él también. Lo sé, Innie"

El sonrojo de Yang era simplemente inmenso, tan notorio que el profesor le pidió que fuera a enfermería, que podría ser fiebre o algo.

Y ahí estuvo, media hora perdida en la enfermería, sin poder distraerse con su amigo y sin poder seguir ese juego con Seo.

Estaba recostado en una camilla, viendo el techo, hasta que un ruido fuerte lo desconcertó.

Alguien llamó a la puerta.

Felix y Changbin estaban ahí.

-¡Innie, bebé!- Felix comenzó a reír- ¿En serio?- rió nuevamente- ¿En serio estás aquí por eso?

Soltó una carcajada sonora que no tardó en contagiarse.

-¡Lix, eres malo!- Yang golpeó levemente el brazo de su amigo.

Seo se aclaró la garganta, lo que provocó que ambos menores lo miraran.

-Changbin.- Susurró el menor.

-Yang.

-¡Mejor los dejo!, ¡Innie, te veo mañana!- Él corrió haciendo una seña con sus manos, en signo de despedida y corrió fuera de la enfermería.

-Changbin, ¿cómo estás?- Dijo soltando una pequeña risa nerviosa.

Seo no esperó ni un segundo más para abalanzarse sobre Yang y comenzar a besarlo con desespero.

Y él amaba eso.







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