capítulo seis

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-Jeongin.

-Seo, ¿está todo bien?

-Sí, es sólo que quería pasar la tarde contigo. Ya sabes, para conocernos.

Yang se quedó callado unos segundos, pensando en que hacer; Si decía que no, él nunca tendría una amistad de verdad con Seo. Y si decía que sí, podían terminar en algo cuestionable.

"¿Qué es mejor?" Pensó.

-Si no quieres, está bien- susurró Seo con una clara decepción en su voz.

Ya le estaba costando mucho trabajo el acercarse a Yang, pero prometió que no lo dañaría y que intentaría volverse su amigo, él lo juró.

-¡No! Es decir, si quiero, Seo hyung.

-Está bien, nos vemos a la salida, Jeongin.

Jeongin sólo asintió.

Él estaba confundido.

¿Por qué Seo se había sonrojado al hablar?

No lo pensó tanto y simplemente volvió a clases, junto a Felix que lo esperaba en el salón.

-Hey.

-Hey, Lix.

Las clases transcurrieron con normalidad.

Durante todo el día, Felix le pedía explicaciones de lo ocurrido con Seo, pero él estaba atemorizado por el momento de salida y sólo pensaba en eso, en Seo.

¿Qué haría con él?

[...]

Finalmente la hora temida llegó.

Yang se despidió de Felix con tranquilidad.

El pecoso salió del salón y se dirigió a la salida del establecimiento rápidamente, tenía unas tareas pendientes, según él.

Y para Yang estaría bien, si no fuera porque ahora estaba solo con la compañía de Seo, que lo atemorizaba un montón.

-Hola, Jeongin.

-Hola, Seo...hyung- susurró.

-¿Te parece que vayamos al parque? Queda cerca de mi casa.

-¡Claro!- dijo con emoción, le gustaba el parque, era un lugar tranquilo.

Ambos se encaminaron hacía el parque; charlaban incómodamente de temas al azar. Era obvio que no eran amigos, no se conocían y no sabían que decir.

Al llegar al parque, Seo le ofreció un helado a Yang, lo cual lo fascinó en un principio, si no fuera por su jodida "condición".

-No, pero gracias.

-¿Estás seguro? Creí que te gustaba- Seo preguntó ansioso, había algo mal, sentía que estaba mal.

-Sí me gusta, pero, bueno, estoy gordo- rió.

-¿Qué? Claro que no- su tono se volvía cada vez más serio.

Si algo odiaba, era que la gente dejara de comer por verse delgada o se dijera a si misma gorda.

-Bueno, no importa- Jeongin era fanático de restarle importancia a sus problemas.

-Insisto, hoy no te vi en la cafetería- mencionó- no comiste, ¿verdad?

-¿Cómo sabes eso?- respondió con un claro nerviosismo en su voz.

-¿Entonces es verdad? Claro que sí- rió irónico- sólo lo asumí- Come algo, ¿sí? Yo invito.

-Gracias- susurró.

Yang contuvo sus lágrimas, aunque no lo quería admitir, esto lo emocionaba mucho.

Aceptó comer una vez más.

La pasaron bien, ambos lograron conectar perfectamente al final. Changbin era bastante tímido a decir verdad, o al menos lo era con él.

Pero no pensó mucho el significado de esto.

El día estaba finalizando, Yang comía un helado de vainilla junto a Changbin mientras veían las estrellas, como en una película de amor.

-Yang.

-¿Sí, Changbin?

-Es tarde ya- habló mientras se levantaba de la banca- ¿quieres ir a mi casa? Ya sabes, es tarde y yo vivo cerca de acá.

Jeongin dudó, pero terminó por aceptar.

Ambos se dirigieron camino a casa de Seo, claro, después de avisar a la madre del menor.

Al llegar, Yang se topó con la grata sorpresa de una gran y hermosa casa.

"¿Changbin es rico?" Pensó.

-Pasa, mi madre no está hoy.

-Claro. Gracias.

Al entrar, la lujosa casa de su mayor lo dejó anonadado; era simplemente hermosa.

No era una mansión, pero sí era bastante más grande que su propia morada, quizá el doble o el triple de una casa promedio.

-Tu casa es hermosa.

-Gracias, no es la gran cosa de todos modos- susurró- ven, subamos.

Changbin tomó la mano del menor suavemente para guiarlo al dormitorio, su dormitorio.

Al llegar, Jeongin otra vez quedó impresionado. Grandes repisas con distintos álbumes más caros de lo que podría imaginar, decoraciones costosas y muchas plantas de especies peculiares.

-Jeongin- habló mientras tomaba asiento en su cama, palmeando su costado para que el menor tomara asiento.

-¿Sí?- respondió sentándose a su lado.

-Me gustas.

Corto y preciso.

Jeongin se quedó atónito, debía ser una broma de mal gusto.

-¿Qué?- soltó con una pequeña risa nerviosa.

-Eso.

Yang seguía con la idea de que fuera una broma, pero el sonrojo de el rostro de Changbin lo hacía pensar otra cosa.

-Hyung- llamó- Changbin, ¿Lo dices en serio?

-No bromearía con eso, Yang.

-¿Por qué?- susurró- ¿Por qué te gusto?

-Porque eres tú. No nos conocemos hace mucho, pero, el que me hayas perdonado me hace saber que eres una increíble persona; alguien dulce y amable. No estoy seguro si estoy enamorado, pero de que me atraes, sí- respondió con simpleza.

Changbin se acercó lentamente a Yang, haciendo que sus respiraciones se mezclen.

-Changbin...hyung- susurró.

Changbin unió sus labios en un corto beso que se fue intensificando con el paso del tiempo.

Las manos ágiles de Changbin tocaban lentamente sus caderas y muslos, haciéndolo sentir increíble.

Yang no sabía que hacer.

Sentir los labios de su mayor sobre los suyos era increíble, lo amaba, amó todo de él en un instante, porque, analizándolo bien, quizá a él también le gustaba, sólo un poco.

Pero estaba mal.

Algo andaba mal.

Y comenzaba a doler.

-Parece que alguien despertó, ¿no es así?- dijo mientras palmeaba la entrepierna de el menor.

-¡No mires!- gritó con un gran sonrojo en su rostro.

Seo rió.

-¿Necesitas ayuda?- susurró pegándose a su rostro cada vez más.

-Hyung...ayúdame- susurró.






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