¿Qué tal esto?

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-¡Jeongin! Carajo, ¿Dónde estás?

Changbin entró al baño de hombres. Jeongin siempre entraba ahí cuando se sentía mal.

-¡Déjame, idiota!- gritó desde un cubículo.

-Bebé, escúchame- suspiró, cansado, había arruinado todo por una estúpida charla.

-¿Qué? ¿Te parece gracioso burlarte de mí con tus jodidos amiguitos de mierda?- sintió una mirada penetrarte; el de ojos de zorro tenía la capacidad de, extrañamente, hacerlo sucumbir ante él.

-Jeongin, bebé, eso no es como crees.

-¿Ah? ¿Hyunjin diciendo que soy un fácil? ¿Chaeryoung diciendo que solo estás conmigo por lastima? ¿O quizá que la jodida Soyeon te tuviera que detener antes que dijeras más cosas estúpidas?- se frotó los ojos, cansado- ¡Oh! No, claro que no. No es lo que creo, Seo.

-Bebé, sé que estuve mal, pero...- enmudeció, no tenía qué decir, había jodido todo y lo sabía. Lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

-¿Pero?

-No tengo excusa. Ellos comenzaron a hablar de eso, ¡pero ellos no son los malos! Yo dije cosas que no debía, solté todo lo malo, no he cambiado para nada, lo sé, lo lamento tanto...tanto...- lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas- Jeongin, bebé, mi amor, perdóname. Sé que ya lo he dicho miles de veces, pero en serio, en serio, ¡prometo cambair desde hoy!

-No.

-¿Qué?

-Changbin, no lo puedo aguantar, y no, no te perdono.

-Bebé...

-Gracias por todos estos días felices, pero no puedo seguir así. Cada vez que me acerco a ti, me alejas y ¡Oh! ¿Crees que no noto cuando estás rodeado de chicas? Enamoradas de tus encantos ¡Todos tus jodidos encantos!

Changbin permaneció callado, con lágrimas en sus mejillas y su rostro enrojecido por el llanto.

Jeongin tomó su mochila, sacando una carta de un bonito sobre rosa pastel.

-"Querido...- comenzó a leer- no sé muy bien como decirte esto; o bueno, sí que lo sé y seré breve...¡Me gustas hyung! Eres tan bello..." bla, bla, bla.

Jeongin sacó un encendedor de su mochila.

-Velo ahora, Changbin. Ve como arde toda la carta de tu jodida amiguita.

Ardió en llamas. Se perdió todo su contenido y sólo quedaron cenizas y palabras que no podría descifrar.

-Jeongin, debes...

Changbin se acercó más a su amado. Tomando sus manos.

-No- susurró mientras lo alejaba- no...no me toques.

-¿Jeongin?

-Cállate- dijo entre lágrimas, su voz se quebró y ya no pudo contenerse.

-Bebé, escucha.

Yang alzó su mirada, analizando a Changbin.

-Bebé, yo te amo, aunque no he sido lo mejor, por favor entiéndeme, yo...yo en serio te amo, amo cada detalle de ti.

-A ti sólo te importa lo que piense el resto.

-Tienes razón. Soy un hipócrita, soy lo peor, deberías golpearme.

-Te odio.

-Yo te amo.

-Carajo, abrázame.

El más bajito lo abrazó fuertemente, hundiendo su rostro entre su pecho y cuello.

-Hueles bien.

-Cállate. Te odio.

-Vamos a casa. Tenemos mucho de que hablar.

Asintió.

Changbin lo levantó de la cintura, subiendolo a su hombro como si fuera un saco de papas.

-¿Es necesario que me tomes así?- dijo con un notorio sonrojo en su rostro, además de las lágrimas ya secas.

-Claro que sí.

-En serio te odio.

-Yo te amo, amorcito.

-Eres un...lindo.

Seo sonrió gustoso.

Es verdad, sus amigos habían hablado mal de él y no había hecho nada para detenerlos, e incluso, también lo hizo.

La aceptación social era algo que buscaba siempre, pues, como es obvio, él era popular y claro que necesitaba que todos los aceptaran.

Aún así, amaba con locura a su novio, más que a cualquiera; y se arrepentía de lo que hizo.

Seo lo pensó mucho y llegó a una conclusión:
Él no es un dulce para gustarle a todos, él es Seo Changbin, el que ama con locura a su novio, el que adora a los cachorros y adora ser idiota cuando les habla, el que solamente tiene ojos para uno y no está coqueteando con otras personas como si fuese un mujeriego.

Él ama a Yang Jeongin.

Sólo a él. A nadie más.

-¿En qué piensas, Seo?

-En ti, amor.

-Tonto- habló para el mismo- Te amo.

-Yo también. Ahora...¿Por qué no jugamos un rato?

Yang rió.

-Idiota...yo no seré el de abajo hoy.

-Me parece bien- dijo sonriente.

Volvió a reír.

Se posicionó entre las piernas del mayor, comenzando a sobar su miembro para así provocar una erección.

-Te amo- susurró mientras lo veía con esa mirada penetrarte y oscura.

Respondió con una sonrisa ligera.

-Te amo también.

Y sin más, se besaron.

Sería una noche larga y dolorosa para Seo Changbin.

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