Capitulo 4

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Mis ojos encuentran los de Enrique y el los míos; instantáneamente empieza a correr hacia nosotros.

— ¡Hey! Suelta a mis amigos —dice furioso mientras se va acercando.

—Si se quitan las camisas por supuesto —espeta burlonamente—. Obedezcan si no... —Enrique no deja terminar lo que iba a decir el señor puesto que tiene su puño en la cara de él causando que retroceda.

—Salgan —grita Enrique.

Abrimos la puerta, estábamos desesperados. Cuando salimos empezamos a correr, después de varios minutos, los cuatro nos encontramos perdidos en medio del bosque, podríamos estar alejándonos más de la ciudad o dentro de poco encontrar la carretera.

Dirijo la vista hacia mi mano izquierda para ver la hora y no encuentro mi reloj, se debió de haber caído o me lo habrán robado, miro al cielo y esta aun oscuro, no deben ser más de las tres de la mañana.

Inesperadamente Britney suelta un grito ahogado seguido de un ayúdenme desesperado. La buscamos en medio de la oscuridad hasta que por fin la encontramos; tiene el pie atascado entre algunas ramas y está sangrando. Enrique y yo lo ayudamos mientras ella grita de dolor. Cuando logramos liberarle el pie retomamos nuestro camino pero por el dolor empieza a cojear, ya no está sangrando y solo le quedaron algunas marcas, sin embargo, Enrique decide llevarla en sus brazos. Decidimos empezar a caminar hacia la parte este hasta lograr salir del bosque.

Después de varias horas de seguir caminando, empieza a amanecer, nunca he estado tan nervioso en mi vida. Disponemos de poco tiempo para llegar a nuestras casas, si no lo hacemos, no quiero ni pensar que sucedería.

Escuchamos la sirena de un coche patrulla y nos tensamos, pienso en que existe la probabilidad de que alguna de nuestras madres entro a una de nuestras habitaciones y como no nos encontró en ella, llamo a la policía angustiada.

—Estamos cerca, solo hay que seguir el sonido —digo susurrando y luego empezamos a correr hacia la derecha hasta que por fin llegamos a la carretera y nos quedamos contemplándola.

Como Enrique había decidido llevar a Britney en sus brazos, cuando estábamos en frente de la carretera ella susurro el nombre de él y Enrique le respondió dime susurrando igual que ella. Se miraron fijamente y luego Marylin grita.

—Agáchense, un coche patrulla.

Enrique depositó a Britney en el suelo y luego se tiró al suelo como lo hicimos Marylin y yo quedando alejados de la carretera.

Estando en el suelo, esperamos dos minutos y luego nos levantamos, Enrique extiende sus brazos a Britney para llevarla pero ella se niega aceptando que puede caminar sin ayuda.

Los cuatro corremos y nos damos cuenta poco a poco de que no estamos en el norte, sino lo que parece ser el sur. ¿Cómo pudimos haber llegado hasta acá?, me pregunto mientras seguimos avanzando y adentrándonos más en aquel lugar. Mi pregunta no parece tan importante a como nos sentimos en estos momentos, estamos nerviosos y es porque siempre en el colegio nos enseñaron que la mayoría de inyectados residen en el sur y estamos nerviosos porque no queremos hacer ningún tipo de contacto con un inyectado. Si fuera posible deberían de separarnos por medio de murallas, con eso ningún ciudadano, sea normal o inyectado sufriría ningún tipo de riesgo.

— ¿Marylin? ¿Britney? —dice confundida una señora—. Que hacen a estas horas despiertas y con estos dos muchachos.

—Perdone señora, no la conocemos —dice Marylin rompiendo en llanto. Alejémonos de aquí antes de que creen problemas todos estos inyectados. —Empezamos a correr de nuevo.

Enrique le pregunta la hora a un señor que sale de su casa.

—Quince para las seis —El señor nos mira extrañado; no sería normal sino lo hiciera. No siempre se ven cuatro adolescentes a estas horas y mucho menos después de un toque de queda.

Cuando estamos saliendo del sur, un señor se nos acerca, parece de unos treinta y cinco años, está todo desaliñado, zarrapastroso, lleva una camiseta sucia y rota al igual que el pantalón; parece drogado. Sus palabras me sorprenden y parecen las de un viejo sabio, nos dice algo que estoy seguro que no olvidare en toda mi vida por la forma y el lugar donde las dijo.

—No son iguales. No fuercen el destino pues él llegara a ustedes —dice señalándonos a cada uno aunque sus ojos se quedan en los míos, después de eso se aleja rápidamente.

No sé a lo que se refiere pero me deja pensativo. Seguimos caminando pero mis pies están desconectados de mi cerebro: camino por caminar. Solo pienso en las palabras de aquel señor y llego a la conclusión de que va en distintos ámbitos como la educación, amor o trabajo. Aunque por la forma en la que lo dijo de seguro estaba alucinando puesto que parecía drogado y demasiado ebrio.

Antes de llegar a la calle de Enrique nos despedimos, Marylin y yo un beso en la mejilla y Enrique y Britney se besan, un beso lleno de pasión. Sigo sin creer como Enrique lo hace, solo ha sucedido un día y ya la beso. Me sigo sorprendiendo cada vez que sucede aunque ya sea tan normal.

—Chicos, no pod... —dice Marylin antes de que fuera interrumpida por Enrique.

—Y si fuéramos a cine o un día de picnic los cuatro, sería fantástico.

—Nos encantaría a las dos —Responde Britney con una sonrisa de oreja a oreja.

—Me tengo que ir, mi madre despertara pronto —digo como si estuviera recordando. Aunque claro que no despertaría aun, puesto que cuando fallece el padre o la madre de un niño sea normal o inyectado, inmediatamente les dan un subsidio mensual para que el pobre infante pueda crecer, alimentarse y educarse a la perfección y así sacar a su familiar adelante. Mi madre, el quinto día del mes siempre sale a recoger el subsidio, la mayoría de veces se va desarreglada para aparentar que aunque estamos bien, el dinero no está alcanzando lo suficiente, así que según ella le dan más dinero; no estoy muy seguro de eso, miles de personas usan la misma táctica de mi madre solo por un "poco de dinero más" —. Hasta pronto. —Termino la frase sonriéndole a Marylin, después de eso doy media vuelta y empiezo a correr en dirección a mi casa para poder descansar y recuperarme de todo lo que ha sucedido en este largo día.

Llego a mi casa y todo parece indicar lo que esperaba, mi madre aún sigue dormida. Cuando entro me doy cuenta que no lo está, se encuentra sentada en el sillón diagonal a la puerta.

Amor Con  SíndromeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora