El secuestro. Capitúlo 3

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Suena el teléfono de casa y la muchacha se levanta de su silla y se dirige hacía el fijo, levanta el teléfono y lo apoya sobre su oreja preguntandose quien será.

-¿Hola? - Se cuestiona Camila.

- Hola, Camila, soy Gabriel el enfermero.- Le responde.

- Gabriel...¿cómo supiste mí nombre? ¿y cómo conseguiste mi número de teléfono? - Le preguntó confusa.

- Hice mal, pero revise en lo archivos de tu madre y busque el número de emergencia. - Aclara el hombre. - Que bueno que hayas sido tú quien me contestara. -

-Oh, bueno, muy mal Gabriel. - Se burla Camila con un tono sarcastico.

- Sí, muy mal. Camila, quería preguntarte algo. -

- Sí, ¿qué sucede? - Contesta ella.

- ¿Quisieras salir a algún lado un día de estos? - Le pregunta Gabriel.

- Claro, mientras sea a la tarde, porqué a la mañana visito a mi madre. -

- Bueno, sin ningún problema. Prometo ser gracioso. ¿Te parece a las tres de la tarde? - Gabriel le pregunta a Camila.

- Claro, te veo en el parque que esta cerca del hospital Psiquiátrico, ¿mañana? - Cuestiona la muchacha.

- Esta bien, señorita. - Responde él.

Ella cuelga el teléfono y queda en su mente el nombre Gabriel que rebota sobre sus sentidos.
El día pasa con rápidez y las tres de la tarde se hicieron. Él llegó puntual y ella lo observa con detenimiento.
Ambos reían, caminaban y charlaban e incluso comenzaban a conocerse con mayor claridad.
Conforme pasaban más tiempo juntos, mas amor florecía entre ellos. Ella lo visitaba al trabajo y luego iba a ver a su madre. Él le enviaba flores y la llamaba todos lo días.

Una tarde de noviembre la madre de Camila muere por una sobredosis de pastillas, investigaron como sucedió pero nunca pudieron encontrar al culpable.
Camila estaba desvastada, y por mas que su madre haya hecho su infancia un delírio ella sabía que no fue su culpa, así que se lamentó y se encerró en su casa. Gabriel intentaba animarla pero debido al mal animo de Camila, se provocaron demasiadas discusiones y esto llevo a que Camila decidiera terminar con Gabriel.

Unas semanas después Camila fue a visitar la tumba de su madre, estando mejor.

Cuando la muchacha estaba por irse unas manos la agarraron con brusquedad y luego con un trapo con alcohol la durmió.
Camila despertó dentro de una habitación oscura, con algunos azulejos rotos, paredes húmedas y con manchas de sangre secas. Sólo había un colchón y una puerta negra. Ella estaba desesperada y confundida por donde se encontraba y que había sucedido. Intentó levantarse pero se percató de que sus piernas estaban encadenas.
Una pregunta se repetía en su cabeza: 《¿Qué haran conmigo? 》 Se lo repetía y repetía, pero no lograba averiguarlo.

Luego de una hora la puerta se abrió y se rebeló el rostro del responsable; Gabriel. Él la tomó prisionera y la dejó allí tirada como un perro.
confusión se mostró sobre el rostro de Camila.

- ¡Gabriel! Ayudáme, por favor. No sé que hago aqui, ni quien me trajo, pero sacáme, ¡por favor! - Le suplica la chica.

Gabriel se acerca y se agacha frente a Camila, le acaricía el rostro y la mira, le dice:

- Yo fui Cami, yo te traje aquí abajo. -

- ¿Q-qué? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Es una broma? - Le pregunta Camila con una voz rota.

- Porque no podía soportar que me alejaras por una cosa tan insignificante como tu madre. - Contesta serio.

- No te atrevas a hablar así de mí madre. - Camila lo abofetea y lo observa fijo a los ojos, con una mirada feroz.

Estocolmo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora