un poco de felicidad nunca viene mal

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De repente noto un cosquilleo en la pierna, comienzo a buscar con mis manos de donde provenía esa sensación y me doy cuenta de que es mi movil, me está llamando mi madre, claro, con tanto ruido imposible oír el tono de llamada, me voy a detrás del chiringuito para contestar al teléfono

- ¿Si?

- Coba, siento molestarte con tus amigas pero es que ha venido el abuelo a casa y... ya sabes

- Vale ahora voy, no me he traído llaves así que abrirme cuando llame

- Cariño, se dice abridme, no abrirme

- Ay vale, ¿que estamos, en clase de lengua?

- Bueno no Coba pero te tengo que corregir porque imagínate que en una entrevista de trabajo...

etc etc etc

Mientras mi madre me cuenta una de sus charlas del siglo, noto que al levantar el pie suena a liquido, miro para abajo y...

- Ayy MIERDA

- EH, santa Cobadonga de Lucas, cuidado con esa boquita

- AGGGHH, lo siento mama te tengo que dejar creo que he pisado una meada, chao

- ¿Pero qué?

Y cuelgo

Ya les he avisado a mis amigas de que me voy y a medida de que voy andando por la urbanización me voy limpiando el zapato con la hierba. "Ding dong" llamo a la puerta (cómo odio el timbre de mi casa) me abre mi hermano y al entrar veo a mi abuelo José, tomando un caldo que preparo mi madre ayer, en el salón con mi familia. Mi abuelo suele venir a mi casa muy a menudo, se siente muy solo desde que falleció mi abuela Mónica, 5 años antes de mi nacimiento. El pobre no tiene nada que hacer, y no le queremos llevar a un asilo ya que se sentiría mas inútil de lo que se siente ya, y nosotros somos su única familia así que, siempre lo recibimos con los brazos abiertos en nuestra casa, y cenamos, jugamos a las cartas, vemos la tele e incluso a veces queremos que se quede a dormir, todo con tal de intentar hacerle feliz.

- ¡Hola abuelito!

Voy corriendo a darle un abrazo

- Hola mi niña ¿qué tal con tus amigas?

- Ah muy bien, por cierto, voy un momento a mi cuarto a cambiarme de zapatos

- ¿Que les pasa a los que llevas, no te gustan?

- Jajaja no, abu, no es eso, es que ya que he llegado a casa quiero estar cómoda, voy a ponerme  las zapatillas, ahora vuelvo

Y mientras subo las escaleras mi madre me mira con una sonrisa en la cara. ¿Donde habré dejado las zapatillas de conejitos?, pienso mientras busco por los cajones de mi armario, cuando encuentro unos guantes azules muy bonitos pero... vaya, me quedan grandes, seguramente los tenga porque me los dieron mis vecinas la semana pasada dentro de una caja junto con varias prendas de ropa que les quedaban pequeñas y me las dieron a mí. Pero ahora que estamos en entre tiempo estos guantes podrían venir muy bien, aunque yo ya tengo unos, aaaahhh ya seeee, se los puedo dar a mi abuelo, alomejor le gustan. Los meto en una bolsita pequeña decorada con dibujos y le pego un lazo, a continuación, escribo en ella "Para el mejor abu que ha existido nunca", todo así un poco cutre, pero un detallazo. Ya que no encuentro las zapatillas, me pongo unos calcetines de estos gordos con una especie de suela en la planta del pie y me dirijo a la planta de abajo.

Estoy escondiendo la bolsa detrás de mi espalda y voy con mi abuelo a la vez que le digo

- Bueeeno, mira lo que me he encontrado, parece que es para ti

Y acto seguido le entrego la bolsa, pero ya que no tiene la vista muy allá, le lee mi padre lo que pone en la bolsa y a continuación, a mi abuelo se le escapa una sonrisa

- ¡Unos guantes! Muchisimas gracias pequeña, que estas manos ya estaban pasando un pelín de frío

Mi familia me mira con orgullo y acto seguido digo

- Era un detallito de la familia

Y les guiño un ojo

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