Día 3

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Recordé nuestra ruptura, me transporté a ese día al momento exacto, tan difícil a pesar de que no duró mucho para mí fueron horas en larga agonía de los momentos más difíciles que llegué a tener. Pude recodar tu mirada y tu bello rostro,  con esos hermosos ojos cafés claros.

Tu abrupta mirada tan decidida era como una lanza que atravesaba  mi pecho, tus palabras eran cortantes, frías y tajantes mi corazón se prendía en llamas y aún en la inmensidad de mi dolor mi alma clamaba por ti por un beso de tu boca, y un cálido abrazo de tus dulces brazos, sentía como mi alma se desprendía de mi cuerpo con cada paso que dabas alejándote de mí, sentí morir en ese instante lágrimas corrían por mis mejillas viendo cómo te llevas todos los sueños que alguna vez tuvimos, rompiendo todas y cada una de las promesas que alguna vez nos unieron.

Y fue así como gravé tus pasos caminados lentamente lejos de mí.

Fue cuando mi corazón me dijo corre, corre, corre, corre tan fuerte como puedas, tan fuerte que los recuerdas no podrán invadir tu mente. Tras cada paso que daba, lágrima corrían veloz mente por mi rostro llevando así todos los recuerdos.

Tratando de escapar de la realidad, fue ahí cuando te vi de nuevo. Mi corazón atacó, otra vez me pedía a gritos desesperados: llora, sácalo, déjalo ir, pero mi mente callaba, en silencio, me retenía firmemente. 

Las cartas que nunca entregué Donde viven las historias. Descúbrelo ahora