Harsseth Family

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Esto podría tener un inicio típico, pero, ¿cómo se resumen 650 años de existencia? Nah, veamos qué puedo hacer.

Bien, tengo tres hermanos:
• Amelia: Mi dulce, valiente e increíblemente sexy (aunque esté mal que yo lo diga) hermana mayor.
• Liam: Mi bondadoso, algo torpe y fiel mellizo.
• Nia: Mi caótica, divertida y coqueta hermana menor.

Mis padres, Josette y James Harsseth, descansan en la cripta familiar. No sé cómo se ha mantenido en pie por tanto tiempo, pero supongo que es uno de esos misterios que nunca tendrán respuesta.

Te desvías.

Cierto.

Por último, está mi abuelo, Adolphus Harsseth, asesino de mis padres y cazador de mis hermanos. Bueno, eso fue antes... Pero volviendo a la explicación:

Hace 650 años, mi dulce madre quedó embarazada de mellizos (Liam y su guapa servidora). Todo estaba perfectamente bien, incluso el abuelo estaba feliz de que su primogénita siguiera el linaje de la familia. Pero Adolphus siempre ha sido un hombre lleno de prejuicios, y una profecía tan vieja como la Tierra misma predijo que el linaje de los Harsseth sería destruido y borrado de la existencia por dos demonios, hijos de la primogénita del último anciano Harsseth.

Para mí, una verdadera idiotez. Patética y absurda. Para mi abuelo, no tanto.

Nos persiguió sin descanso. Cazó a su propia hija con tal de asegurarse de que los "demonios" no nacieran. Mis padres huyeron por mucho tiempo, hasta que finalmente nacimos Liam y yo. Todo parecía haber vuelto a la normalidad, pero el riesgo seguía latente. Mamá decidió que lo mejor era separarnos, así no podrían rastrearnos. Funcionó por un tiempo, pero...

Liam y yo nunca hemos sido buenos estando separados.

Las cosas explotaban. Literalmente. Llamábamos demasiado la atención.

Papá y mamá tomaron el riesgo de reunirnos y, desde entonces, nos convertimos en una familia fugitiva. Encontramos refugio en un pequeño aquelarre de brujas. Éramos felices, al menos hasta que cumplimos veinte años.

Veinte años de paz nos hicieron sentir seguros. Bajamos la guardia. Grave error.

Amelia ayudaba a mamá con los preparativos de la pequeña celebración. Liam jugaba con Nia y yo hablaba animadamente con papá. Todo era perfecto. La cabaña estaba oculta y protegida con magia, los invitados llegaban poco a poco... No había manera de que algo pudiera salir mal.

Curiosa elección de palabras.

O eso creímos.

Reíamos y bailábamos hasta que una de las brujas irrumpió en la sala, con el rostro pálido y los ojos desorbitados. Miró a mi padre, aterrorizada, y pronunció dos palabras que hicieron que el aire se volviera espeso y sofocante.

—Está aquí.

El caos estalló.

El aquelarre nos separó de nuestros padres en un intento de protegernos. Mamá gritaba que no había nada de qué preocuparse. Papá nos pidió que obedeciéramos a las brujas.

Mientras yo trataba de calmar a Nia, Amelia y Liam le preguntaban a Alice, la bruja que nos había alertado, a dónde nos llevaba.

—Mis niños, debemos entrar en el bosque. ¡Rápido, rápido! —nos apremió, guiándonos entre el desorden.

Corrimos. Nos adentramos en la espesura hasta que no pudimos escuchar lo que ocurría en la aldea.