3 ❝¿Canario? ❞

57 9 0
                                    

Todos los días, Elena se levantaba a las 5 AM, desayunaba algo rápido y salía a correr. Era una actividad poco común entre magos, sus padres decían con desprecio que eso era "cosa de muggles, indignas de magos sangre pura", pero desde que ella empezó esa rutina se sentía con más energía el resto del día, además ver el amanecer en los terrenos de Hogwarts era hermoso.

Luego de trotar, iba al gran comedor por un desayuno real, iba a clases, almorzaba, más clases, en su tiempo libre estudiaba en la biblioteca, cenaba, realizaba sus deberes de prefecta, y, dos veces por semana, tenía prácticas del coro con el profesor Flitwick.

No fue una sorpresa cuando hace dos años estando en quinto año, colapsó antes de los exámenes TIMO, por suerte nadie la vió en ese estado de debilidad , y la enfermera le recomendó bajarle la intensidad a su rutina, lo que sería inaceptable para sus padres. Medame Pomfrey le recomendó entonces realizar actividad física, y así es como pudo sobrellevar la situación, y conseguir nueve TIMOs.

Elena suspiró cansada, aún estando acostumbrada, a veces era agobiante vivir así.

Llegó al comedor algo tarde para la cena, se había entretenido de más en la biblioteca. Ya todas las mesas estaban repletas. Eso solo significaba una cosa, no tendría tiempo de esconderse de...

─ ¡Hey, Elena! ¡Por aquí! ─ La llamó una chica con una falsa simpatía, cuando Elena pasó a su lado.

─ Hola, Helga. ─ Saludó incómoda.

─ Hola, Elena. ─ Al lado de Helga estaba Graham, abrazándola con una mirada de molestia. ─Hace mucho no hablamos, siéntate a mi lado.

─ Cariño, de seguro ella quiere sentarse conmigo ¿Verdad? ─ De nuevo la sonrisa falsa, Helga parecía ver a Elena como rival ¿Cómo no vió antes lo vil que era esta mocosa?

─ Lo siento. No tengo ganas de fingir que me caen bien, gracias igualmente. ─ Respondió cordial y siguió caminando hasta el otro extremo de la mesa, donde, a falta de lugar y predisposición de hacerle uno, hizo un hechizo para aparecer una silla y se sentó en la punta de la mesa como si fuera la anfitriona.

Todos se le quedaron mirando boquiabiertos, tal vez las otras casas no lo entenderian, pero en Slytherin existía ciertas reglas no verbales, donde se les trataba a los de apellidos importantes como líderes , y si los desafiabas te hacían el vacío. Esa era la razón por la que nadie se apartó para hacerle lugar en la mesa, nadie quiere sentarse junto a la loca que desafía el estatus quo.

Por supuesto, esto no le afectaba porque Elena no tenía amigos, estaba muy ocupada para eso. Así que ella simplemente hizo su propio lugar en la mesa, incluso conjuró su propia vajilla. No necesitaba a nadie, siempre se las arreglaba sola, así es como la educaron sus padres, esa era la única forma de vivir que conocía.

Cenó sin demostrar emoción alguna y, en cuanto pudo, avandonó el salón con tranquilidad.

Lástima que el idiota de Graham se interpuso en su camino en cuanto salió del Gran comedor. Y aunque intentó esquivarlo, este se puso en su camino adrede.

─ ¿Qué necesitas, Montague? ─ Dijo Elena conteniendose.

─ ¿Qué hay entre ese gemelo Weasley y tú?

─ No te incumbe.

─ Sí me incumbe, porque eres mía.

─ ¿Perdona? ─ Preguntó anonadada y con ganas de reír. ─Primero, yo no soy un objeto. Segundo, tú tienes una relación o algo con Helga. Y tercero... ¡¿Qué?!

─ Dí lo que quieras, yo sé que soy el único que te conoce bien... ─ ¿Realmente se acababa de lamer los labios? ¡iiiuuh! ─Tú y yo, tenemos historia, yo fui tú primer beso ¿Recuerdas? ─ Montague sacó su lata de mentas y comió una.

Entre Serpientes y Sortilegios 【George W.】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora