6 ❝Besame❞

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George se sentó, en el sofá que había traído hace unos días, no se sabe de dónde, con ella en su regazo. Con la cara de un rojo intenso, Elena rodeó los hombros de George con su brazo izquierdo, no iba a dejar que la vergüenza la retuviera.

─ Sólo un poco. ─ George mordió su oreja y sus manos subieron lentamente hasta sus pechos, apretandolos firmemente. ─¿Está bien? ─ Volvió a preguntar junto a su oído, ella asintió mientras sentía escalofríos. ─¿Puedo desvestirte?

Luego de recibir otra respuesta afirmativa, George desató el nudo de su corbata verde y desabotonó uno a uno los botones de su camisa, dejando la delicada piel aceitunada de Elena a la vista. Fue una agradable sorpresa encontrarse con un sensual sostén de encaje rojo.

─ A alguien le gusta la lencería. ─ Murmuró sonriendo y deslizó lentamente la camisa de Elena por el hombro derecho hasta el codo, mirándola fascinado. ─Y yo que pensaba que no podías ser más perfecta.

Era cierto, a Elena le gustaba mucho la lencería atrevida, desde que fue lo suficientemente mayor para comprar su propia ropa interior, siempre elegía cosas bonitas y coloridas. Le gustaba la sensación de que al menos algo en su vida era realmente de su gusto, a diferencia de la aburrida vestimenta que solía usar.

─ Creo... ─ Comenzó a decir mientras la acariciaba por sus omóplatos, bajó hasta las costillas, y luego subió a los pechos. Y Elena contuvo la respiración. ─ Creo que el rojo es mi nuevo color favorito.

Cuando él movió lentamente los pulgares sobre las puntas sobresalientes, ella no pudo evitar dar un respingo, y apretó el hombro de él que estaba sosteniendo.

─ ¿Estás bien? ─ Preguntó viendo fijo sus ojos verdes, Elena vió que las pupilas de George estaban dilatas y su expresión era seria, se veía muy sexy. Ella sólo asintió otra vez, temiendo que si intentaba decir algo, haría un sonido vergonzoso. ─Usa tus palabras, Lena.

Lo que George estaba provocando en ella, mentiría si dijera que no la asustaba un poco, eran sensaciones totalmente nuevas, pero al mismo tiempo no quería que parara.

─ S-sí, continua. ─ Logró decir, y se levantó un segundo para luego ponerse de cuclillas sobre él.

Elena se mordió los labios cuando él se inclinó para besar su cuello, bajando hasta la clavícula, mordiendola suavemente ahí, mientras sus manos seguían atormentandola sobre el sostén , George también la besó en el surco de sus pechos.

─ Besame. ─ Dijo George, en un intento de impedir que ella se lastimara más los labios, y porque realmente quería un beso. Elena obedeció instantáneamente, lo besó sabiendo perfectamente qué hacer, profundizando poco a poco, intentado demostrarle toda la pasión que sentía en ese momento. Mientras las manos de él seguían acariciando dulcemente todo su cuerpo.

George la rodeó por la cintura y miró hacia arriba apoyando su mentón en el pecho de ella, cada lugar en contacto con él le provocaban un agradable cosquilleo a Elena.

─ Tienes esa mirada de que quieres decir algo, pero no te atreves. ─ Dijo George. ─¿En qué piensas?

─ George, puedo... ─ La voz de Elena salió con un vergonzoso tono suplicante, así que aclaró su garganta antes de continuar. ─¿Puedo quitarte la camisa?

─ Cierto, deberíamos estar en igualdad de condiciones ¿No? ─ Sonrió divertido cuando Elena le sacaba con timidez la corbata roja, luego la ayudó a quitarle el suéter. Y mientras desabotonaba la camisa, George le robaba un par de besos y acariciaba su piel.

─ ¡George! ─ Lo recriminó riendo mientras sus manos viajaban por sus piernas, intruciendose bajo la falda. ─Me lo estás haciendo difícil.

─ Me encanta cuando dices mi nombre así. ─ Murmuró mientras lentamente subía sus manos por los muslos de Elena. ─Sigue.

Elena logró desabotonar el resto, sus manos picaban por hacer algo desde hacia un rato, se introdujeron en la camisa deslizándose por el pecho mientras lo destapaba. Era firme, suave, y cálido, podía sentir en su tacto que el corazón le latía tan rápido como el suyo.

─ ¡Tienes pecas aquí también! ─ Observó sonriente. ─Qué lindo.

─ TÚ eres linda. ─ George agarró sus nalgas firmemente y disfrutó gratamente de las tiernas caricias de Lena, le encantaba lo proactiva que ella podía resultar a pesar de su timidez inicial.

Se besaron nuevamente con cada vez más pasión e intensidad, sus pechos estaban pegados el uno con el otro, con solo el sostén de Elena de por medio. Por un segundo, ella tuvo el vergonzoso deseo de que no hubiera nada entre ellos.

─ Cielos, creo que esto... ─ George se separó unos centímetros, respirando con dificultad. ─...es más que "solo un poco".

─ Eso no podría importame menos. ─ Dijo Elena besándolo otra vez.

─ Lena... ─ George le correspondío el beso brevemente y se alejó para hablar, lo cual era difícil cuando Elena dejaba un camino de besos desde su mejilla hasta su cuello. ─Créeme que no quiero parar... Pero te lo diré ahora, mientras conservo un poco de cordura. Sé cómo eres de responsable, y tu dijiste que tenias clases.

─ ¿Clases? ─ Preguntó como si esa fuera la primera vez en su vida que oía esa palabra. ─¡Por Merlín, es cierto! Tengo aritmacia en... ¿10 minutos? ─ Miró el reloj de George devastada. ─¡No quiero ir! ─ Su expresión era tan triste, que él no pudo evitar sonreír divertido e ilusionado. ─Pero tengo que ir. Es la materia que se me dificulta más.

George miró con más atención a Lena mientras esta se abotonaba la camisa, estaba sonrojada, aún respiraba con dificultad, sus labios estaban hinchados y su cabello desordenado, se veía tan deseable que no quería dejarla ir, nunca.

─ Lo siento, no quise... Entretenerte tanto. ─ Dijo con una sonrisa que no reflejaba nada de arrepentimiento.


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10 / 07 / 23

Entre Serpientes y Sortilegios 【George W.】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora