4 ❝¿Confías en mí, Lena?❞

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─ George ¿Por qué pusiste esta cosa tan temprano? ─ Esa mañana el gallo miniatura de su reloj despertador había cacareado a las 7:45 A.M.

─ No lo sé, Fred, déjame dormir. ─ Murmuró con la cara pegada a la almohada, mientras su gemelo apagaba la alarma.

¿Por qué puso la alarma tan temprano un domingo? No tenía nada que hacer ¿O sí?

Lo último que recordaba era...

─ ¡Lena! ─ Exclamó levantándose de pronto de la cama, miró el reloj esperando que hubiesen pasado solo unos minutos. ─¿8:20? Mierda.

Se cambió rápidamente y salió como alma que lleva el diablo. Lena era una persona seria, de seguro siempre llegaba puntual a todos lados. Probablemente estaría molesta, si es que aún estaba allí. Aceleró más el paso y cuando llegó al punto de encuentro no había nadie, evidentemente, se cansó de esperar.

─ ¡Qué alivio, aún estás aquí! ─ George se dio la vuelta y vio a Lena corriendo hacia él. ─¡Lo siento mucho! La Profesora Umbridge me citó a su oficina esta mañana y no supe cómo contactarte.

─ ¿Todo bien? ¿No te castigó, verdad? No tiene pruebas contra ti.

─ No fue por lo del canario. Solo tonterías... Ella es un tía lejana por parte de mi madre, así que se siente en derecho de darme sermones. ─ Dijo desviando la mirada incómoda.

─ Supongo que debe ser muy lejana. Porque no te pareces en nada a esa cara de sapo.

─ ¿Cómo acabas de llamarla...? ─ Se tapó la boca con sorpresa. George debía admitir que se veía muy linda cuando abría así sus ojos verdes.

Elena Rosier siempre fue una incógnita para él. Era inteligente e increíblemente madura, todos los profesores la amaban, y además era tan bonita. Obviamente ella siempre estuvo ahí, pero George la notó por primera vez hace dos años, cuando él había pasado la noche en la enfermería debido a un experimento que salió mal, mientras esperaba a que la enfermera le diera el alta, una chica llegó hiperventilando y se desmayó en la puerta. Desde entonces, ella siempre le llamó la atención, aún cuando no resaltaba mucho debido a su forma tranquila de ser, George se encontró a si mismo siguiéndole con la mirada más de una vez. Elena era como un cuadro con el que quedó lo suficientemente fascinado como para observar más de una vez.

Era Slytherin, sí, pero era muy extraña, no extraña como Luna Lovegood, extraña como una adolescente que organiza una cita a las 8 AM un domingo.

Comenzó a hacerse preguntas sobre ella, como: ¿Por qué nunca sonríe? ¿Hace algo para divertirse? ¿Por qué no están todos los chicos de su curso babeando por ella como él?

Recordó la imagen de ella sentada en la valla, leyendo con enfado una carta que luego quemó con una sonrisa apenas perceptible y, aun así, hermosa. Tal vez ella no era una hermosura despampanante que todos voltearían a ver, la belleza de Lena estaba en su simpleza y elegancia.

Solía llevar su largo cabello castaño acomodado perfectamente con una cinta o una diadema, debía de tener muchas porque siempre llevaba una de diferente color. Sus ojos verdes tenían una mirada astuta, pero normalmente reflejaban aburrimiento. Sus labios eran rosados, llenos...

«Y muy suaves.» Recordó mirándolos fijo.

─ ¿George? ─ Lo llamó Lena preocupada.

─ ¡Sí, lo siento, me distraje un poco! ¿Qué decías?

─ Me preguntaba si... ─ Miró a la derecha es izquierda con miedo, y susurró. ─..."cara de sapo" es el sobrenombre de la profesora Umbridge.

─ ¿No lo sabías? ─ Preguntó George riendo, ella también se veía linda cuando susurraba.

Entre Serpientes y Sortilegios 【George W.】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora