7 ❝¿Haces todo lo que tus padres te ordenan?❞

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Elena caminaba en círculos en un rincón, ya había empezado a morderse las uñas, una mala costumbre que tenía cuando se acercaban los exámenes, aunque ahora no era eso lo que la tenía preocupada.

"Por favor, que no lo expulsen." Repetía como un mantra.

Luego del incidente, Elena vino a esperarlo frente a la puerta donde él había entrado hace unos minutos, solo para asegurarse que estuviera bien, fue una gran sorpresa cuando vio a su tía-segunda Dolores entrando felizmente a la oficina de McGonagal. Antes de ser profesora y suma inquisidora, la mujer había sido solo la prima solterona de su madre a la que siempre le tuvo miedo porque era extrañamente sádica, Elena la conocía lo suficiente como para saber que la sonrisa que tenía hace un momento no auguraba nada bueno.

Finalmente la puerta se abrió, Elena se asomó desde detrás de la armadura en donde se escondía, no quería que Umbridge la viera. Harry Potter salió de allí seguido por George, ambos fueron rápidamente interceptados por sus amigos, que los habían estado esperado justo afuera de la oficina. La expresión en el rostro de ambos muchachos era similar, lúgubre y molesta, como si hubieran comido algo en mal estado.

Elena supuso que sería mejor dejarlo, tal vez él no quería verla ahora, ella intentaría hablarle luego. Ese era el plan, hasta que sus miradas se cruzaron, y con un solo gesto George le dijo que lo esperara.

Él se despidió de sus hermanos y amigos, y fue directamente hacia la armadura.

─ Hola. ─ Lo Saludó Elena tímidamente.

─¿Qué hace George con esa Slytherin? ─ Preguntó de forma despectiva una pequeña pelirroja sin contar con que el pasillo era más acústico de lo que pensaba. Diana Flint le chistó para callarla, probablemente notando que Elena oyó eso.

George suspiró pesadamente, estaba demasiado decaído para prestarle atención a lo que su hermana murmuraba. Posó su mano en la espalda de Elena y caminaron hasta alejarse de las miradas indiscretas.

─Nos vetaron del equipo de quidditch.

─¿Qué? ─ Preguntó Elena sorprendida, y suspiró. ─Bueno, al menos no fuiste expulsado ¿Por cuánto tiempo?

─ Por siempre.

─¡Eso es imposible! Y también muy injusto ¡Malfoy los provocó a adrede!─ Cerró los puños molesta, nunca le había caído bien esa rata albina. ─¿La profesora McGonagall lo permitió?

─No. Pero resulta que ese sapo se las arregló para tener más poder sobre los alumnos, incluso por sobre los jefes de casa.

─Lo había olvidado. ─ Se golpeó la frente frustrada. ─Creo que ayer mencionó algo de eso, le había molestado que la profesora McGonagal consiguió el permiso para el equipo de Quidditch, así que le envío una carta al ministro.

─¿Sabías que ella planeaba esto? ─ La expresión de George la sorprendió, era como si le estuviera reclamando.

─¿Habría cambiado algo si lo hubieras sabido? ─ Preguntó sorprendida, George negó con la cabeza culpable.

─Lo siento, no te lo estaba reprochando, no cambiaría nada, solo... No sé, estoy de mal humor...

─Lo sé. ─ Lena tomó su mano, se paró en la punta de sus pies para darle un beso en la mejilla. Ella entendía perfectamente la frustración de no poder hacer lo que quieres. ─No es por meter el dedo en la llaga, pero estuviste fantástico, realmente eres increíble no sabía que se podía volar tan rápido con una mano. De todos lo partidos de quidditch que he visto... este es el primero, pero fue más divertido de lo que pensé.

Entre Serpientes y Sortilegios 【George W.】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora