Aquella noche se vieron obligados a acampar bajo un gran árbol del bosque, pues no había casas cerca. El árbol los protegía del rocío, y el leñador de hojalata cortó un gran tronco. Dorothy encendió un espléndido fuego que la calentó y la hizo sentir menos cansada. Ella y Toto comieron lo que quedaba de su pan, y ahora no sabía qué harían para desayunar.
"Si quieres" dijo el león, "iré al bosque y mataré un ciervo para ti. Puedes asarlo junto al fuego, ya que tus gustos son tan peculiares que prefieres la comida cocinada".
"¡No! Por favor, no", suplicó el leñador de hojalata. "Si matas un pobre ciervo me echaré a llorar y entonces mis mandíbulas volverán a oxidarse".
Pero el León se internó en el bosque y encontró su propia cena. Nadie supo nunca lo que era, porque no lo mencionó. Y el Espantapájaros encontró un árbol lleno de nueces y llenó con ellas la cesta de Dorothy, para que la niña no pasara hambre en mucho tiempo. A Dorothy le pareció muy amable y considerado por parte del Espantapájaros, pero se rió a carcajadas de la de la manera torpe en que la pobre criatura recogía las nueces. Sus manos acolchadas eran tan torpes... Pero al Espantapájaros no le importaba el tiempo que tardara en llenar la cesta, pues le permitía mantenerse alejado
del fuego; temía que una chispa saltara y le quemara la paja. Así que se mantuvo a buena distancia de las llamas, y sólo se acercó para cubrir dulcemente a Dorothy con paja seca cuando la niña se tumbó a dormir.Cuando se hizo de día, la muchacha se bañó la cara en un pequeño riachuelo y poco después todos se pusieron en camino hacia la Ciudad Esmeralda.
Aquel iba a ser un día lleno de acontecimientos para los viajeros. Apenas llevaban una hora caminando cuando vieron ante ellos un gran barranco que cruzaba el camino y dividía el bosque hasta donde alcanzaba la vista. Era un barranco muy ancho, y cuando se arrastraron hasta el borde y miraron pudieron ver que era una grieta muy profunda y había muchas rocas grandes y afiladas en el fondo. Los lados eran tan
empinados que ninguno de ellos podía bajar, y por un momento pareció que su viaje debía terminar."¿Qué haremos?" preguntó Dorothy, desesperada.
"No tengo la menor idea", dijo el leñador de hojalata.
El león sacudió su melena desgreñada y se quedó pensativo.
El Espantapájaros dijo:
"No podemos volar, eso es seguro; tampoco podemos bajar a este gran foso. Por lo tanto, si no podemos saltarlo, debemos detenernos donde estamos".
"Yo creo que podría saltarlo", dijo el León Cobarde, después de medir cuidadosamente la distancia en su mente.
"Entonces estamos bien", respondió el Espantapájaros, "porque puedes llevarnos a todos a cuestas en tu espalda, de uno en uno".
"Bueno, lo intentaré", dijo el León. "¿Quién irá primero?
"Yo", declaró el Espantapájaros. "Si se cayera Dorothy, moriría, o el leñador de hojalata quedaría malherido en las rocas de abajo. Pero si yo voy a tu espalda no
no importará tanto, pues la caída no me herirá en absoluto"."Yo también tengo mucho miedo de caerme", dijo el León Cobarde, "pero supongo que no hay nada más que hacer que intentarlo. Así que súbete a mi espalda
y haremos el intento".El Espantapájaros se sentó sobre el lomo del León, y la gran bestia caminó hasta
el borde del barranco y se agachó."¿Por qué no corres y saltas?", preguntó el Espantapájaros.
"Porque no es así como hacemos estas cosas los Leones", contestó. Entonces, dando un gran salto, salió disparado por los aires y aterrizó sano y salvo en el otro lado. Todos se alegraron mucho al ver la facilidad con que lo hizo,vy cuando el espantapájaros se hubo bajado de su espalda, el león volvió a cruzar la gigantesca grieta.
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El mago de Oz
Teen Fiction"El mago de Oz" es un clásico de la literatura infantil escrito por L. Frank Baum. La historia sigue las aventuras de Dorothy Gale, una niña huérfana que vive en Kansas y es arrastrada por un tornado hasta la mágica y colorida tierra de Oz. Una vez...