Incluso con los ojos protegidos por las gafas verdes Dorothy y sus amigos quedaron al principio deslumbrados por el brillo de la maravillosa Ciudad. Las calles estaban bordeadas de hermosas casas construidas de mármol verde y salpicadas por todas partes de brillantes esmeraldas. Caminaron sobre
de el pavimento de mármol verde, y donde se unían los bloques había hileras de esmeraldas que reflejaban el brillo del sol. Los cristales de las ventanas eran de vidrio verde; incluso el cielo sobre la ciudad tenía un tinte verde, y los rayos del sol eran verdes.Había mucha gente, hombres, mujeres y niños paseando y todos vestían ropas verdes y tenían la piel verdosa. Ellos miraban a Dorothy y a su extraña compañía con ojos asombrados y los niños salían corriendo y se escondían detrás de sus madres cuando veían al León, pero nadie les dirigió la palabra. En la calle había muchas tiendas y Dorothy vio que todo en ellas era verde. Verdes eran los caramelos y las palomitas de maíz, verdes los zapatos los sombreros y la ropa.
En un lugar un hombre vendía limonada verde, y, cuando los niños la compraron, Dorothy pudo ver que la pagaban con monedas verdes.
No parecía haber caballos ni animales de ninguna clase, los hombres llevaban las cosas en pequeños carritos verdes que empujaban delante de ellos. Todos parecían felices, contentos y prósperos.
El Guardián de las Puertas los condujo por las calles hasta que llegaron a un gran edificio, exactamente en el centro de la Ciudad, que era el Palacio de Oz, donde residía el Gran Mago. Había un soldado ante la puerta, vestido con un uniforme verde y luciendo una larga barba verde.
"Aquí hay forasteros", le dijo el Guardián de las Puertas, "y quieren ver al Gran Oz".
"Pasen adentro", respondió el soldado, "y yo llevaré su mensaje a él".
Así que atravesaron las puertas del palacio y fueron conducidos a una gran sala con una alfombra verde y hermosos muebles verdes engastados con esmeraldas. El soldado les hizo limpiarse los pies en una alfombra verde antes de entrar en la sala, y cuando estuvieron sentados les dijo, cortésmente:
"Por favor, pónganse cómodos mientras voy a la puerta del Salón del Trono y le digo a Oz que están aquí".
Tuvieron que esperar un buen rato hasta que el soldado regresó. Cuando por fin volvió, Dorothy preguntó: "¿Has visto a Oz?"
"Oh, no" respondió el soldado "nunca lo he visto, pero hablé con él mientras estaba sentado detrás de su biombo y le di tu mensaje. Dice que os concederá una audiencia, si así lo deseáis; pero cada uno debe entrar solo, y sólo admitirá a uno cada día. Por lo tanto, como debeis permanecer en el palacio durante varios días, os llevaré a las habitaciones donde podréis descansar cómodamente tras vuestro viaje".
"Gracias", contestó la muchacha; "es muy amable por parte de Oz".
El soldado hizo sonar un silbato verde, y al instante una joven, vestida con un bonito vestido de seda verde, entró en la habitación. Tenía el pelo y los ojos verdes, y se inclinó ante Dorothy y dijo:
"Sígueme y te enseñaré tu habitación."
Así que Dorothy se despidió de todos sus amigos excepto de Totó, y cogiendo el perro en sus brazos siguió a la chica verde a través de siete pasajes y subieron tres tramos de escaleras hasta que llegaron a una habitación en la parte delantera del palacio. Era el cuartito más dulce del mundo, con una cama blanda y confortable, con sábanas de seda verde. Había una fuente diminuta en medio de la habitación, que lanzaba un chorro de perfume verde al aire, para caer de nuevo
en una pila de mármol verde. Hermosas flores verdes decoraban los alféizares en las ventanas, y en una estantería se descubría una hilera de libritos verdes. Cuando Dorothy tuvo tiempo de abrir estos libros los encontró llenos de extraños dibujos verdes que la hacían reír de lo graciosos que eran.
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El mago de Oz
Teen Fiction"El mago de Oz" es un clásico de la literatura infantil escrito por L. Frank Baum. La historia sigue las aventuras de Dorothy Gale, una niña huérfana que vive en Kansas y es arrastrada por un tornado hasta la mágica y colorida tierra de Oz. Una vez...