Durante tres días Dorothy no supo nada de Oz. Fueron días tristes para la niña, aunque todos sus amigos estaban felices y contentos. El Espantapájaros les dijo que tenía pensamientos maravillosos en la cabeza, aunque no quiso compartirlos porque eran tan asombrosos que pensaba que nadie más podría entenderlos.
Cuando el Leñador de hojalata paseaba sentía que el corazón le traqueteaba en el pecho, y le dijo a Dorothy que había descubierto que era un corazón más bondadoso y tierno que el que tenía cuando era de carne y hueso.
El León declaró que no temía a nada en la tierra, y que con gusto se enfrentaría a un ejército de hombres o a una docena de feroces Kalidahs.
Así, cada uno de los miembros del pequeño grupo quedó satisfecho, excepto Dorothy, que anhelaba más que nunca volver a Kansas.
Al cuarto día, para gran alegría de Dorothy, Oz la mandó llamar.
Cuando entró en el Salón del Trono le dijo, agradablemente:
"Siéntate, querida, creo que he encontrado la manera de sacarte de este país".
este país"."¿Y volver a Kansas?", preguntó ella, ansiosa.
"Bueno, no estoy seguro si sierá a Kansas", dijo Oz, "porque no tengo ni la más remota idea de en qué dirección está. Pero lo primero que hay que hacer es cruzar el desierto, y entonces debería ser fácil encontrar el camino a casa".
"¿Cómo puedo cruzar el desierto?", preguntó ella.
"Verás, cuando yo llegué a este país fue en globo. Tú también viniste por el aire, arrastrada por un ciclón. Así que creo que la mejor manera de cruzar el desierto será por el aire. Ahora, está está más allá de mis poderes crear un ciclón; pero he estado pensando y creo que puedo fabricar un globo".
"¿¡Un globo!?", preguntó Dorothy.
"Sí, un globo", dijo Oz, "está hecho de seda cosida y con mucho pegamento para mantener el gas dentro. Tengo mucha seda en el Palacio, así que no nos costará mucho fabricar el globo. El problema es que en este país no hay gas para llenar el globo y hacerlo flotar".
"Si no flota", comentó Dorothy, "no nos servirá de nada".
"Cierto", contestó Oz. "Pero hay otra forma de hacerlo flotar, que es llenarlo de aire caliente. El aire caliente no es tan bueno como el gas, porque si el aire se enfría, el globo se vendría abajo en el desierto,
y estaríamos perdidos"."¿¡Nosotros!", exclamó la muchacha; "¿vienes conmigo?".
"Sí, por supuesto", respondió Oz. "Estoy cansado de ser una farsa. Si yo de este palacio, mi gente pronto descubriría que no soy un mago, y entonces se enfadarían conmigo por haberles engañado. Así que tengo que quedarme encerrado en estas habitaciones todo el día, y se me hace pesado. Preferiría volver a Kansas contigo y estar de nuevo en un circo".
"Estaré encantada viajar contigo", dijo Dorothy.
"Gracias", contestó él. "Ahora, si me ayudas a coser la seda juntos, empezaremos a trabajar en nuestro globo".
Así que Dorothy cogió aguja e hilo, y tan rápido como Oz cortaba las tiras de seda en la forma adecuada, la muchacha las cosió eficazmente. Primero había una tira de seda verde claro, luego una de verde oscuro y verde esmeralda, pues a Oz se le había antojado hacer el globo en diferentes tonos del color que los rodeaba. Le llevó tres días coser todas las tiras, pero cuando terminaron tenían una gran bolsa de seda verde de más de veinte metros de largo.
Luego Oz la pintó por dentro con una capa de pegamento fino, para hacerla hermética, tras lo cual anunció que el globo estaba listo.
"Pero debemos tener una cesta en la que montar", dijo. Así que envió al soldado de los bigotes verdes a buscar un gran cesto de ropa, que ató con muchas cuerdas a la parte inferior del globo.
Cuando todo estuvo listo, Oz avisó a su gente de que iba a visitar a un gran hermano. a visitar a un gran hermano mago que vivía en las nubes.
La noticia se extendió rápidamente por toda la ciudad y todo el mundo acudió a ver el maravilloso espectáculo.
Oz ordenó que llevaran el globo frente al palacio, y la gente lo contempló con gran admiración. El Leñador de hojalata había cortado una gran pila de leña, hizo una hoguera con ella, y Oz sostuvo la parte inferior del globo sobre el fuego para que el aire caliente que surgía de la hoguera quedara atrapado en la bolsa de seda. Gradualmente el globo se hinchó y se elevó en el aire, hasta que finalmente la cesta se elevó sobre el suelo.
Entonces Oz subió a la cesta y dijo a toda la gente en voz alta:
"Me voy a hacer una visita. Mientras yo no esté, el Espantapájaros gobernará sobre ustedes. Os ordeno que le obedezcáis como si fuera yo mismo".
El globo tiraba con fuerza de la cuerda que lo sujetaba al suelo pues el aire que contenía estaba caliente.
Vamos, Dorothy", gritó el Mago, "date prisa, o el globo saldrá volando sin ti".
"No encuentro a Totó por ninguna parte", replicó Dorothy, que no quería dejar atrás a su perrito. Totó había corrido entre la multitud para ladrarle a un gatito, y Dorothy por fin lo encontró. Lo cogió y corrió
hacia el globo.Estaba a pocos pasos de él, y Oz le tendía las manos para ayudarla a subir a la cesta, cuando, ¡crac! se rompieron las cuerdas y el globo se elevó en el aire sin ella.
"¡Vuelve!", gritó ella; "¡Yo también quiero ir a Kansas!".
"No puedo volver, querida, es imposible volver atrás", dijo Oz desde la cesta. "¡Adiós!"
"¡Adiós!" gritó todo el mundo, y todos los ojos se volvieron hacia arriba, hacia donde el el mago que iba elevándose a cada momento más y más lejos en el cielo.
Y eso fue lo último que vieron de Oz, el Mago Maravilloso, aunque puede haber llegado a Omaha a salvo, y estar allí ahora, por lo que sabemos. Pero la gente lo recordaría durante mucho tiempo con cariño, y se dirían unos a otros:
"Oz siempre fue nuestro amigo. Cuando estuvo aquí construyó para nosotros esta hermosa Ciudad Esmeralda, y ahora que se ha ido nos ha dejado al Sabio Espantapájaros para que nos gobierne".
No obstante, durante muchos días lloraron la pérdida del Maravilloso Mago.
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El mago de Oz
Teen Fiction"El mago de Oz" es un clásico de la literatura infantil escrito por L. Frank Baum. La historia sigue las aventuras de Dorothy Gale, una niña huérfana que vive en Kansas y es arrastrada por un tornado hasta la mágica y colorida tierra de Oz. Una vez...