Capítulo 15

43 1 0
                                    


Los cuatro viajeros caminaron hasta la gran puerta de la Ciudad Esmeralda y tocaron la campana. Después de tocarla varias veces, la abrió el mismo mismo Guardián de la Puerta que habían encontrado antes.

"¿Qué? ¿Habéis vuelto otra vez?", preguntó sorprendido.

"¿No nos ves?", respondió el Espantapájaros.

"Pero yo creía que habíais ido a visitar a la Malvada Bruja del Oeste".

"La visitamos", dijo el Espantapájaros.

"¿Y os ha vuelto a dejar ir?", preguntó el hombre, asombrado.

"No pudo evitarlo, porque está derretida, ha muerto", explicó el Espantapájaros.

"¿Muerta? ¿Derretida?. Qué buena noticia", dijo el hombre. "¿Quién la mató?

"Fue Dorothy", dijo el León con seriedad.

"¡Santo cielo!", exclamó el hombre, y se inclinó ante ella.

Luego los condujo a la pequeña sala y les puso las gafas tal como había hecho antes.
Después atravesaron la puerta de la Ciudad Esmeralda y cuando la gente se enteró por el Guardián de la Puerta de que habían
que habían derrotado a la Malvada Bruja del Oeste, todos se reunieron entorno a los viajeros y los siguieron en tropel hasta el Palacio de Oz como una triunfal comitiva.

El soldado de los bigotes verdes seguía de guardia ante la puerta, pero les hizo pasar enseguida y fueron recibidos de nuevo por la
hermosa muchacha verde, que los condujo a sus antiguas habitaciones para que pudieran descansar hasta que el Gran Oz estuviera listo para recibirlos.

El soldado hizo llevar directamente a Oz la noticia de que Dorothy y los otros viajeros habían regresado. Le explicó que Dorothy y los otros viajeros habían destruido a la malvada bruja, pero Oz no respondió.

Los héroes no supieron nada del mago al día siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente. La espera fue agotadora y al final se enfadaron de que Oz los tratara de tan mala manera, después de haberlos enviado a sufrir penurias y esclavitud. Así que el Espantapájaros le pidió a la chica verde que llevara otro mensaje a Oz, diciéndole que si no los dejaba entrar a verlo de inmediato llamarían a los monos alados para que los ayudaran y averiguaran si cumplía sus promesas o no.

Cuando el Mago recibió este mensaje se asustó tanto que les mandó el mensaje de que los recibiría en el Salón del Trono a las nueve de la mañana del día siguiente. Ya una vez se había encontrado con los Monos Alados en el País del Oeste, y no deseaba volver a encontrarse con ellos.

Los cuatro viajeros pasaron la noche en vela, cada uno pensando en el regalo que Oz había prometido concederles. Dorothy se durmió y soñó que estaba en Kansas y la tía Em la abrazaba y besaba y le decía lo contaba que estaba de tener a su niñita de nuevo en casa.

A las nueve en punto de la mañana siguiente, el soldado de bigotes verdes fue a recogerlos y cuatro minutos más tarde entraron todos en la Sala del Trono del Gran Oz.

Por supuesto, cada uno de ellos esperaba ver al Mago en la forma que había tomado antes, y todos se sorprendieron enormemente cuando miraron y no vieron a nadie. Se mantuvieron cerca de la puerta
y más cerca unos de otros, porque la quietud de la habitación vacía era más espantosa que cualquiera de las formas que habían visto adoptar a Oz.

De pronto oyeron una voz que parecía provenir de algún lugar de la gran cúpula, y dijo solemnemente.

"Soy Oz, el Grande y Terrible. ¿Por qué me buscáis?"

Miraron de nuevo en cada parte de la habitación, y entonces, al no ver a nadie, Dorothy preguntó:

"¿Dónde estás?"

El mago de OzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora