Capítulo 14 - Castigos

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14 | Castigos

Daphne Barlow


Mackeyla viene a visitarme el domingo.

Ella me ha escrito esta mañana y yo, por fin, he podido responder. Después de cerca de tres semanas, mis padres me han devuelto el móvil. De haber sabido que todo lo que iba a hacer falta era desaparecer unas horas sin darles una forma de contactarme, lo habría hecho antes.

Incluso si pasé la peor hora en años mientras mis padres me decían lo irresponsable que había sido por haberme ido sin avisar. Valió la pena, al menos viéndolo días después. En su momento, lo admito, me faltó poco para romper a llorar.

—¿Qué haces?

Dereck no ha parado quieto en toda la mañana. Igual que ayer yo tuve que limpiar el garaje, telarañas incluidas, a él hoy le han dejado a cargo de limpiar la cocina para compensar haber participado en mi "pequeña revuelta". No sé cuánto ha avanzado, solo que cada vez hay más botes de comida sobre la mesa y más trapos sin usar sobre la encimera.

—Ordenar —responde.

—¿Estás seguro de eso?

Esconde el móvil antes de volverse hacia mí.

En lugar de señalarlo, abro uno de los armarios superiores y le ayudo a sacar las cosas de ahí para que pueda limpiarlo más fácilmente. "Vas a limpiar la cocina en profundidad —le dijeron nuestros padres—. Quiero que saques todo, limpies cada balda, y lo ordenes. También limpia el suelo."

Me dijeron lo mismo con el garaje y ahora tengo una venda en la muñeca porque me la torcí mientras bajaba cajas pesadas de los estantes más altos porque nadie iba a ayudarme con eso. Aun así, terminé. Estuve de sol a sol y me di dos duchas ese día, pero terminé.

Dereck lleva días atrasando esto.

—Una amiga va a venir hoy a casa, por favor no me dejes en evidencia delante de ella —pido. Junto los botes de tomate en una esquina de la mesa y miro frustrada hacia el poco espacio que el desorden de Dereck ha dejado para seguir moviendo cosas—. Tampoco le preguntes más sobre sus ancestros, no quiero que salga espantada.

—¿Es la pelirroja que vino el otro día? ¿Mackeyla?

—¿Desde cuándo recuerdas el nombre de mis amigas?

—Yo siempre recuerdo el nombre de tus amigas, mocosa.

No, no lo hace.

Las conoce por pequeñas alusiones que le ayudan a identificarlas. "La que tiene una hermana modelo" es Nora. "La rubia que siempre parece enfadada", Dalia. "La que nunca recuerdo su cara", Johanna. Así con todas.

Saco los paquetes de cereales del armario y los dejo sobre la mesa. Luego le siguen los botes de harina y pasta mientras que mi hermano hace lo mínimo a pocos pasos de mí. Al menos le quedan muchas horas al día para que pueda terminar con esto. Va a necesitarlas todas con el ritmo que lleva.

—¿Cuándo llega? —pregunta.

—No puede quedarle mucho. Vamos a ver una película. Te diría que puedes unirte, pero tienes un desastre que recoger. Además, es un musical y sé cuánto odias los musicales.

Dereck me echa a un lado al ver que me estiro sobre la punta de mis pies para llegar a los estantes más altos. Generalmente, subo a la encimera si necesito algo de ahí, pero, con cómo tengo la muñeca, lo que menos quiero es poner demasiado peso al impulsarme.

Las mentiras que nos atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora