Línea para decir hola ♥
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16 | Cambios de actitud
Daphne Barlow
El martes tengo Literatura a última hora y, tras semanas habiendo echado a un lado cualquier teoría, todo me cae encima cuando veo a la profesora Hagery cruzar la puerta del aula. Primero, porque ella rara vez llega tarde. Siempre es la primera en entrar al aula y tiende a esperar fuera para saludarnos al vernos pasar.
Segundo, porque no hay rastro de su taza como cuando se retrasa unos minutos. No hay café como excusa. En su lugar entra a paso rápido, sin prestar atención a nadie, y sus movimientos son descoordinados cuando se quita el abrigo.
—Perdonad por llegar tarde —dice sin mirarnos—. Tenía una reunión.
Nadie habla, pero los murmullos no se hacen esperar. No soy la única que se ha dado cuenta de la extraña actitud de nuestra profesora y noto un par de cabezas moverse mientras comparten esa impresión con sus más cercanos. Detrás de mí, las chicas con las que suelo hacer los trabajos grupales, no tardan en hacer lo mismo.
Anna, que se lleva sentando desde el curso pasado detrás de mí en Literatura, todavía tiene unos de mis mechones de pelo entre sus dedos. Ella se estaba entreteniendo haciéndome pequeñas trenzas en lo que esperábamos y sigue con ello mientras no me aleje demasiado.
—¿Sabéis algo? —pregunto en bajo.
Porque siempre saben algo.
Anna y Paola son las personas que más al margen están de todos los demás. Su amistad es estrecha y muy cerrada, pero eso no evita que sean las personas que más rápido se enteran de todo. Anna alcanza otro de mis mechones de pelo antes de hablar.
—Una junior dice que la vio llorando en la sala de profesores el lunes —me cuenta en bajo—. Nadie le ha visto hablar en semanas con el profesor de Literatura Clásica, probablemente hayan terminado.
—Ni siquiera sabemos si realmente salían.
Mientras nuestra profesora saca una tiza del cajón y empieza a anotar en la pizarra las indicaciones para un trabajo grupal, yo me vuelvo por completo hacia mis compañeras de clase.
—Oh, ellos definitivamente estaban saliendo —dice Anna.
—Les vieron muy cerca en la excursión al museo de los de primer año —añade Paola—. Mi hermana estaba allí y había oído rumores así que estuvo muy atenta. —Se distrae al momento al ver un bolígrafo con piedras brillantes sobre el cuaderno de Anna—. Me encanta, ¿dónde lo has comprado?
Anna apoya la barbilla sobre su mano y suspira al mirar hacia la pizarra. Sus mechones ondulados caen entre sus dedos hasta perderse entre el color dorado de sus anillos. El color es tan similar al de su pelo que una cosa parece borrar la otra.
—¿Tenemos que hacer todo eso? —pregunta mientras lee lo que hay escrito—. Análisis de... ¿Soy yo u hoy no se entiende su caligrafía?
Lo dice alto y la profesora mira hacia nosotras.
Anna ladea la cabeza y levanta la mano. Sin esperar que le pregunten, se apresura a poner un "Disculpa, profesora Hagery, ¿podrías leer lo que pone en la pizarra? No consigo leerlo desde aquí" sobre sus labios.
—Podéis hablar cuando termine la explicación —señala nuestra profesora.
Me vuelvo hacia el frente. En cuanto lo hago, la señora Hagery corrige unas palabras poco claras y se apoya contra el borde de su mesa. Ella se cruza de brazos, su largo abrigo rojo mal colgado sobre el respaldo de la silla en vez de en el perchero.
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Las mentiras que nos atan
Mistério / SuspenseDaphne y Reece han presenciado un asesinato. Salvo porque no hay cuerpo, no hay rastro, y la persona a la que creían haber visto está viva. ¿Qué pasó realmente aquella noche? ... © Todos los derechos reservados