VIII

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T/N

Nos detuvimos por fin en una sala llena de cascadas. El suelo era un gran pozo rodeado por un paso de piedra sumamente resbaladiza. El agua salía de unas enormes tuberías, chorreaba por las cuatro paredes de la estancia y caía con estrépito en el pozo al cual no le veía el fondo.

Briares se desplomó junto al muro. Recogió agua con una docena de manos y se lavó la cara.

"Este pozo va directamente al Tártaro." musitó "Debería saltar y ahorrarles más problemas."

"No hables así." dijo Annabeth "Puedes volver al campamento con nosotros y ayudarnos a hacer los preparativos. Seguro que tú sabes mejor que nadie cómo combatir a los titanes."

"No tengo nada que ofrecer." se lamentó él "Lo he perdido todo."

"¿Y tus hermanos?" dijo Tyson "¡Los otros dos deben de seguir siendo altos como montañas! ¡Podemos llevarte con ellos!"

El rostro de Briares adoptó una expresión aún más triste: era su cara de luto.

"Ya no existen. Se desvanecieron."

Las cascadas seguían rugiendo. Tyson contempló el pozo y pestañeó. Un par de lágrimas asomaban en su ojo.

"¿Qué significa que se desvanecieron?" preguntó Percy "Creía que los monstruos eran inmortales, como los dioses."

"Percy," dijo Grover débilmente "hasta la inmortalidad tiene sus límites. A veces... a veces los monstruos caen en el olvido y pierden la voluntad de seguir siendo inmortales."

Observé a Grover y me pregunté si estaría pensando en Pan. Recordé lo que la Medusa nos había dicho una vez: que sus hermanas, las otras dos gorgonas, habían muerto y la habían dejado sola. Y Apolo, el año anterior, hablando del antiguo dios Helios, comentó que había desaparecido y lo había dejado solo con todas las tareas del dios del sol. No me había detenido a pensar demasiado en todo ello, pero en ese momento, mirando a Briares, comprendí lo terrible que debía de resultar ser tan viejo —tener miles y miles de años— y encontrarse completamente solo en el mundo.

"Debo irme." dijo Briares.

"El ejército de Cronos invadirá el campamento." advirtió Tyson "Necesitamos tu ayuda."

El centimano bajó la cabeza.

"No puedo, cíclope."

"Eres fuerte."

"Ya no." Briares se levantó.

"Eh." Percy lo agarró de uno de sus brazos y se lo llevó aparte, de modo que el rugido del agua ahogara sus conversación.

Seguramente Percy intentaba que Briares se quedara. Sin embargo, al cabo de unos minutos, el centimano se volvió y se alejó caminando pesadamente por el pasadizo hasta desaparecer entre las sombras.

Tyson sollozaba.

"Tranquilo, todo irá bien." le dijo Grover, dándole unas palmaditas con aire vacilante, como si hubiera tenido que armarse de valor para hacerlo.

"No irá bien, niño cabra. Él era mi héroe."

Annabeth me miró, desde que habíamos llegado yo no había dicho ni una palabra.

La verdad era que no sabía qué decir. El laberinto me estaba gastando de a poco y seguramente ellos ya lo notaban.

Finalmente, me incorporé y me eché la mochila al hombro.

"Vamos, chicos. Este pozo me pone nerviosa. Busquemos un sitio mejor para pasar la noche."

***

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ʟᴀʙᴇʀɪɴᴛᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora