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— ¿La esposa del general llegó sola? —se oyeron murmullos

— Que deshonra para la familia Hamilton

— Su esposo no la acompaña el día de hoy

— Ser despreciada por alguien como él, pobre muchacha— añadieron fingiendo empatía.

Aquellas fiestas eran la ocasión preferida para iniciar chismes. A pesar de que en el lugar se encontraban nobles y funcionarios, los asistentes no se contenían con sus comentarios, fingiendo amabilidad.

— Señorita, si me permite …—Lilian interrumpió a María.

— No es necesario que discutas con ellas, salgamos al jardín

—Señorita, estas flores, nunca antes las habia visto

—No parecen ser flores de Varxs— añadió Lilian.

Las flores que observaban parecían campanas de color anaranjado con toques rosados en las puntas.

—Señorita regreso en un momento, iré por unos bocadillos— Lilian asintió mientras admiraba las flores.

—¿Ya lo viste? —murmuraban las señoritas.

— Aquel hombre— añadieron.

— Nunca antes lo había visto, ¿sabes de qué familia es?

— Creo que me está observando

— No es cierto, él me está observando a mí— replicó otra señorita.

— Aratz, deberías haber llegado con tu esposa— dijo Louis, el pintor del rey.

— Búscala, debe sentirse apenada— añadió antes de acomodarse para retratar la fiesta de cumpleaños.

Aratz revisó el salón principal y los salones secundarios sin encontrar a Lilian.


—Vienen de Sudamérica— murmuro Aratz refiriéndose a las flores.

Lilian pegó un brinco del susto, levantó la mirada en cuanto la sorpresa se mostró en su rostro, con el fin de ocultar su asombro regresó la mirada a las flores.

—¿Sabe como se llaman?— preguntó Lilian.

Aratz negó con la cabeza. Lilian se mantuvo observando las flores sin levantar la mirada.

—Señorita, ¿teme mirarme a los ojos o es que las flores le causan demasiada fascinación?

—No quise ser descortez, me disculpo— dijo Lilian haciendo una reverencia para luego alejarse del lugar.


—Señorita, ¿ocurrió algo?— dijo María al cruzarle con Lilian quien caminaba muy apresurada.

—No ocurrió nada.

Ambas se acercaron al salón principal, debido a que las trompetas indicaron el inicio de la ceremonia.

Los nobles e invitados se acomodaron alrededor de la gran alfombra del salón principal para la entrada de sus majestades. De esta manera ellos ingresaron seguidos de los principes y sus esposas. Aquella fiesta de cumpleaños no era un evento común, la princesa heredera fue dada en matrimonio como un símbolo de paz de un reino vecino, por lo que sus majestades organizaron la fiesta cuidando los detalles.

—El día de hoy estamos reunidos para celebrar el cumpleaños de la princesa Alice del reino de Lirias, quien es actualmente nuestra princesa heredera. Brindemos por la prosperidad y abundancia entre nuestros reinos.

Y de esa manera el rey anunció el inicio de la fiesta que seguiría con el baile de apertura. La princesa Alice y el principe heredero se dispusieron al centro del salón. Acabada la primera pieza de baile, parejas de nobles se dispusieron a realizar el baile ceremonial.
Aquel baile ceremonial era estrictamente en orden de estatus, por lo que Luciana fue de las primeras damas en salir a bailar. Después de los principes seguían los nobles que pertenecían a la corte asi como los funcionarios. Por lo que pronto sería el turno de Lilian, al ser la esposa del general.

—¿Me permite esta pieza?— murmuro Aratz acercándose a Lilian. Ella observó alrededor, levantó la mirada fijamente a aquel hombre, claramente ella no traía vestido con listones, entonces como era posible que aquel hombre la confundiera como soltera.

—No puedo bailar con usted, si me disculpa— dijo alejándose al otro lado del salón.

Las señoritas que observaron la situación comenzaron a murmurar, ¿como era posible que aquel hombre invitara a bailar a la esposa del temible general?

—Está casada, ¡seducir a otro hombre!

—Una verguenza para la familia Hamilton

Al concluir el baile ceremonial, se serviría el banquete, por lo que los nobles se acomodaron en las mesas correspondientes. Naturalmente los principes se ubicaban en las mesas más cercanas a la de los reyes, seguidos de la mesa del primer ministro y del general del reino.

Lilian se armó de valor y se acomodó en aquella mesa reservada para la familia del general del reino.

El eunuco principal se dispuso a anunciar a los invitados para que así ellos se acercaran a presentar sus regalos para la princesa Alice. Inició mostrando los regalos de los reyes, posteriormente el del principe heredero.

— El segundo principe y su esposa— anunció el eunuco. Luciana y el segundo principe se levantaron de su mesa, pidieron a los guardias traer el regalo. La princesa Alice agradeció, por lo que el principe y Luciana regresaron a su mesa.

La expectación aumentó, pues se supo que el general se haría presente en aquella fiesta.

— El general del reino Aratz Etxeberria— anunció el eunuco. Lilian se mostró nerviosa, por alguna razón ella esperaba mantenerse como hasta ese momento, sin conocer quien era su esposo. Las puertas se abrieron mostrando una figura acercándose.

Los asistentes se mostraron sorprendidos, las damas murmuraban y Lilian mantenía la mirada baja, ella se preguntaba sobre su temor, ¿sería posible que no quisiera conocer a su esposo?, negaba internamente, ¿por qué se sentía asi?, tan solo unas semanas atrás no tenía problemas en hablar sobre el general, ¿por qué el cambio de actitud?

—¿Él es el general?

—¿Cómo es posible?— se escucharó a las señoritas.

Lilian sintió como aquella silueta se acercaba a donde se encontraba ella.

— Todos están esperando que te levantes— murmuró Aratz. Lilian pegó un brinco al escuchar aquella voz familiar, levantó la mirada rápidamente, al encontrarse con los ojos de aquel hombre no pudo evitar mostrarse desconcertada.

Ocultando su asombro se puso de pie y acompañó a su esposo a entregar el regalo, después de ello regresaron a su mesa.

—Por cuanto tiempo me seguirás viendo así— le dijo Aratz

—¿Por qué no mencionaste que eras tú?— preguntó Lilian.

—Huias de mí

—Eso era porque no sabía quién era usted— dijo Lilian regresando a la calma.

—¿Ahora me hablarás de "usted"?

Lilian no le respondió y se mantuvo con la mirada fija en la comida por el resto de la fiesta.

Al concluir la fiesta ambos se dirigieron al carruaje en el que había llegado Lilian, ella se sentía incómoda por el silencio que se mantenía desde el banquete.

Al llegar a la mansión, Aratz pidió a uno de los guardías ayudar a bajar a Lilian.

—¿Nuevamente desaparecerá?— dijo Lilian al notar que el general se iría sin hablar con ella.

—A qué se refiere señorita— dijo Aratz con un tono despreocupado. Lilian sonrió sarcásticamente.

—Esperaba que al menos se disculpara por el día de la boda y mostrara algo de respeto por mi familia.

—No se consumará este matrimonio, si lo prefiere regrese a casa de sus padres, temo que no podré cuidarla como su esposo— dijo Aratz manteniendo la mirada en la ventanilla del carruaje.

—Ahora es usted quien no quiere mirarme a los ojos, no se preocupe, no necesito que me cuide— dijo Lilian bajándose del carruaje.

Lilian caminó rápidamente hacia su habitación, por alguna razón se sentía molesta. Aratz tomó su caballo y se alejó.

El general de VarxsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora