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— Mi señor, me reportaron que la señora llegó a salvo —dijo Johnson. El general asintió y continúo leyendo los registros de la mesa. 

Como era habitual, cada mañana llegaban informes y registros de incidencias de los campamentos militares del reino, los rollos de papel traían sellos según la urgencia del mensaje así como la escritura en código.

Aratz detuvo por un momento su lectura recordando a su madre, quien hasta hace unos días aún se encontraba recluida en el monasterio.

Hijo, espero no te moleste, me mudaré a la mansión, tu esposa debe sentirse sola en aquel lugar.

La señora se encontraba recluida por voluntad propia desde el momento en que Aratz fue asignado como general del reino. Ella había encontrado calma y consuelo en aquel lugar, a pesar de que en aquellos momentos se vivían momentos de guerra entre los países del continente.

No te olvides de la ceremonia de los 30 días.

La ceremonia de los 30 días, aquella en la que los recién casados visitan a los padres de la esposa para recibir la bendición familiar. 

Pero en realidad la ceremonia se daba por otro motivo, esta ceremonia era la oportunidad para deshacer matrimonios que no hubiesen funcionado. La joven podía pedir el divorcio y regresar a casa de sus padres; sin embargo, la gente no se limitaría a juzgarla. De la misma manera, si el esposo no asistía significaba que no deseaba el matrimonio.

Llegó el día de la ceremonia.

Lilian esperaba que aquel día no llegara, le ponía nerviosa la situación. Despertó y pensó en las posibilidades para no moverse de la cama, pensó en fingir que estaba enferma pero descartó la idea. 

Le animó la idea de ver a sus padres, pero le aterraba que ellos notaran que no se había consumado el matrimonio, su padre podría pedir el divorcio, pero ella no quería regresar por su madrastra.

La madre de Aratz le trajo unos bellos vestidos para que Lilian pudiera probárselos. 

Los días que habían transcurrido desde su llegada fueron más tranquilos, Lilian empezaba a llevarse bien con su suegra. 

— Talvez sea mejor no asistir— dijo Lilian en un tono triste. 

—  No te preocupes, él vendrá, sé que vendrá— dijo la señora. 

Lilian sabía que si el general no llegaba, aquel podría ser su último día en la mansión Etxeberria.

— Usted, lo sabe ¿verdad? ... no se consumó el matrimonio ... entonces ...

— Te comprendo y apoyaré tu decisión, si deseas pedir el divorcio, iré contigo y pediré disculpas personalmente a tus padres, lamento el comportamiento de mi hijo ...— dijo la señora entristecida.

— Bueno, Aratz tiene un par de horas para llegar, antes de que sea castigado por entristecer a su madre —sonrió Lilian.

La señora la abrazó y la ayudo con los preparativos.

Y así, pasaron las horas y ya era momento de partir a la mansión Hamilton. Aquel día también iría Luciana debido a que también cumplía 30 días de la boda.

— Señorita, no hay rastro de algún carruaje acercándose, temo que el general no llegue— María suspiró.

— Esperemos unos minutos más por favor—  suplicó la señora.

 Pasaron los minutos, Lilian resignada se dispuso a bajar del carruaje, pero la señora la detuvo.

— Lo siento mucho, si lo que deseas es regresar a tu casa, te llevaré personalmente a la casa Hamilton y rogaré el perdón de tus padres.

— La realidad es que no quiero que este matrimonio se acabe, por lo que lo mejor será no asistir. Escribiré una carta a mis padres , les diré que Aratz no pudo asistir por mucho trabajo en el ejército, ellos lo entenderán— dijo Lilian tratando de sonar convincente.

Se bajaron del carruaje y regresaron a la mansión Etxeberria.

Mientras tanto en la casa Hamilton, los padres de Lilian se mostraban preocupados. Después de esperarlos por dos horas, concluyeron que no llegarían.

— Madre, padre, no podemos esperar más tiempo a mi hermana—  dijo Luciana.

La duquesa tomó el vino para dar inicio a la ceremonia, la madre de Lilian se mostró triste, a pesar de lo ocurrido el día de la boda ella esperaba que las cosas hubieran mejorado para ese momento.

El segundo príncipe y Luciana hicieron los ritos ceremoniales, se sirvió el banquete y luego se despidieron. 

El padre de Lilian quien se mostraba muy indignado pidió a su jinete alistar el carruaje de la familia, él se decidió a ir a recoger a su hija. Pensó en la posibilidad de que aquellos rumores fuesen ciertos, aquel hombre no quedría formar una familia con Lilian.

La duquesa fingió preocupación, incluso se ofreció para acompañar al duque. 

Al llegar a la mansión Etxeberria, el duque entró intempestivamente seguido de la duquesa y la madre de Lilian.

— ¿Dónde está mi hija? ... vengo a llevármela—  se armó un alboroto en los alrededores de la mansión del general.

Lilian se asustó al escuchar la voz de su padre. La madre del general bajó rápidamente las escaleras mientras formulaba las palabras que diría.

— ¿Quién es usted?—  preguntó el duque.

— Soy la madre de Aratz—  se presentó la señora.

 — ¿Dónde está mi hija?

— Aquí estoy papá ... — interrumpió Lilian. Ella se acercó y fue recibida por los brazos de su padre.

— Hija mía, perdóname, este matrimonio nunca debió ocurrir, yo te llevaré de regreso a casa—  dijo el duque.

— Papá, mamá, me da gusto verlos—  sonrió Lilian — pero no regresaré a casa, no pediré el divorcio.

El duque se mostró sorprendido por la respuesta de Lilian.

— Hija mía, como es posible que desees quedarte con un hombre que no te quiere

— Papá, estoy bien aquí ...

— No lo permitiré, nos vamos de inmediato, María ve por sus cosas— ordenó el duque.

María subió a la habitación de Lilian, intentó dilatar el tiempo mientras que Lilian intentaba convencer a su padre. Al escuchar la llamada molesta del duque bajó de inmediato.

La madre de Aratz no podía más de la pena, ella se mostró muy triste.

María entregó sus bolsas al guardia que les acompañaba para que sean subidos al carruaje. Lilian se despidió de la madre de Aratz quien se encontraba al borde del llanto, ella observó por última vez la mansión y se dispuso a subir al carruaje cuando de pronto se escuchó el trote de un caballo.

— Su excelencia, no puede llevarse a mi esposa— Aratz se arrodilló haciendo la máxima reverencia.




El general de VarxsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora