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— Mi señora, ¿está segura de esto?

— María no te preocupes, regresaré antes del atardecer

— Pero ..., mi señora mejor vamos juntas— dijo María acomodando la escalera

— No podemos ausentarnos ambas— dijo Lilian mientras se acomodaba la capucha de la capa.

— Iré por los dulces de luna y regresaré, lo prometo.

Lilian subió la escalera logrando rodear el muro perimetral de la mansión. Ella se preguntaba sobre los motivos por los que los guardias no se encontraban en la zona, podría ser posible que el general esperaba que ella regresara a casa de sus padres debido al atentado anterior o talvez simplemente no le interesaba.

Lilian sacudió la cabeza para desviar sus pensamientos, ahora se dirigiría al festival de luna llena, el festival anual donde la gente celebraba un año más de paz en las tierras de Varxs. 

Las flores, los niños, la deliciosa comida ... aquel pintoresco festival emocionaba a todo el pueblo, sin importar el estatus todos podían celebrar aquel día.

— Señorita ... señorita— Lilian escuchó una voz muy dulce.

— ¿Me ayudaría a escribir en mi farola? — dijo aquel niño pequeño.

El niño traía la ropa agujereada, el cabello desordenado y los zapatitos rotos, con una gran sonrisa le mostró una farola con agujeros. Lilian supo que aquella farola había sido hecha por aquel niño, le devolvió la sonrisa y le preguntó sobre cual era su deseo .

— Quiero que mi papá regrese pronto a casa— dijo aquel niño.

Lilian acaricio el cabello del niño, le pidió que le esperara.

Ella se dirigió a comprar papel de arroz para reforzar la farola.

— ¿Tu papá donde se encuentra? — preguntó Lilian

— El es muy valiente, fue a las fronteras a cuidarnos— dijo aquel niño sonriendo.

Lilian comprendió la situación, a pesar de que el reino de Varxs ya no se encontraba en guerra los soldados aún no habían regresado de la frontera. Sin embargo, si el padre de aquel niño estaba prestando servicios al ejercito ella no comprendía porque aquel niño se encontraba de esa manera.

— Abdiel ... Abdiel— se escuchó unos gritos.

— Mamá ...— gritó el pequeño niño.

La señora corrió a donde se encontraba el niño regañándolo por haber salido de casa.

— Lo siento mamá— repetía el pequeño.

— No deberías preocupar de esta manera a tu mamá— le regañó Lilian.

— Señorita, siento mucho las molestias, ¿mi niño le ocasionó algún agravio? — dijo la señora al ver las planchas de papel de arroz.

— No se preocupe— dijo Lilian mientras terminaba de escribir el deseo del niño en la farola.

El niño tomó la farola y con ayuda de Lilian la pusieron sobre el rio que cruzaba la ciudad.

— Disculpe la molestia, ¿le molestaría acompañarme a comer la merienda? — preguntó Lilian.

Lilian observó como gruñía el estómago de aquel niño por lo que quiso invitarles a comer.

— No me atrevería señorita, seguramente su familia la espera para comer— dijo la señora.

— Verá, mi esposo me ha abandonado y me da cierta vergüenza ir a comer sola— dijo Lilian sonriendo.

La señora se mostró triste por Lilian, según la costumbre, el día de festival se consumía la merienda, un plato que representaba el amor de familia, el amor de un pueblo, el amor de una nación.

El general de VarxsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora