Si bien el embarazo no era un término nuevo en su vocabulario, Baekhyun no podía acostumbrarse a tener a otro humano gestándose en su vientre. Era, por lejos, la locura más grande que había cometido.
¿En qué diablos estaba pensando? Acostarse con el vecino de en frente había sido el peor de sus errores, es más, era el peor error. Pero si le dieran mil won por cada vez que se equivocaba en algo sería millonario y no tendría que estar viviendo a costas de un sueldo miserable como el secretario de un malhumorado.
Soltó un suspiro dejándose caer contra el mullido sofá de segunda mano que actuaba como pieza principal en su desordenado apartamento.
El feto en su interior, que medía casi lo mismo que la cereza de un pastel, era el orquestador de cambios catastróficos en su cuerpo. A medida que éste iba creciendo, el cuerpo de Baekhyun se moldeaba para albergarlo. El vientre se había abultado, los pechos comenzaban a crecer para producir alimento y el trasero le lucía fantástico, ni los meses de arduo trabajo en el gimnasio lo habían formado tan bien.
Estaba más que claro que los cambios físicos eran el menor de sus problemas, las ganas de llenarse la boca con un platillo, por lo bajo, grotesco, se volvían superiores.
Con el reloj a minutos de marcar la medianoche, lo único que Baekhyun podía hacer era soltar quejidos de evidente molestia, retorciéndose bajo las mantas que cubrían su abultado cuerpo. Prefería mil veces quedarse pegado al inodoro por los vómitos que soportar aquel fastidioso apetito, pero el estómago le rugía, el bebé pedía atrocidades.
Dibujó círculos sobre su vientre con ternura, imaginando a la bestia que se escondía en su interior—. ¿De dónde has sacados esos gustos tan extraños, cerecita?
No obtuvo respuesta.
Cerró los ojos hacia el techo mientras su mente divagaba, recordando qué lo había llevado a dicha situación tan inusual.
Había conocido a Chanyeol, su vecino, durante una fiesta que éste estaba organizando, pues era una estrella de rock en ascenso, y también el tipo más social que conoció jamás nunca. Cuando escuchó sobre él, éste ya tenía un séquito de admiradoras numeroso, pero para el momento en que lo vio por primera vez, Chanyeol ya había aumentado su popularidad en al menos un doscientos por ciento.
El cabello teñido de negro y la personalidad extrovertida que capturaba la atención de todos a su alrededor, eran dos de las razones principales por las que Baekhyun, con una vida sin muchos sobresaltos, se acercó al artista. Aunque no podía negar que el tipo también le había entrado por los ojos.
Dos chistes sin sentido y una queja por la bulla de los altavoces habían sido suficientes para terminar escabulléndose a la habitación de Chanyeol. Baekhyun no se consideraba alocado, pero sí fue un arrebato el dejar que el más alto se metiera entre sus piernas aquella noche, aunque no sería la última vez en la que se encontraría suplicándole por más.
Así llegaron al acuerdo de dejar las tontas relaciones amorosas de lado y concentrarse en lo que tenían: una excitante aventura en las que el roce de sus cuerpos terminaba por fundirse en gemidos contra las sábanas.
Todo cambió cuando el desayuno envasado que compró, agitado por lo tarde que estaba llegando al trabajo, terminó siendo regurgitado en uno de los cubículos de la oficina. Realmente podía tratarse del acto final de su cuerpo por hacerle entender que el trabajo lo tenía más que estresado, pero contar los días lo hizo entender que era otra la cuestión.
Un bebé.
Una idea que se convirtió en realidad cuando la quinta prueba de embarazo dio positivo. Y no es que no creyera en la ciencia detrás de la prueba, sino que no quería aceptar las consecuencias de no tomar las precauciones para que aquello no sucediera.
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Antojos de Medianoche
FanfictionByun Baekhyun y Park Chanyeol distan mucho de ser la típica pareja modelo que te encontrarías en la portada de una revista. Más bien, su relación se basa en un acuerdo pésimamente redactado vía mensajes de texto para tener sexo sin ataduras. Enfrasc...