Durante los últimos dos meses, Baekhyun y Chanyeol habían superado más diferencias de las que creían posibles. Sin embargo, a pesar de su inflado estado, Baekhyun continuaba esforzándose al máximo en cualquier asunto que respectara al bebé. Por ejemplo, en aquel instante, moviendo una cantidad de cosas inimaginables, cada una más pesada que la otra; atravesando cada umbral de su nuevo hogar.
O era un testarudo o un cabeza hueca, porque sin importar cuál de los dos fuese, seguía sin entender el verdadero significado de un buen trabajo en equipo.
Incluso se había encargado de montar la cuna del bebé siguiendo el insípido y para nada detallado manual de instrucciones que venía dentro de una magullada caja. Martilló, atornilló y llenó de cola cada pieza con la determinación justa. Chanyeol tuvo fe en que podría salir victorioso si se empeñaba en construir una discusión con cimientos que lo hicieran ganar, pero nada funcionaba como él quería. Más bien, terminó encargándose de ordenar la inmensa colección de peluches, propiedad del futuro bebé, sobre las repisas flotantes que Baekhyun también había montado.
—¿Necesitas ayuda con algo? —preguntó Chanyeol, cuando acomodar juguetes y ñoñerías estaba dejando de ser lo suyo—. Cualquier cosa.
Baekhyun negó secándose el sudor de la frente y levantándose del suelo en una maniobra para la que no necesitó de nadie más. Quitándose el polvo de las manos, orgulloso de todo lo que había conseguido en la primera de muchas horas armando los muebles del cuarto del bebé.
—Asegúrate de llamar a Tweedledum y Tweedledee, quiero saber todo lo que se traen entre manos.
—El sentido de aceptar que ellos organizaran la fiesta fue justamente para que fuera una sorpresa.
—Sabes que no me gustan las sorpresas.
Chanyeol se encogió de hombros, aplanando el vestido de una linda conejita jardinera vestida de verde y naranjo—. Tendrás que conformarte con que no puedes tener todo lo que quieras.
—De pronto tengo ganas de golpearte con una de las barandas de la cuna.
—Sigue intentándolo, amor, yo me voy a cenar.
Baekhyun lo vio desaparecer en dirección a las escaleras y se permitió unos segundos para dejar ir un largo suspiro antes de completar los cinco pasos que le restaban del armado.
El bebé lo alentaba desde dentro, pateando su interior en señal de acompañamiento a los martilleos.
La imagen promocional de la cuna era más que preciosa, pero lo cierto era que Baekhyun terminó siendo un mayor artista de lo que esperaba, convirtiendo la majestuosidad de roble blanco en una verdadera obra de arte. Cubrió el pequeño colchón con las sábanas que Chanyeol había escogido para combinar con el resto de los coloridos detalles que adornaban el lugar. De pronto, los patitos amarillentos de pico anaranjado y gorras detectivescas le resultaron lo más adorable del mundo, dejándolos tiesos al estirar la suave tela para que se moldeara al pequeño colchón de la cuna.
Baekhyun dejó el mueble para ensamblar el último cajón que quedó remanente del cambiador, trabajo que Chanyeol tenía en su lista de pendientes. Empujó los tornillos en los lugares correspondientes, ajustando los carilles del cajón donde supuso que debían ir y, cuando ya todo estuvo listo, embutió el cajón restante en su lugar, asegurándose de que encajara perfectamente, lo cual ocurrió sin problema alguno.
Entretanto, Chanyeol se llenaba el estómago con alitas picantes que había encargado de milagro en la única tienda de comida rápida que entregaba a domicilio un kilómetro a la redonda. La mesa del comedor aún no estaba completamente lista para ser utilizada, pero se ayudó de sus brazos para quitar las cajas de mudanza que se posaban vacías sobre la superficie y hacer más amena la cena.
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Antojos de Medianoche
FanfictionByun Baekhyun y Park Chanyeol distan mucho de ser la típica pareja modelo que te encontrarías en la portada de una revista. Más bien, su relación se basa en un acuerdo pésimamente redactado vía mensajes de texto para tener sexo sin ataduras. Enfrasc...